Capítulo 74

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Inglaterra 1711.

Por amor y nada más que por amor, estaba haciendo lo que había empezado desde que volvió del futuro, si daba un paso atrás, si pretendía tomar la opción de ser feliz en esta vida, arruinaría la suya en el futuro.

Daniela le había preguntado si era el momento y ella lo había confirmado. Daniela se sentó al borde de la cama con bastante dificultad, la mialgia (dolor de músculo) le impedía realizar con plena libertad algunos movimientos, pero no al punto de quedarse paralizada, no aún.

María José se movía para ayudarla, se colocó detrás suyo en la cama para estirar la blusa y dejar que ella introdujera lentamente los brazos donde correspondía. Aun dentro del lamentable contexto, Cropper sonrió. ¿Cuándo había vuelto a ser una niña?

Daniela: -retomó un pensamiento anterior- Amor mío, si bien mi estado no es el mejor, –tragó saliva- repito, no me arrepiento de haber hecho el amor con usted.

María José: Pero eso terminó por agotarla. –Sus palabras poco podían entenderse, se mezclaban con el llanto- ¿Cómo puedo estar feliz? -Apoyó el rostro en su pecho, mientras se quebraba- ¿Sabía que sería la última vez antes de nuestra muerte?

Daniela en completo silencio asintió, acariciaba con la punta de sus dedos la suave nuca de María José, mientras trataba de respirar de mejor manera, quería transmitirle seguridad y firmeza en cada uno de los pasos que darían a partir de ahora, pero al parecer tenía el efecto contrario, su ángel lloraba más.

Con un movimiento firme se levantó de la cama y, aunque las náuseas eran enormes, se mantuvo de pie afirmándose de su pareja. Miró sus manos que estaban calientes y húmedas, rojas y delicadas, cualquier roce en cualquier parte de su cuerpo le molestaba, pero seguía firme.

María José: Entonces ¿cuáles serán los planes? –Se secó las lágrimas y la miró tan llena de amor como su alma podía, estaba abrazándola por la cintura para afirmarla- ¿Regresar?

Daniela: Sí. –Tembló- Pero sé del lugar donde me gustaría morir, porque significa mucho para mí, no tengo hogar, ni familia, pero sé dónde quiero estar con usted al fallecer, sólo hay un problema.

María José: ¿Cuál? –Lo dijo con el rostro pegado al cuerpo caliente de Cropper, su aroma era exquisito sobre todo cuando traspasaba la tela de la suave blusa que llevaba puesta.

Daniela: No tengo la fuerza para mantenerme de pie, mucho menos para llevar las riendas del caballo, le pido perdón por ello amor mío. –Hundió el rostro en el cabello ondulado de María José, por el bien de ambas una de las dos tenía que ser la que fuera firme sentimentalmente- Tendrá que hacerlo usted.

No podían quedarse más tiempo, la gente que la reina había mandado a buscarlas estaba cerca, y la gran recompensa monetaria que ofrecía por la captura de ambas era sabida por todos. Sin dar mayores detalles le pidió al hombre de la recepción del hotel si podía ayudar a su "hermana" a subirse al caballo porque no se sentía bien. Fue así como en el patio trasero, él hombre empleó parte de su fuerza para que Daniela se impulsara y pudiera subirse al caballo, sentada detrás de María José, sin embargo, como mantenerse incluso en esa posición era agotador, tuvieron que sujetarla por la cadera a la de la inglesa con unas telas.

El hombre del hotel recibió un poco de dinero por su buena voluntad, con un simple "muchas gracias" y "adiós" ambas se despidieron y salieron por la parte trasera hacia un camino poco transitado. ¿No era extraño que dos mujeres fueran solas de esa manera en un caballo? No tuvo tiempo para reparar en más detalles porque desde adentro del hotel solicitaban su presencia.

Algunas miradas curiosas se posaban de vez en cuando en ellas, aunque sólo por el hecho de que no fueran acompañadas por un hombre. Por un segundo la morena sintió el deseo de quitarse el pañuelo y mostrar su rostro con plena libertad, dejar de lado las ataduras y gritarle al mundo que victoriosamente habían sobrevivido varios días sin ser descubiertas. Pero ¿no terminaría aquello por destruirles lo poco y nada que tenían para estar juntas? Se contuvo, respiró profundo y se enfocó en el camino. Tuvieron que dejar de lado algunas cosas, prácticamente iban con lo puesto, unas mantas y algunas provisiones, era todo lo que tenían en su poder, pero sobre todo y más importante, tenían sus vidas que aún les pertenecían.

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora