El calor que compartían en ese abrazo tenía más de un gran significado, Daniela estaba admitiendo que sentía cosas por ella, estaba haciendo lo que jamás hizo con una mujer, tenía sus propios miedos, Daniela basaba sus "relaciones" solamente en sexo, pero ahora con María José las cosas eran distintas. No sabía si lucharía por esa relación, pero al menos estaba dando el primer paso que era admitir que sentía algo. Por su parte, María José miraba impactada sus manos que descansaban en la espalda de Calle, sus propias manos estaban desvaneciéndose como el vapor desaparece en el aire. No pudo disimular la tensión de su cuerpo que llamó la atención de Daniela. ¡Estaba desapareciendo!
Daniela: ¿Te sucede algo?
María José: -miró sus manos aun detrás de Daniela, sus manos volvieron a verse tal cual eran antes y para cerciorarse que estaban allí, las apretó una y mil veces- Nada. No... no me sucede nada. –Le temblaba la voz, lucía como alguien que ve al diablo en persona. Si su propósito era que Calle se enamorara, entonces no tenía que estar más tiempo en el siglo 21- No me suelte, por favor no me suelte, no me deje ir. –Susurró asustada.
Daniela se quedó callada y con el ceño fruncido, la voz de María José salió de su boca cargada de una angustia tremenda, se estaba aferrando a ella con decisión y firmeza. ¿No dejarla ir? ¿A qué se refería con ello? Repasó sus manos una y otra vez por su espalda para hacerle sentir que no se iría de su lado, tal vez las palabras de la morena eran influenciadas por su ausencia de dos semanas. Ella la extrañaba y eso la emocionaba demasiado, su corazón era una bomba y una mezcla de emociones a punto de estallar.
Daniela: No voy a dejarte ir. –María José cerró los ojos al escucharla susurrar contra su oreja, si tan sólo supiera que eso debía ocurrir sí o sí, pero no, no estaba preparada aún para decirle que en cualquier momento podía dejarla, porque no era de este tiempo- ¿Me escuchaste?
María José: De la forma que sea, no me dejará. –"Es el destino que lo quiso así" pensó. Su piel estaba blanca, sus labios morados, se sentía enferma, pero continuaría en la reunión- Debo regresar, ¿su madre sabe que está aquí?
Daniela: Ella me dio la dirección de donde estaban. –Acarició su cabello ondulado, el más precioso de todos- Entraré, pero me quedaré en recepción, sabes tanto de la cultura inglesa que serás un gran aporte para mamá.
María José: Como no tiene idea. –Se puso de puntillas para besar su mejilla, pero ella corrió la cara para sostener su boca en un delicado beso. Era increíble lo que unos segundos besando podía hacer en el cuerpo de ambas, los vellos se erizaban, sus pieles estaban cual gallinas, el deseo fluía a varias terminaciones, provocando pequeños temblores- ¿Así será siempre? ¿Tengo permitido besarla y.... abrazarla?
Daniela: -estaba sonrojada, no estaba acostumbrada a los mimos con las mujeres- Sí, siempre que tú quieras.
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Viernes 16 de octubre 2014, 2 días después.
El vuelo hacia Exeter desde Londres tardaba tres horas y media. A las 8 am en punto, el equipo que trabajaba junto a María Fernanda Calle en "Lady Susan" partió rumbo a la capital del condado de Devon. María José había despertado con un humor diferente, tanto así que los demás se dieron cuenta e incluso se acercaron a preguntarle si estaba enferma, más ella había negado aquello y con una falsa sonrisa se acomodó en el asiento que tenía asignado.
Durante el vuelo sus ojos estaban puestos en las nubes que había unos cuantos metros más abajo que ellos, con el propósito de distraerse, la imagen que tenía era algo que nunca pudo imaginar en su vida, la tierra 8 kilómetros bajo ellos lucía como un mapa serpenteado por caminos y campos interminables de césped y comunidades. Recordaba cuando en más de una ocasión se sentó a tomar el té afuera de la mansión de los Goodwin, dedicando horas a mirar el cielo e imaginando como podían verse los seres humanos ante los ojos de Dios en las alturas. Su estómago se apretó de ansiedad, la acidez subió por su garganta, y la apagó con unos tragos de jugo que había llevado la azafata.