Capítulo 34

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Miércoles 26 de noviembre 2014, 5 días después.

El viento no era fuerte, pero sí suficiente para que aquella hoja amarilla se desprendiera de su rama, empezando a caer lentamente como si danzara, como si evitara llegar al suelo y decirle adiós a su casa. La hoja reposó finalmente en la cabeza de Daniela Calle que estaba sentada al borde de una fuente de agua con las manos apoyadas en sus rodillas y la vista en sus zapatos.

Tras cinco días de búsqueda, María José no aparecía, no podía entender como las palabras del coreano eran alentadoras diciendo que seguía en el presente. ¡¿Acaso eso era normal?! No, pero a pesar de que sonara absurdo, estaba tomándole el peso a la situación comenzando a cuestionarse todo, a buscar, a leer incluso todo lo que la morena le entregó en sus manos la noche que se fue del departamento. Efectivamente los únicos registros históricos decían que María José Goodwin había desaparecido repentinamente cuando la familia había hecho una cena, pero más de ella no se decía.

Cuando sintió la hoja en su cabello la sostuvo para observarla detalladamente, estaba sola como ella y anunciaba que el invierno llegaría en cualquier momento. ¿Estaría María José sola también? Suspiró con el corazón apretado, ahora que tenía la cabeza fría, quería conversar las cosas, recibir respuestas, pero por más que buscó a María José estos días, no había rastros de ella. Miró la hora en su reloj que marcaba las 19:00 hrs, casi no quedaban rayos de sol, el cielo que estaba con un precioso matiz de naranjos terminó por quedar entre el azul y el negro, era hora de irse. Esta vez la búsqueda la había hecho a pie, trató de pensar como María José y estar en lugares que tuviesen que ver con su personalidad, sin embargo, no tuvo éxito y ahora estaba sola, caminando.

Estaba tan enfocada en sí misma, sólo preocupada de lo que había pasado y lo que podría pasar en el futuro, que no se dio cuenta cuando de tanto caminar había entrado a un barrio residencial, de casas preciosas y con un extenso jardín a cada lado de la calle. ¿Por dónde se había desviado? Cuando iba a darse una vuelta para caminar hacia su departamento, sintió un calor enorme en el pecho. Sus zapatos cesaron en el asfalto, botando algunas piedrecillas a su alrededor, alzó la cabeza y miró hacia la ventana de un segundo piso en una casa color rojo oscuro. Tal cual como una abeja se acerca a una flor, ella empezó a acercarse a la puerta, mientras más cerca más rápido su corazón palpitaba. De pronto el ruido interior se hizo notorio, cada vez más fuerte, cada vez más cerca. Asustada caminó hacia unos arbustos del jardín y aunque se tropezó alcanzó a llegar para no ser vista, después de todo a nadie le causaría gracia sentirse espiado, ni mucho menos podían identificarla como Daniela Calle.

XX: Juraría que escuché un perro, que extraño. –La voz era la de un hombre adulto, apenas pudo ver su aspecto, parecía cansado, pero se veía, a pesar de todo, joven. Cerró la puerta lentamente dejando el ambiente en silencio otra vez.

Daniela miró hacia la ventana del segundo piso con preocupación. ¿Por qué se sentía atraída a ese lugar? No pudo prestarle atención más tiempo, caminó rápido por la calle para devolverse tras un mensaje de Par que le decía que iría a verla en unos minutos a su departamento.

No tenía idea de que el hombre que había abierto la puerta tenía el apellido Garzón.

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Mientras ambos cenaban, el coreano empezó a fijarse en los detalles del rostro de la persona que tenía al frente. Los ojos de Daniela habían empezado a tener una pequeña sombra bajo el párpado inferior que sólo cubría con un poco de maquillaje, aquello no era por drogas ni alcohol, aquello era dormir poco en las noches tratando de pensar donde estaba María José Goodwin. No estaba en el pasado, lo sabía y estaba seguro, su amiga Garzón no había despertado, por lo tanto, las cosas no eran peor de lo que pensaban. Le había traído comida de un restaurante griego para que comieran antes de emprender otra salida para encontrarla. Las fuerzas se estaban agotando, las esperanzas parecían más lejanas, pero el asiático le repetía a Calle que rendirse no estaba dentro de los planes

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora