La criada alzó la vista hacia la mujer que pronunciaba su nombre con tanta delicadeza que provocaba a su corazón taciturno. ¿Cómo era posible que María José Goodwin supiera su nombre? ¿Cómo era posible que su corazón estuviese palpitando con tanto júbilo? Su voz, había olvidado aquella voz tan dulce y educada, que sólo la señorita Goodwin poseía. Sus ojos oscuros no la observaban con la misma empatía de aquella ocasión en la que le ofreció su paño cuando el carruaje la pasó a llevar, esta vez había melancolía y algo especial. Frunció el ceño, pero cuando se dio cuenta de que si seguía en silencio provocaría la ira del señor Warwick, tosió y retomó el único papel que le correspondía, el de una criada.
Daniela: Tenemos fresas con una salsa de caramelo, helado de vainilla y tortillas con miel. -El silencio de la inglesa la terminó poniendo más nerviosa de lo que estaba, miró a Aaron, pero este observaba extrañado a María José. ¿Por qué la miraba tan fijamente? - Disculpe.
María José: Fresas con caramelo. –Sostuvo el vaso de vidrio que estaba en la bandeja- ¿Quién lo ha preparado?
Aaron: -Por supuesto que tomó la palabra, pero antes de responder le dio una severa mirada a su criada- Puedes retirarte, anda a trabajar.
La castaña agachó la cabeza y sin observar a María José, se dio la vuelta para perderse entre todas las personas que habían asistido al baile. ¿Por qué observar ese precioso rostro femenino era tan imposible? Tenía, una vez más, que recordar su lugar en esta mansión para sobrevivir.
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María José Goodwin agachó la cabeza con cortesía, al igual que el hombre que tenía frente a ella, Aaron Warwick. Un grupo de 18 personas, hombres y mujeres, estaban apostados en dos filas paralelas mirándose con diversión y alegría. Al igual que el baile pasado, los músicos seguían tocando en una esquina sus instrumentos, mientras muchos de los invitados observaban apostados alrededor la escena. ¿Qué sería más agradable y curioso que ver a la nueva pareja tener su primer baile juntos? "English Country Dance" era popular en Inglaterra y madre de otros bailes como la contradanza. María José Goodwin no se había olvidado de los bailes de su época, menos de dar los giros correspondientes entre las parejas a su lado y mucho menos de no quitarle la vista a su pareja. Aunque todos danzaban y aplaudían al ritmo, ella no podía llenarse del júbilo del baile, el aire arrogante que emanaba Aaron era muy fuerte, dejar de comparar a Liam con Aaron era imposible. ¿Cómo pudo, en su vida pasada, ser tan desagradable? Y eso que apenas llevaba conociéndolo una hora, la vida podía traerle realmente muchas sorpresas en esta época.
Aaron: Cuidado, preciosa. –Susurró porque en un giro la muchacha tropezó con otra chica, estaba distraída en sus pensamientos- Bailas muy bien.
María José: La señora Doyle, mi institutriz me ha enseñado todo tipo de cosas para ser una señorita digna de mi clase, el baile es sólo una parte de ellas.
Aaron sonrió gustoso, la muchacha tenía personalidad y eso le gustaba, un desafío más. ¡Un placer! Sabía que todos los ojos del salón estaban apostados en ellos, así que con mayor entusiasmo hacía todos sus saltos y giros de la coreografía. Warwick gustaba de ser el centro de atención en donde llegase.
La morena observó sus manos y las chocó como parte de la coreografía, pero el único deseo que tenía era salir de este salón y tomar aire fresco. El calor de la gente y las velas la estaban sofocando. Como si la hubiesen escuchado, la música fue finalizando, ella en una última vuelta volvió a su lugar y agachó el rostro para terminar. Necesitaba estar sola, pero era evidente que su compañero no pensaba lo mismo, además le quedaban cientos de personas con las que presentarse, era parte del protocolo.
María José: Se me ha olvidado algo en el carruaje, dispénseme, señor Warwick, pero iré en busca de ello y volveré a la mansión.
Aaron: Como verás, mi hogar es enorme y varios salones están habilitados para la fiesta, perderte sería muy fácil.