La única persona que le había dado un beso en la mejilla había sido su madre. ¿Quién se atrevería a hacerlo con la marca en su rostro? Más de algún hombre en su vida la había observado con deseo, pero en cuanto había cometido algún descuido y la quemadura quedaba expuesta, retrocedían o volteaban la cara con asco. Y mucho menos tenía contacto con alguna mujer. ¿Por qué sentía que, si bajaba la mano de su mejilla izquierda y le revelaba su marca a María José, ella iba a aceptarla tal cual? Sin embargo, el temor era más fuerte, no quería romper el momento tan precioso de aquel pequeño gesto. ¿Qué era todo esto, de todas formas? ¿Cómo podía alguien tan importante y bella como María José Warwick demostrarle afecto?
Daniela: Lo siento. –Susurró- Ha sido una... una total falta de respeto llamarla por su nombre.
María José: -Volvió a darle otro beso sobre la mejilla, pero esta vez más cerca de sus labios, jugando con el límite del deseo y el pecado- Pues así me llamo. ¿Cuál es el problema? –Sus susurros prendían cada fibra del cuerpo de la escocesa, no era de hierro para soportar todo esto.
Daniela: Señora Warwick. –Gimió antes de apretar los dientes y sus puños, si volteaba el rostro sólo unos centímetros, podría besarla como en sus sueños- Señora Warwick. ¿Qué es todo esto? ¿Por qué hace esto? –Se le quebró la voz, por supuesto que quería más, todo de ella si era posible, pero no podía y eso dolía- ¿Por qué si sabe que no se puede?
María José: Créame que aun sabiendo que no se puede, es lo que deseo. ¿Es realmente el ser humano el que tiene poder para prohibir los sentimientos del corazón? –Le hizo cariño en la nuca, teniendo la misma sensación de tranquilidad y ternura que cuando lo hacía con Calle- Yo no soy como las demás personas de la nobleza y eso debe bastarle, no tengo prejuicios ante los sentimientos. Así que, por favor, -susurró con necesidad- crea en mis palabras, yo simplemente... –la miró fijamente por unos segundos, tenía ganas de rogarle con todas sus fuerzas que la reconociera, pero a diferencia de Calle, a Cropper le era imposible tener recuerdos de lo que pasaría en el futuro, después de todo era eso, futuro.
Flashback
Daniela: Dios, María José prométeme una cosa, cuando estés en el pasado y me encuentres, por favor enamórame. –Sus ojitos mieles ya estaban rojos. ¡Estaba desapareciendo entre sus brazos!
María José: Y tú mi amor, cuando quieras encontrarme, por favor, hazme recordarte.
Fin Flashback
María José: Simplemente le pido que no me pregunte porque estoy haciendo esto, ni el motivo por el cual he besado su mejilla, tampoco la razón por la cual siento tantos deseos de abrazarla y refugiarme en sus brazos, por favor no me pregunte. –Antes de que ella pudiera responderle, la inglesa la abrazó tan fuerte como sus brazos le dieron abasto, la rodeó completamente por la cintura, mientras ella, después de despertar del impacto, la abrazó con ambos brazos, protegiéndola.
Si ella lo deseaba, podría levantar el rostro y verle la marca en la mejilla izquierda, sin embargo, respetaba de una manera muy especial la privacidad de la escocesa, sólo cuando ella lo deseara podría mostrarse por completo- Señorita Cropper. ¿Puedo pedirle algo?
Daniela: Lo que desee, señora Warwick. –Respiró profundamente el aroma de su cabello, algo así como flores y rosas, quiso gemir de placer y satisfacción, pero sería una falta de respeto para tan delicado ángel inglés- Sólo dígalo.
María José: Primero, dígame, señorita María José, no me diga señora Warwick, mi matrimonio no es algo que me haga feliz. Segundo, no comente esto con nadie, porque mi vida y la suya podrían estar en peligro. -Cropper apretó su puño. ¿Le habría hecho daño ese infeliz? No sólo sentía rabia con ello, tenía que mantener a raya el deseo de bajar el rostro y besarla como correspondía. ¿Quién era ella para hacer eso? Poder tenerla entre sus brazos ya era suficiente para alguien como ella, mucho más que suficiente- Tercero y más importante de todo, el destino me demostró que no importa lo que haga, en esta vida, en este siglo, no podré ser feliz como corresponde, por lo tanto, la viviré como pueda. –Separó su rostro del cuello de la muchacha, pero mantuvo los ojos cerrados, y continuó hablando entre susurros- Y dentro de eso está usted. ¿Sería mi refugio cuando esté feliz y también cuando esté triste?