"Si se presenta ante sus ojos, va a atormentarla con preguntas que no pueda contestar, le dirá María José, pensando que es Goodwin, la inglesa, le pedirá explicaciones de su desaparición, querrá recibir la misma atención, cuando no puede hacerlo porque no lo recuerda en lo absoluto, se extrañará de sobremanera cuando no escuche su acento o no lo recuerde."
Pensó tan sólo en un segundo, lo suficiente para distraer a su amigo y entrar con él al vehículo, de esa manera no tendría opción de que pudiese ver a Garzón allí parada con ese rostro de impacto. Quería protegerla, tenía un mal presentimiento o tal vez... no. Liam era incapaz de hacerle daño a ella. ¿Por qué comenzó a sentir miedo? ¿Desconfianza? Sin muchos ánimos le sonrió al turco, antes de que partiera hacia una cafetería que les diera el espacio para hablar de lo que había pasado en Washington D.C.
Calle no tenía cómo saber que al igual que Garzón, su alma reconocía al alma de Liam Özkan, por lo tanto, sentimientos vividos en su vida pasada reaparecían como un modo de defensa. Miró hacia afuera, quedándose con la imagen de la muchacha alejándose poco a poco, definitivamente necesitaba conversar con Sounya un día de estos para recibir ayuda de una amiga que la guiaría por el camino correcto y además sería con quién descubriría el origen de esos sentimientos.
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Exeter, Inglaterra, 10 de octubre de 1710.
Su cabello estaba disperso sobre la almohada, mientras algunas solitarias hebras de este se pegaban a su rostro con el calor y la humedad del sudor que brotaba. Dolor de garganta, de sus extremidades y fiebre, síntomas que habían aparecido en la noche, la tenían así, débil como un polluelo recién nacido. Aaron había estado toda la noche sin dormir, preocupado por las constantes quejas de su esposa, apenas había aparecido el sol en el cielo, se encargó de que uno de los criados fuera a buscar al médico de la familia.
A María José no le gustaba recibir atención de esa manera, sabía que era un simple resfriado, consecuencia de andar descalza por los jardines de la mansión Warwick en plena noche, sin embargo, estaba tan exhausta que era incapaz de explicárselo a su esposo. "Esposo", aun después de dos meses no le gustaba llamarlo de esa manera, ni con ninguna palabra de cariño o que demostrara sentimientos. Sentía asco al recibir sus besos o cuando tenía que fingir disposición para tener sexo las veces que él quisiera. Le había fallado a Daniela Calle en ese aspecto, pero en el fondo siempre supo que sería así, María José no podía estar con nadie más antes que con Aaron, aquello desataría más problemas de los que ya tenía, era un martirio tener que dejar que ese hombre la tocara, esos momentos eran los más dolorosos para ella. Poco a poco ya se sentía como una prisionera, una farsante, incluso cuando asistía a cada reunión o baile en el que una de las parejas más famosas de Inglaterra fuese invitada, debía sonreír por complacer, hacer cumplidos sin sentido, y vivir una farsa.
Sintió la mano de Aaron acariciar su frente, mientras escuchaba al médico hablar de su estado de salud, unas cuantas hierbas medicinales, técnicas para bajar la fiebre y reposo absoluto terminarían cuanto antes con los síntomas de una aparente gripe. ¿Cómo cuidarla si tenía que laborar como Vizconde?
Aaron: Tengo que reemplazar a nuestro conde de Devonshire en materias de gobierno, quién no se encuentra en buen estado de salud y quién sólo hace tres años ha recibido el cargo, por lo tanto, tiene mucho trabajo. Creo que dejaré los cuidados a una criada. –Al médico no le incumbía lo que el señor Warwick hiciera o no, lo importante era que se hicieran cumplir sus órdenes porque su mujer estaba débil- Gracias doctor Moncrief.
El hombrecito de pelo blanco y ojos mieles salió de allí entregándole a una criada las indicaciones, siendo explícito en qué tipo de hierbas debía beber en un té caliente. Antes de salir de la habitación, Aaron le dio una mirada a su esposa, una mirada que cargaba preocupación pues a pesar de ser un idiota o un egocéntrico, sí sentía algo profundo por ella.