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Capítulo 25

(Demián)

Apenas llegué a París y ya estaba volviéndome loco por saber algo de mi ángel, estos días han sido desgarradores, parecía que la suerte me había abandonado, pero en realidad la que me había dejado en la penumbra era ella, mi Nadia.

Renté un cuarto pequeño en un edificio que fungía como casa de huéspedes, no quería gastar mucho dinero por sí necesitaba alguna suma fuerte para encontrar a mi ángel, antes de venir a Francia arreglé todo lo concerniente a la herencia que me había dejado mi abuelo, y el tiempo que trabaje en M&D me había servido para ahorrar una cantidad considerable, también vendí mi automóvil, ya después me compraría otro.

Ayudé a Frank con la compra de un nuevo departamento, quería remunerarle y agradecerle el hecho de que en primera instancia él hubiera pagado gran parte del lugar donde vivimos tanto tiempo, pero no quería que mi mejor amigo sufriera por tener que recorrer una gran distancia de su trabajo a casa, y definitivamente era necesario mudarse a otro lugar un poco más decente, así que él ahora estaría más cómodo y más cerca de su nuevo empleo.

Al principio Frank se opuso a que lo ayudara, pero al final terminó por entender que era mejor vender nuestro viejo departamento para comprar otro que quedará más cerca del centro, así que después de un par de días encontramos el ideal para vivir en él, sí bien no sabía cuál sería mi destino, sí regresaría a Nueva York o no, estaba bien tener un lugar al cual regresar siempre.

En cuanto estuve instalado en París, salí a caminar sin rumbo fijo, sólo con la firme convicción de encontrarla lo más pronto posible, y es que sí bien sabía que había venido a estudiar, algo en mi interior me gritaba que ella estaba pasando por algo difícil, ya que dos días antes de venir me encontré frente a frente con Sebastián y Candy afuera del metro, con sólo mirarlos me di cuenta que estaban juntos, el odio me recorrió el estómago en todas direcciones, así que fingí tropezar con él, Hicks queriéndose creer muy valiente, me insultó, mientras la pelirroja trataba de contener la risa; lo que ése par no esperaba era mi reacción, un puñetazo directo en la nariz de Sebastián con mi mano derecha fue lo que recibió, para después quedarse tirado con la boca cubierta de sangre, la pelirroja comenzó a gritar histéricamente, pero antes de marcharme le dejé una patada en el estómago con toda la rabia que había estado conteniendo durante tantos años; me marché del lugar con una enorme sonrisa de satisfacción, al menos así pude descargar toda mi frustración.

No terminaba de entender como Hicks podía haber sido tan estúpido como para menospreciar a alguien tan hermosa y perfecta como Nadia, me era irrisorio que alguien como él no tuviera en mente que una chica como mi ángel lo merecía todo, absolutamente todo y sólo lo mejor del mundo. Ella era alguien que simplemente iluminaba la vida de todos los que pasaran a su alrededor, era tremendamente hermosa y dulce como para que no la tomaran en serio, realmente era una idiotez no darle la importancia que merecía, pero estaba consiente que alguien como él jamás podría entender que una chica como Nadia Foster era lo más valioso del mundo.

Estaba consciente de que ella podía tener muchas fallas, que bien podría no ser ideal para las demás personas, pero para mí lo era, siempre lo sería, por más errores que cometiera, por más daño que me causara, yo estaba tan enamorado de ella que la aceptaría sin ningún tipo de condición, tal vez nadie comprendería lo que yo siento, ni la vería de la forma en que yo la veo, sin embargo mi ángel para mí lo es todo, siempre será todo, así que no necesito que alguien entienda el amor que le tengo, no necesito que alguien me entienda, sólo sé que la amo, eso es lo único que cuenta.

Ésa traición por parte de ambos, podía acarrear que Nadia saliera afectada de la peor manera; sabía lo mucho que estimaba a Candy, todo éste tiempo siempre las vi tan cercanas, no sería para menos que mi ángel tuviera el corazón destrozado por todo esto.

El ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora