Adaptación

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Capítulo 42

(Nadia)

Dos semanas pasaron rápidamente, y cada vez lo que sentía por Demián se estaba volviendo mucho más real, hacía días me había dado por vencida conmigo misma, ya no podía con esa firme locura que él despertaba en mi mente, no podía con los latidos de mi corazón que se hacían más fuertes cada vez que él me tomaba de la mano, no podía contra todas esas muestras de cariño y amor que siempre tenía hacía mí y sobre todo, no podía más con la boba sonrisa que aparecía en mis labios apenas él cruzaba por mi vista.

Habíamos hecho de los paseos a medio día nuestra oportunidad para irnos conociendo, mientras caminábamos por la nieve, contemplábamos el paisaje hermoso donde nos encontrábamos, disfrutábamos de nuestra mutua compañía, mientras conversábamos, que era mi momento favorito, escucharlo hablar era lo que más me gustaba de él, porque Demián era tan inteligente y divertido, tan directo y dulce, tan romántico y sexy, que siempre encontraba la forma de hacerme interesar en él.

Yo sólo me dedicaba a observarlo, me fascinaba verlo sonreír cuando hablaba de algo gracioso o como se ponía serio cuando me daba detalles de esos seis años que estuvo a la sombra; eso me revolvía muchos sentimientos y emociones, sobre todo porque ahora entendía mucho de lo que él había tenido que pasar para llegar hasta este punto, muchas situaciones horribles, como cuando casi le daba una congestión alcohólica por haber bebido días sin parar, o como cuando me encontró en aquel bar, absolutamente drogada. Ése día jamás podría olvidarlo, porque fue la noche que Alan Dugarry me destrozo en muchos sentidos; no había querido decirle a Demián nada de lo que viví con ese psicópata porque no quería que él se sintiera mal o perdiera la razón e intentara buscarlo y vengarse de algo que prefería dejar atrás, por eso ahora me concentraba en él, en Demián y sus hermosos ojos azules.

Para despejarme de todos esos horribles recuerdos, dejaba toda mi atención en él, en su forma de mover sus manos, y dejaba que su olor a menta y cigarrillos me fuera enamorando cada uno de mis sentidos; suspiraba como una chiquilla enamorada, y siempre me hacía la misma pregunta: "¿Por qué tardaste tanto en aparecer en mi vida?"; no se lo había dicho, pero a veces solía imaginar una vida donde él estaba conmigo y nada del horror que viví se había realizado, esas imágenes de nosotros juntos siempre me acompañaban por las noches y era así como me quedaba dormida, sonriendo y pensando en Demián.

Trataba de no demostrar mucho lo que empezaba a sentir por él, sobre todo porque cierta parte de mi mente aún conservaba ese temor a que pudiera lastimarme, a que esto se convirtiera en algo mucho más dañino de lo que podría soportar, porque sabía que emocionalmente no estaba bien, y a veces sentía que mis sentimientos por Demián no eran más que un apego por estar día y noche a su lado, por eso intentaba mantener un poco de distancia entre nosotros, sin embargo Demián iba adquiriendo un poder sobre mí bastante fuerte y exacto, eso de alguna forma me gustaba pero debía irme con calma, aunque teniendo a un hombre como Demián difícilmente cualquier chica, incluyéndome, iba a poder seguir fingiendo cierta indiferencia, cuando hasta por los poros se notaba que sentía algo muy especial por ese perfecto chico.

Terminé de preparar la sopa de verduras que mamá me había enseñado a hacer, afortunadamente me había quedado bien, ahora solo tenía que freír el pollo con tomate y la comida estaría lista. Observé a Demián por la pequeña ventana que daba vista al patio trasero, él estaba partiendo la leña con una hacha, los troncos salían disparados hacia varios lados en pedazos más pequeños; no pude apartar mis ojos de su cuerpo, sus manos eran para mí una especie de atracción inevitable, me gustaba como pasaba su ante brazo para limpiar el sudor que iba acumulándose en su frente, el día estaba soleado, pero la nieve que cubría todo seguía refrescando el ambiente; él llevaba puesta una camiseta blanca, su abdomen se podía admirar perfectamente, lo cual lo hacía verse tan atractivo.

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