Dolor

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Capítulo 9

(Demián)

Hace un año que conocí a mi dulce ángel, a mi Nadia; ha pasado tanto tiempo desde que la miré aquella vez en el parque, pero aún recuerdo exactamente cada segundo de nuestro encuentro; no he dejado de seguirla a dónde va, siempre encontrando la forma precisa para estar cerca de ella sin mostrarme del todo.

Su cumpleaños es éste fin de semana y estoy tan emocionado, cumplirá trece, justo la edad que tenía yo, cuando mi abuelo me regaló aquel diario, el cual me ha ayudado a memorizar cada detalle de mi pequeña.

Sigo trabajando para Mark&Designs, pero ya no como mensajero, ahora estoy en Atención a Clientes, aprendiendo un poco más de la agencia, y eso no me ha dejado satisfecho, ya que ahora me pasaba la mayor parte del horario de trabajo metido en una oficina, pendiente de las llamadas que recibían a diario, eso ha hecho que no pueda ver a mi Nadia como corresponde, sin embargo había aceptado el puesto porque traería un ingreso económico mucho mejor y es que a pesar del apoyo de mi padre, quería seguir teniendo cierta independencia.

Estaba pensando en hacer algo especial para mi dulce ángel, necesitaba hacerle saber que estaba ahí para ella, aunque ella no tuviera la más mínima idea de mi existencia, eso dolía, pero ya llegaría el momento ideal para acercarme, y demostrarle el amor tan infinito que le tengo.

—¿Podrías ayudarme con la copiadora? ¿Por favor? —Alix estaba parada en la puerta con una pila de papeles, sonriendo.

—¿Otra vez se atoró? —hablé, mientras me ponía de pie.

—Si, odio que eso pase, más cuando tengo que entregar todos estos manuales —movió sus manos y las hojas se sacudieron.

—Bueno, veré qué puedo hacer al respecto —sonreí.

Alix había entrado a trabajar hacía más o menos seis meses, llevando la papelería a las diferentes áreas de la empresa; se podría decir que yo le había conseguido el empleo el verano anterior, pero agradó tanto su desempeño que la contrataron de manera fija. Nos llevábamos bien, sin embargo no diría que tuviéramos una amistad, ella es simplemente una compañera de trabajo y de la universidad, casi no sabíamos nada el uno del otro, y gran parte porque a mí no me gustaba profundizar en mi vida privada.

Nos dirigimos al pequeño cubículo que estaba acondicionado para lugar de copiado. Observé cada una de las piezas de la copiadora, encontrando un par de hojas blancas tan atascadas que se habían roto por la fuerza al querer salir.

—Encontré a las culpables —le mostré los pedazos de las hojas.

—¡Ay qué pena, Demián!, de haber sabido que era sólo eso no te habría molestado —hizo un puchero, lo que me hizo reír un poco.

—No te preocupes, Alix —le di un ligero apretón con mi mano derecha en su brazo.

—Es que te hice venir aquí para nada, seguramente tenías mucho trabajo, lo siento —trató de ponerse seria, pero le ganó la sonrisa.

—No pasa nada, no es como si el problema de las hojas atascadas se notara a simple vista —tomé lo que restaba de las hojas, y las deposité en el bote de basura que estaba a un lado.

—Aun así me siento una tonta —su cara se puso tan roja, así que empezó a abanicarse con las hojas que tenía en las manos —Hace calor aquí ¿No lo crees? —se mordió el labio inferior.

—Un poco —honestamente yo no sentía ningún calor, pero le seguí la corriente —Bueno, te dejo con el problema resuelto —le señalé la copiadora —Nos vemos después.

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