Inolvidable

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Capítulo 29

(Demián)

Los días pasaron lentamente, haciéndome desesperar porque estar postrado en una cama sin la más mínima fuerza para ponerme de pie era un suplicio para mí, sobre todo ahora que las ganas de ir por Nadia recorrían cada partícula de mi cuerpo, sin embargo el médico que había traido el padre de Didier me prohibió seguir ingiriendo alcohol, lo cual no me importaba en absoluto, ya que había tenido suficiente con todo lo que estaba bebiendo anteriormente, lo que me hizo enloquecer fue que no me dejara ponerme de pie hasta que terminara el maldito tratamiento, estar una semana completa en absoluto reposo y con suero cada doce horas me hacía sentir más enfermo de lo que en verdad estaba.

La realidad era que sí estaba enfermo, pero no era una enfermedad física, más bien iba por el lado emocional, mi mente y mi alma estaban enfermas de tanta decepción, locura y tristeza, me había enfermado de algo que no tendría cura científica o médica, no al menos hasta que tuviera a mi dulce ángel entre mis brazos, sólo así habría una sanación real y completa para mí.

Observé en mi brazo izquierdo la vena por donde corría el suero, estaba un poco hinchada y amoratada, no me dolía sin embargo era tan desesperante no poder encontrar comodidad alguna porque un simple movimiento provocaba que la aguja se moviera de su lugar y bloqueara el líquido haciendo que tuvieran que acomodarla de nuevo; el suero en mi brazo se me hacía interminable, me pasaba horas observando como caía cada gota, parecía que jamás el contenido de aquella bolsa desaparecería.

—¡Señor Holden, es hora de que coma! —el chico rubio apareció con una charola, llevaba un plato con un tazón humeante, pan y una pequeña jarra con agua.

—¡Gracias Didier! —ése tipo de gestos me hacían sentir tan indigno de ellos, así que traté de mirar el techo.

—Le traje también su teléfono, ya tiene suficiente batería para que pueda comunicarse con su familia... —hice una mueca, de inmediato cambió el tema, mientras dejaba la charola en la mesita de noche, como lo había estado haciendo todos estos días, después puso el celular sobre mi mano derecha, lo sujete suavemente —Creo que pronto podrá salir de aquí, ¿A puesto que quiere distraerse con algo más que la vista que le da la ventana? —rió un poco.

—Sí por mí fuera, ahora mismo me iría de aquí... Tengo tantas cosas por hacer...

—¿Quiere regresar a Nueva York con su novia? —el corazón comenzó a latirme rápidamente, mis ojos se cristalizaron apenas la imagen de mi dulce ángel llegó a mi cerebro.

—No tengo novia —sonreí tristemente ante esa verdad que me carcomía el alma.

—Entonces ¿Quién es Nadia? —tomó asiento junto a mis pies y me observó fijamente.

—Nadia es... E-Es... —el nudo en la garganta me impedía terminar la frase.

—Usted no dejaba de repetir su nombre el día que... —interrumpí al chico.

—Lo sé... Yo no...

—Ella debe ser muy especial para usted, siempre que venía a dejarle comida, la cual nunca probó, hablaba de ella como si estuviera frente a usted —hizo una mueca al recordar esos momentos —Creo que la ama demasiado...

Las lágrimas aparecieron en mis ojos, me esforcé por mantenerlas ahí, no quería llorar más, lo que quería y necesitaba era estar con ella, lo necesitaba con insistencia.

—Será mejor que lo deje solo, sí necesita algo llame a la recepción —sonrió brevemente.

—¡Gracias Didier! —le sonreí de vuelta.

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