Fresas

337 29 82
                                    

Capítulo 8

(Demián)

Chelsea llevaba tres días de visita en Manhattan, se había acomodado en el departamento sin ningún tipo de objeción; se podría decir que Frank y yo agradecíamos su presencia, estábamos alimentándonos genuinamente, ya que ella era una maravillosa cocinera.

Salí rumbo a mi trabajo, ahora no me sentía tan presionado por llegar casi corriendo porque la hora de salida de la universidad con la de la entrada en Mark&Designs se empalmaban casi de manera perfecta, había días en los que no tenía presupuestado ningún contratiempo y al final terminaba llegando tarde porque a algún profesor se le había ocurrido hacer algo de última hora, provocando que el señor Fisher me diera una reprimenda, la cual al final del día dejaba pasar, argumentando que entendía por qué llegaba tarde. A veces tenía la impresión de que me llamaba la atención para que los demás empleados no sintieran que tenía alguna preferencia por mí.

Abordé el metro sentándome del lado de la ventanilla, mientras escuchaba música en mi IPod. Fue casi mágica la forma en que mi sentido del olfato percibió un aroma a fresas, bastante ligero y sutil, provocando que buscara con la mirada el lugar de dónde provenía ese rico y dulce perfume. Mis dedos comenzaron a temblar y poco a poco mis brazos siguieron ese leve movimiento, hasta invadir todo mi cuerpo y es que ella, Nadia, mi dulce ángel estaba frente a mí, a unos escasos metros, con la cabeza recargada en su padre, el señor Foster leía el periódico y pareciera que ella de vez en cuando leía algo de reojo.

Era la imagen más tierna que había visto en toda mi vida, y es que mi Nadia es lo más hermoso, puro y sublime de éste mundo, ¿Qué no haría yo por ti? ¿Qué no daría yo por ti, mi hermoso ángel? Dije para mí, me parecía tan irreal que alguien así pudiera habitar ésta tierra.

Tomó la mano de su padre, indicándole que estaban próximos a bajar, de inmediato empecé a debatirme entre sí seguirla o ir al trabajo, maldije mi consciencia, porque me gritaba que debía cumplir con mis obligaciones pero mi corazón me demandaba darle más vida, más amor y más perfección; no quería alejarme de ella, no me era posible seguir dentro de ese vagón, sabiendo que ella iba por ahí, llenando cada parte del mundo con su increíble presencia, sin yo poder admirarla más.

—"Al diablo con todo" —murmuré con mis labios casi cerrados, me levanté del asiento y me recargue en la puerta, así podría salir detrás de ellos.

Bajamos varias personas en la estación, yo empecé a caminar a una distancia prudente de la de ellos, poniendo toda mi atención en cada movimiento de Nadia.

Caminamos varias cuadras, hasta llegar a una pequeña exposición de pintura al aire libre; ella iba del brazo de su padre, y noté que tenían una relación muy estrecha, ya que hablaban y se sonreían el uno con el otro; los dos observaban cada cuadro de pintura que había en el lugar, comentando algunas cosas entre ellos, la sonrisa de mi dulce ángel era tan hermosa que me dolía el alma.

Un rato después el señor Foster y Nadia se acercaron a un hombre que vendía algodones de azúcar, de inmediato sonreí al imaginar lo preciosa que se vería comiendo un algodón rosado, era algo que purificaba cada parte de mi espíritu y lo llenaba de una inmensa dicha.

Se sentaron en una de las bancas de metal verde, yo me senté en otra, justo a unos tres metros de donde ellos estaban. Saqué un cigarro y lo encendí, dejé que el humo llenara mis pulmones, aún tenía un leve temblor en mi cuerpo. Busqué mi teléfono y le envíe un mensaje a Rupert, que era mi jefe directo, diciéndole que no iba a presentarme al trabajo porque tenía una gripe muy cruel; no me gustaba mentir, pero en ésta ocasión estaba más que justificado.

Observé detenidamente como mi dulce ángel se llevaba el algodón rosado a su boca y como sonreía al sentir su sabor, entonces quise saber ¿A qué le sabría?, ¿Qué tan rico y dulce le parecía?, y ¿Qué sensaciones le provocaba? Soy un loco fantaseando con una dulce niña, pero mis fantasías son basadas simplemente en lo único y sincero que provoca tanta ingenuidad y simpleza en su alma.

El ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora