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Capítulo 1

(Demián)

Salí a caminar al parque de siempre, podía tranquilizarme ahí, me gustaba de vez en cuando observar a todas aquellas personas que se encontraban en ése lugar, parecía que sus vidas eran tan perfectas, sonreían, reían y disfrutaban de las cosas más simples.

La escuela se estaba volviendo una total tortura, estaba en exámenes finales y aun no decidía que iba a hacer con mi vida, tengo 18 años y no he pensado siquiera a que universidad iré. Mis padres creen que irme a Boston me alejara de las cosas malas que hay en el barrio de Brooklyn, pero eso no es necesario, yo no necesito drogarme o embriagarme para sentirme importante, mi único vicio: fumar, es lo que me relaja; después de sentir la presión de mis padres, creo que hoy lo necesito con urgencia.

Caminé hasta sentarme debajo de aquel árbol, mi lugar sagrado y preferido, nadie se sentaba debajo de él porque era un árbol viejo, pero a mí me gustaba, me recordaba un poco a mi abuelo: viejo y sabio.

Miré a mi alrededor, los niños jugaban en los columpios, se veían tan alegres, de pronto ella apareció de la nada, montada en una patineta, no pude evitar reírme cuando salió disparada de ésta, dándose un gran golpe. Observé cómo se levantó, y le sonrió a los demás chicos que estaban rodeándola, dio unos cuantos pasos y empezó a reír con tanta fuerza que me sentí tan vivo por primera vez desde hacía mucho tiempo... Y entonces, encontré la misma imagen de la perfección, sus mejillas rosadas, su cabello negro y esos hermosos ojos ¿Qué color son? Busqué entre mi gama conocida de colores para poder identificarlo ¡Vaya, son algo así como verde azul! Me reí de mí mismo, pensando en colores de ojos, pero ella, ella me captó por completo, ella... Será ella, desde hoy y siempre... Es que ¿Cómo no sucumbir ante tal pureza e inocencia?

Estaba sucediéndome algo muy extraño, las manos me temblaban, mis ojos empezaban a ponerse cristalinos y mi corazón estaba latiendo desesperadamente, tenía una descarga de adrenalina recorriendo todo mi cuerpo, provocando que los vellos de mis brazos se erizarán, despertando en mí algo nuevo, algo que jamás había existido para mí, hasta hoy.

Quise correr hacía ella, abrazarla fuertemente y no dejarla ir nunca. Me paré y caminé unos cuantos pasos, estaba necesitando tenerla cerca, pero me detuve... ¡Es una niña, Demián! ¿Cuántos años podrá tener? ¿Doce, trece? Y entonces me di cuenta que lo que estaba sintiendo en ese momento, sería mi perdición, porque yo soy una persona adulta y ella, ella no puede... ¡Yo no debo pensar en nada de esto!

Me escondí detrás de un árbol que estaba cerca de donde ella se encontraba, trague saliva y sacudí mis manos, tenía que controlarme, tomé un cigarrillo, lo encendí casi de inmediato, tenía que tranquilizarme, ahora.

No sé qué me estaba pasando, no podía compararlo con nada que me hubiera sucedido antes, esto era totalmente desconocido, no lograba definir qué era esto, y casi sin meditarlo mi consciencia me dio una palabra: "Necesidad", ¿Qué significa eso? Escarbé en lo más profundo de mi mente, pero no logré unir esa palabra a alguna situación de mi vida, así que me di por vencido.

Luché contra mis ganas de acercarme a ella, no era correcto, no cuando mis intenciones no van por buen camino, ¿Pero de qué hablo?, es mejor olvidarme de esto. Ella corrió hacía donde estaban unas personas, que bien podrían ser sus padres; fue entonces cuando decidí dar marcha atrás y regresar a casa.

Llegué y de inmediato subí a mi habitación, aún con la emoción de haber experimentado algo así, es que ¿Cómo llamarlo?, no se me ocurre nada, así que no le pondré nombre. Me recosté en mi cama, le di vueltas y vueltas a la misma escena, esa dulce sonrisa y esa limpieza en su alma; me sentí realmente afectado por esto que acababa de pasar, y sin esperarlo, lloré, me daba la impresión de que mi cuerpo necesitaba limpiarse de alguna forma, así que no me alarme por eso.

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