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Capítulo 49

(Alan)

—¡Cómo sí fuera a dejar de dormir por eso! —mi risa se podía escuchar por toda la sala de entrevistas de la penitenciaria.

—Entiende Alan, te equivocaste al enviarle esa nota a Holden, terminaste aceptando que abusaste de Nadia, y no habrá forma de sacarte limpio de eso...

—¿Crees que me interesa a éstas malditas alturas salir limpio de eso? ¡Por sí te parece poco, estoy en una puta prisión de máxima seguridad en U.S.A., ya me condenaron por otros crímenes mucho más importantes que lo de esa ramera es nada, ella es nada...!

—¡Sólo debías mantenerte alejado de ella y de Holden, echaste a perder el trabajo que estaba haciendo para que no tuvieras más problemas...!

—¡Yo voy a hacer lo que se me reviente en gana! ¿Entendiste? ¡No olvides que yo soy el que te está pagando, y sí se me antoja cogerme de nuevo a esa perra, lo voy a hacer!

—¡Entonces no tengo nada más que hacer aquí...!

—¿De qué estás hablando imbécil? —nos miramos cara a cara.

—¡No voy a representarte más, renuncio como tú abogado!

Solté una carcajada.

—¡Hay que reconocer que tienes agallas para plantarte frente a mí a pegarme de gritos y a darme órdenes! —seguí con la risa entre mis labios —Las cosas no son así de simples, Philippe, desde que aceptaste los dos millones de dólares para trabajar para mí, debiste darte cuenta que no hay marcha atrás, aquí no existe un: "Dejo de ser tú abogado"; sí te atreves a marcharte, entonces entenderé que me das carta abierta para ir por tú familia, y voy a ser muy sincero —hablé sin apartar la vista de la suya —En éste momento tengo tanta sed de venganza que lo que le haría a tú mujer y a tú madre sólo me haría hervir más la sangre; no existe forma de que quede satisfecho por eso, pero podría tomarlo como un aperitivo —seguí mirándolo fijamente —¡Puedo jurarte que mandaría pintar las calles de París con su sangre y tendrías que buscar por toda Francia el rompecabezas de sus cuerpos, porque eso es lo que haré con ellas, las voy a partir en tantos pedazos que te llevaría la vida entera poder armarlas de nuevo!

El temblor en su cuerpo se hizo evidente, limpió con nerviosismo el sudor que ya se había acumulado en su frente; provocar temor en las personas era una de mis drogas favoritas, sino es que la número uno de mis adicciones.

—¡Así que ve aprendiendo de una puta vez, yo estoy a cargo y se hace lo que yo digo! —puse mucho énfasis en la palabra "Yo" -¡Sí digo que tienes que hacer lo que sea para sacarme de aquí, tú vas a hacer lo que sea, lo que sea! ¿Entendiste? ¡Pon a trabajar a quien sea para lograrlo, sí tienes que sobornar al maldito presidente, lo haces, y sí hay que matarlo, contactas a alguien para que lo haga o tú mismo lo haces, punto!

Philippe se quedó inmóvil por unos segundos.

—No voy a retractarme de lo que le hice a esa puta, ni voy a desistir de lo que quiero hacerle, nada ni nadie va a hacer que cambie de parecer, la quiero muerta junto con su familia y de Holden me encargó yo, no voy a desaprovechar el hecho de que estamos metidos en la misma prisión —di unos cuantos pasos alrededor de él —¡Lo que quiero es que ese par se muera, pero antes de eso, necesito, sí, escuchaste bien, necesito vengarme, hacerlos sufrir y cuando yo crea que ha sido suficiente, voy a ir por un poco más! —hablé casi para mí mismo —¡Los quiero fuera de éste mundo a como dé lugar, y eso no ocurrirá hasta que yo diga que se acabó! —hice una breve pausa para pasar saliva —¡Tú sólo concéntrate en lo que debes hacer y no tendremos problemas, de lo contrario vas a conocerme, aún no has visto lo mejor de mí, no tienes una puta idea de quién soy yo, no imaginas siquiera hasta dónde puedo llegar sí me propongo cumplir algo! ¿Entendiste?

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