Capítulo 44
(Nadia)
Demián y yo tomábamos un baño juntos en la tina, el agua tibia era perfecta para relajarnos; hablábamos de muchas cosas, pero lo que más me entusiasmaba era los planes que hacíamos para nuestro regreso a Nueva York, porque ya lo teníamos muy claro, volveríamos en un par de días.
—Es de esperarse que tus padres estén buscándote en estos momentos, así que debes llamarles, mi ángel —yo tenía a Demián entre mis brazos, mis piernas estaban rodeando su cadera, mi mano derecha presionaba la esponja para que el agua saliera y cayera directamente sobre su pecho.
—¡Tengo miedo, amor! —dije muy cerca de su oído.
—¡No deberías, mi ángel, cualquier cosa que suceda sabes que estaré a tu lado para enfrentar lo que sea! —besó mi mano sutilmente.
—¡Yo eso lo sé perfecto! —recargue mi barbilla en su cabeza y lo abracé más fuerte —Es solo que me da muchísimo miedo que mis padres no entiendan y acepten lo nuestro, yo no podría apartarme de ti sí eso pasara.
Nos quedamos en silencio, cada uno sumergido en sus propios pensamientos, los míos sólo se centraban en qué sucedería con nosotros sí mis padres no quisieran que Demián estuviera conmigo, en mi vida, eso no podría soportarlo, no permitiría que me apartaran de él cuando el simple hecho de pensarlo me aterraba.
—Sí las cosas no salen bien con mis padres, necesito que me prometas algo —se giró un poco para mirarme de frente; me detuve a observarlo detenidamente, llevaba una barba ligera, sus labios carnosos y un tanto rojizos estaban un poco abiertos, sus ojos azules brillaban de la misma forma que me cautivaban siempre; su cabello castaño estaba un tanto crecido y algunas gotas de agua se esparcían por su rostro, me tomó un segundo suspirar ante éste hombre que logró enamorarme de forma desmedida, mis ojos se llenaron de lágrimas ante los fuertes sentimientos que iban asentándose en mi alma; quería amarlo, de hecho, ya lo amaba pero deseaba amarlo más, porque él merecía que lo hiciera, que yo luchara ésta vez porque estuviéramos juntos y lo haría, lo haría siempre.
—¿Qué pasa, mi ángel? —seguía sin acostumbrarme a que me nombrara de esa forma, sentía que yo no merecía ésa palabra porque estaba tan lejos de definirme como tal, sin embargo la voz tan masculina de Demián me hacía sucumbir a todo, hasta sabía que al final terminaría aceptando que me dijera así sólo por el simple hecho de venir de él.
Lo besé delicadamente, dejando que mis labios se adaptaran a los de él, disfrutando absolutamente de ese contacto tan delicioso.
—Quiero que me prometas que sí nuestros padres no aceptan lo que ahora tenemos, tu y yo, igual vamos a mantenernos juntos, que nadie va a hacernos dudar de lo que sentimos y sobre todo que lucharemos por seguir unidos, eso quiero que me prometas —fijó su vista en mí y sonrió de la única forma que podía dejarme tranquila, de la única manera en la que no me dejaba dudas de que estaría conmigo, de la única forma que necesitaba para sentirme feliz.
—!Prometo que haré todo lo que esté en mis manos y más para que nos mantengamos unidos, no te dejaré, jamás lo he hecho, y no lo haré ahora que sé lo que sientes por mí! —sonrió más abiertamente y movió ligeramente su cabeza negando un par de veces —¡No hay nada que pueda apartarme de ti, Nadia, ni siquiera tus padres o los míos, nadie podría alejarme de ti, nunca!
Tomó mi rostro entre sus manos y me acercó al de él, me miró fijamente, mientras mi corazón comenzaba a latir con fuerza, mis piernas empezaron a temblar.
—¡Te amo, Nadia! —besó mis labios con tanto amor y cariño que me hizo estremecer y suspirar de forma inconsciente, no había sentido algo así de honesto por nadie, nadie sería capaz de hacerme sentir lo que Demián me hacía sentir en estos momentos porque sencillamente no podría existir alguien tan perfecto y dulce como él.
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El Extraño
Romance"Llegaré hasta el fin del mundo, por ti... " -Demián Holden. Obra registrada en Safe Creative: 1501273105120 Todos los derechos reservados.