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Capítulo 30

(Demián)

No pude cumplir con todo el tratamiento médico, apenas mis venas tuvieron lo restante del suero, inmediatamente quité la aguja de mi brazo izquierdo y me puse de pie, me sentí mareado por la rapidez con la que me incorporé, pero definitivamente no podía esperar más días en reposo, necesitaba emprender la búsqueda de mi ángel.

Parecía una historia sin fin, desde que coincidí con Nadia en aquel parque tuve que ir tras de ella siempre, buscándola de formas simples hasta las más complicadas, pero algo me decía que esta vez todo sería más difícil y peligroso ¿Por qué? No lo sabía a ciencia cierta, sólo era uno de esos presentimientos que suelen llegar sin razón aparente.

Cuando pude avanzar con pasos más firmes, me dirigí al baño para darme una buena ducha, era horrible sentirme tan desaseado, era como un indigente, sí bien el día en que me encontraron tirado en el suelo Didier y su padre me metieron rápidamente a la tina llena de agua fría para hacerme reaccionar, desde ese día no había podido darme un buen baño; me miré en el espejo y me pareció haber envejecido un par de años, aunque no era nada vanidoso, así que pasé por alto eso inmediatamente.

El agua tibia parecía traerme mucha paz y confort, estuve un buen rato dejando que el agua limpiara mi cuerpo, y aproveché para hacer un itinerario mental de mis movimientos siguientes, tenía que regresar a aquel bar donde vi a mi ángel por última vez, recordar eso me dio una gran sacudida emocionalmente, me afectó tanto recordar lo que esa noche había desencadenado, sin embargo me contuve, no lloraría más, no iba a desperdiciar más mis lágrimas en el pasado doloroso, ahora tendría que buscar mi futuro, buscar a mi dulce ángel.

Cuando ya estuve vestido, busqué mi cartera, iba a ir al cajero para sacar más dinero, el que tenía ya no era suficiente para ningún plan, ni siquiera para pagar el alquiler de la habitación, gasté casi todo lo que tenía de efectivo en alcohol, así que después de medio recoger el lugar, bajé por el elevador, rogando porque ni Didier, ni su padre me atraparan en la huida; para mí fortuna la recepción estaba vacía, así que me apresure a salir.

Caminé por varias calles, hasta que encontré un pequeño cajero perdido entre unas boutiques de ropa de diseñador, en otro tiempo me habría detenido a observar los escaparates, pero esta vez no iba a perder tiempo en frivolidades, debía actuar rápido para que las cosas sucedieran.

Después de ir y venir por algunas calles, por fin recordé un poco la dirección de aquel bar, el Folie, mi piel se erizó en cuanto estuve de pie frente a la puerta; tragué saliva, decidido a entrar y buscar cualquier información que me sirviera.

Llegué a la barra y pedí un whiskey, obviamente no iba a beber demasiado, sólo era para no llamar la atención, dentro del lugar estaban varios hombres, todos con no muy buena pinta, apenas me observaron un poco, dándome una escaneada sin disimular, pero después volvieron a sus charlas; mi corazón latía apresuradamente, sin embargo me esforcé por mantenerme tranquilo.

Busqué un cigarrillo entre los bolsillos de mi chaqueta, encendí uno con lentitud, agudizando mis oídos a las charlas que sostenían algunos hombres que se encontraban cerca de donde yo estaba sentado.

Pasó un rato antes de que alguna conversación llamara mi atención, pero en cuanto escuché el nombre de Parker Hallman supe que ahí estaba mi interés. Observé disimuladamente a tres hombres que estaban sentados a la derecha de donde yo me encontraba.

—Te digo que ahora ese americano se ha vuelto una pieza clave para Dugarry —dijo el más alto de los tres.

—No sé cómo logró llegar hasta él, Parker es sólo un chico estúpido con mucho dinero eso sí, pero no sabe nada de este negocio —replicó un hombre robusto.

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