No me dejes caer

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Capítulo 46

(Eric)

La maldita espera me mataba lentamente, estar a la expectativa de que alguna información apareciera era algo insoportable, sobre todo porque la investigación se iba desarrollando a cuenta gotas, y la mayoría de información que llegaba a nosotros no aportaba nada nuevo.

La desesperación ya nos tenía presos desde hacía mucho tiempo, pero ahora nos asfixiábamos en ella, mi familia iba consumiéndose en una angustia inaguantable. Mi esposa e hijo estaban ya en París, había sido imposible detenerlos más en Nueva York, sobre todo por lo que se desencadenó en el momento en que el nombre del sospechoso del secuestro de mi hija se había develado a la opinión pública; "No podía seguir en el mismo lugar donde ese monstruo también ha estado" fueron las palabras exactas de mi mujer, entonces fue que decidimos que Nora y Connor hicieran el viaje para reunirse conmigo.

Era bastante entendible que pensara de esa forma, hasta yo tenía ganas de tenerlo en frente y matarlo con mis propias manos; sí él había tenido la audacia de llevarse a mi hija, yo lo haría pagar por eso de la peor forma posible; para mí encerrarlo en una cárcel sería premiarlo, él debía sufrir por lo que hizo, y lo haría de la peor forma posible, ése era mi objetivo.

—¿Crees que en algún momento vayamos a tener noticias de Nadia, papá? —Connor estaba terminando de desayunar.

—Espero que eso suceda pronto —le di un trago al café americano, pero como ya era costumbre el sabor amargo me revolvía el estómago más de lo que ya estaba.

—Mamá aún duerme ¿Puedo acompañarte a la estación de policía?

—No creo que sea conveniente, necesito que estés aquí con tú madre por sí algo surge...

—Mamá ni siquiera habla conmigo, me siento un inútil aquí —frunció el ceño y curvó sus labios.

—Te entiendo, Connor, pero las cosas allá son más pesadas de lo que parecieran, no creas que es fácil estar metido en una oficina con el corazón a punto de colapsar con cada llamada que recibe Rogers, créeme hijo, eso es algo que no quiero que te afecte, ya tienes bastante con la angustia y zozobra que cargas.

Me miró por unos segundos, y después fijó la vista en lo restante del plato.

—Es hora de irme, cuida a mamá, sí hay alguna noticia nueva les llamaré en seguida ¿Está bien? —movió la cabeza con pesadez.

Salí del hotel y abordé el taxi que ya me esperaba, ya no le decía a qué dirección llevarme porque todo ya se había vuelto una rutina: El mismo chofer y el mismo trayecto de siempre, a la misma hora a diario.

(Demián)

Hoy iba a ser el día que le diría adiós a la única persona a la que me había entregado en cuerpo y alma; hoy iba a ser el día en que viera sus ojos por última vez por un largo tiempo; hoy iba a ser el día en que me desprendería de mi dulce ángel; así que no era para menos sentirme vacío, con esa tristeza que se movía lentamente por todo mi sistema, el intenso nudo en mi garganta y las ganas terribles de llorar sin parar me tenían tan jodido que me daba la impresión de que en cualquier momento iba a derrumbarme.

Seguíamos acostados, abrazándonos sabiendo que éste era uno de los últimos momentos en los que podríamos estar relativamente tranquilos; percibía en mi pecho la humedad de las lágrimas que caían de los ojos de mi ángel, y eso me arrancaba el corazón, pero no habría marcha atrás, esto apenas comenzaba, el dolor iba a ser mucho más fuerte e inmanejable una vez que ambos estuviéramos enfrentando la realidad de cada uno.

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