Decisión

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Capítulo 45

(Demián)

Nos sentamos en el pequeño tronco que estaba a unos cuántos metros del lago, ninguno de los dos decía nada, se podía percibir un ligero aire a incertidumbre y nostalgia. Contemplábamos el paisaje, cada quien sumergido es sus propios pensamientos o ideas; minutos después me armé de valor para decirle a mi dulce ángel lo que estaba dando vueltas en mi cabeza desde hacía días.

—Nadia... — mi voz titubeó un poco, el corazón se me encogía dentro de mi pecho por el solo hecho de imaginarme estar sin ella pero era necesario seguir.

— ¿Si? — me miró con cierta expectativa.

Exhale profundo.

—Desde hace días he estado pensando en algo... —aparté la vista de mi dulce ángel —Creo que ya es tiempo de que regreses a casa...

—¿Qué? —dijo con absoluto asombro. No me atreví a mirarla porque el nudo en mi garganta anunciaba que me iba a romper en pedazos y no tendría la fuerza para aguantar el llanto. —¿Demián? —tomó mi mano con delicadeza —¿Por qué? ¿Qué pasa? ¡Háblame...!

—Siento que ya es momento de que vuelvas... —seguí con la mirada clavada en el piso.

—Pero... Vendrás conmigo, ¿Verdad? —buscó mi mirada, tomando abruptamente mi quijada, girándola hacia la izquierda donde ella estaba, pero yo me aparté de inmediato. —¿Vas a venir conmigo a Nueva York? Ya lo habíamos hablado, y...

—¡No! —dije lleno de frustración —¡Volverás sola, mi ángel...!

—¡No, noooo... Tú tienes que estar conmigo, no puedes simplemente deshacerte de mí, no, Demián! —su voz comenzaba a entre cortarse. —¡No puedes echarme así como así de tú vida!

—¡Lo siento, mi ángel, pero yo debo ir con la policía y entregarme...!

—Pero... ¿De qué hablas? —comenzó a sujetar la manga de mi chaqueta con fuerza.

—¡Tengo que entregarme, tus padres están en París, han venido a buscarte y el FBI ha venido con ellos, así que...! —interrumpió en seguida.

—¡No, yo no me iré de aquí, no te dejaré, no puedo! —se arrojó a mis brazos con desesperación y yo quise morirme en ése instante, pensar estar sin ella de nuevo me partía el alma, pero debía afrontar las consecuencias de todo lo que había hecho.

—¡Lo siento, pero entre más pronto enfrente todo, será mejor para ambos...! —la abracé fuerte, quería hacerle saber que esto también me estaba doliendo, que de ninguna forma era lo que había planeado pero en vista de las circunstancias, era lo más aceptable.

—¡No, no, no, no voy a dejarte, prometimos estar juntos, no puedo, Demián...! —su llanto era profundamente desgarrador, me mataba verla de esa forma y saber que no podía hacer nada, no debía hacer nada para postergar algo que ya tenía una fecha de caducidad.

—¡Entiende que debo hacerlo, yo quiero estar contigo, pasar mi vida a tú lado pero para poder tener todo eso, hay un precio, y tengo que pagarlo...!

—¡Pues no, no me iré, y sí vas a ir con la policía iré yo, les diré que tú me salvaste, que cuidaste de mí, que siempre buscaste la forma de protegerme...! —hablaba a gritos, sus ojos llenos de lágrimas me dolían profundamente, sobre todo porque sabía que lo peor estaba por venir, para mí.

—¡Ellos no lo verán así, no lo entenderán, mi ángel... Hasta yo mismo creo que hice todo mal...!

—¿Mal? —me miró cómo sí estuviera diciéndole algo incomprensible.

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