Fondo

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*Antes de leer éste capítulo debo advertirles que contiene situaciones un poco "fuertes", créanme que no he escrito esto con el afán de herir algunas susceptibilidades, pero en caso de que así sea me disculpo anticipadamente, sí no quieren leerlo son libres de hacerlo, ¿Ok? Sólo no pierdan de vista que la historia es completamente ficción, tengan en cuenta que EE siempre ha sido y será una historia de amor, ¿Vale? Un beso ❤*

Capítulo 27

(Nadia)

La noche que Alan Dugarry nos había hecho pasar a Parker y a mí hace unos días no se borraba de mi memoria, me causaba tanta rabia y miedo revivir aquél suceso, ya que ése hombre me había despojado de la poca dignidad que me quedaba, abusó de mí hasta que se sintió satisfecho por completo, definitivamente me dejó destrozada psicológicamente, así que ahora lo único que hacía era tratar de estar drogada la mayor parte del tiempo para no pensar ni sentir nada, quería morirme, desparecer de todo esto, ya no podía controlar ninguna cosa a mi alrededor, yo estaba perdida.

Desde aquel momento, no había podido dormir, ni siquiera comía, estaba tan asqueada de mí, de todo, no paraba de llorar todos los días sintiendo tanta pena y asco de mí misma, ésas imágenes se revolvían en mi mente, logrando afectar mi estómago con continuas náuseas hasta casi hacerme desfallecer, todo eso me volvía loca.

La droga que había ingerido me dejó en un estado aletargado y muy poco consciente del peligro que corría esa noche, pero lo poco que recordaba me torturaba constantemente; recuerdo que Alan me forzó a hacerle sexo oral a Parker, mientras él nos observaba, se masturbaba y reía como psicópata diciendo que era pésima para eso, que se notaba que era una estúpida inexperta, después me tomó por la fuerza, me repetía al oído que lo que más le excitaba era que yo no paraba de llorar como una niña indefensa, que eso lo complacía enormemente y que él me enseñaría lo que era un verdadero hombre.

Me obligaba a mirarlo a los ojos, mientras me penetraba una y otra vez con violencia, me decía que ahora sabría lo que era una buena cogida y no un simple acostón a los que seguramente Parker me tenía acostumbrada, introducía su lengua en mi boca con violencia, su aliento a coñac me revolvía el estómago, rogaba porque todo terminara en cualquier momento, sin embargo eso no pasaba, al contrario, me dejaba unos minutos para meterse unas líneas de cocaína y después volvía a abusar de mí.

Dejé que él hiciera de mí lo que quisiera, estaba emocional y físicamente cansada, así que me encerré en mi mente, sólo de esa forma pude escapar de lo que estaba sucediendo en ese momento, no supe nada más hasta el siguiente día, desperté acostada en una cama, desnuda y al lado de mí estaba Parker durmiendo plácidamente. Lo desperté a golpes, gritándole histéricamente que todo era su culpa que no quería volverlo a ver, pero él me abrazó fuerte, diciéndome que jamás volvería a permitir que Alan me tocara de nuevo.

Yo no podía más que llorar, tenía múltiples moretones por todo el cuerpo, las piernas me dolían, sin embargo mis deseos por salir de ese lugar eran más que lo dañada que estaba en ese instante, le rogaba a Hallman porque me sacará de ahí, así que buscó su ropa y salió de aquella habitación, no sé cuánto tiempo tardo en regresar pero venía acompañado de otro hombre, éste me miró y sonrió cínicamente, le dijo a Parker que ya podíamos retirarnos, no sin antes despedirnos de Dugarry.

Cuando por fin nos dejaron libres, Alan me abrazó y me dijo que las puertas de su casa siempre estarían abiertas para mí por sí decidía estar con él, que él me cuidaría mejor que Parker, que me faltaba mucho por aprender pero que estaría dispuesto a enseñarme de todo para que en su momento lo complaciera en todos los aspectos, su risa cínica me alteró cada segundo en el que sus manos tocaban mi cintura, quería escupirle en la cara que era un completo cerdo, lo asqueroso que era para mí, pero me esforcé enormemente por controlarme y sólo asentir, definitivamente Dugarry era un hombre peligroso y de ninguna forma quería tener problemas con él, mucho menos quería que él me tocara, que volviera a adueñarse de mi cuerpo por ningún motivo.

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