Reinicio

128 10 3
                                    

Capítulo 56

Tres años después...

(Demián)

Estaba limpiando los estantes de la biblioteca, poniendo en cada sitio los libros correspondientes, era una tarea rutinaria pero al menos podía concentrarme en algo más que no fuera la angustia de seguir en éste lugar, donde cada día que pasaba equivalía a un minuto.

Después de dar por terminada esa tarea, me dirigí hasta la pequeña sala de lectura, tomando algunas hojas de papel blanco para escribir, hacia meses que llevaba intentándolo sin embargo algo sucedía conmigo, sencillamente no podía hacer ni siquiera un garabato, parecía que esos días donde escribía mis pensamientos sin parar se habían esfumando, dejándome en una abstinencia de escritura insoportable.

Miré mi dije, quise concentrarme en él y en la sonrisa de Nadia, ese gesto que aún me seguía causando ternura y un alto grado de devoción, esos sentimientos seguían pegados a mi mente y corazón, sólo que plasmarlos por escrito era casi una misión imposible ahora.

Respire profundo, intentando encontrar la forma en la que pudiera expresarme, recordando pasajes en mi diario, echaba tanto de menos poder leerlo, aunque anhelaba que mi ángel lo tuviera siempre a la mano para que sí en algún momento me extrañaba, encontrara en él algo de consuelo.

Observé a mi alrededor, muy pocos presos venían a leer o a despejarse un poco por aquí, la mayoría se dedicaba a jugar cartas o ajedrez, el ambiente era muy tranquilo en ésta ala; volví a concentrarme en ese papel, obligándome mentalmente a escribir algo en él, lo que fuera, sólo necesitaba reiniciar.

Dibujé algunas líneas, rayones sin mucho sentido, dándome por vencido después de un par de minutos, me frustraba hasta la locura sentirme tan escaso de ideas, de emociones, de sentimientos, pero cómo no iba a estarlo sí todo lo que me daba vida estaba tan lejos de mí, tan intangible; me parecía totalmente estúpido perderme de ésta forma, sin embargo entre más me presionaba para salir de ésta apatía, más me detestaba y terminaba sintiéndome muerto en vida.

Alejé el papel de mí, si seguía ansiando escribir, probablemente terminaría sintiéndome tan incapaz e inservible, era preferible dejarlo así, quizás después de manera sorpresiva la inspiración volvería a mi cerebro, al menos deseaba con fervor que fuera así.

Tomé el libro que estaba leyendo desde hace varios días, el cual detallaba poéticamente cada sentimiento humano, leerlo ahora parecía la mejor forma de humanizarme, necesitaba enchufar mi corazón con mi mente y dejar de actuar de manera robotizada, después de todo, aún me quedaban siete extensos años en prisión; pensar en eso casi me dejó sin aliento, seguía doliéndome y seguía arrebatándome un poco más los sueños que poseía, pero yo estaba dispuesto a seguir  ocultándolos perfectamente en un lugar de mi mente, donde podía protegerlos de lo dañino que ahora era mi entorno y mi miserable realidad.

Suspire profundamente, ponerme emocional no servía de nada como tampoco ayudaba presionarme para volver a sentirme el Demián de antes cuando tenía mucho tiempo para recuperar un poco del hombre que era, sólo necesitaba encontrar mi camino de vuelta a mí mismo, necesitaba recuperarme en todos los sentidos.

(Nadia)

Estaba a punto de morir de los nervios, no dejaba de caminar de un lado para el otro, sintiendo como el nudo en mi estómago me impedía respirar con normalidad; el constante escalofrío que me recorría de pies a cabeza era algo que me fastidiaba, y si a eso le sumaba el hecho de que la angustia e incertidumbre iban apoderándose de mi mente, el panorama se volvía mucho más inestable e insoportable.

El ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora