Adiós

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Capítulo 24

(Demián)

—¿Ya estás preparando tus cosas para irte? —Alix entró en la oficina y dirigió su mirada a la pequeña caja de cartón que estaba encima de mi escritorio, la cual contenía mis objetos personales que tenía en el lugar.

—Sí, ya va siendo hora de que te deje libre ésta oficina —sonreí.

—Sabes que aunque me hayas recomendado con Carl para suplirte, sinceramente no querría que te fueras, Demián —sonrío con un poco de tristeza.

—Quisiera quedarme, pero realmente necesito hacer este pequeño viaje, quizá regrese antes, no sé —"Todo depende de que tan rápido encuentre a mi ángel", pensé.

—No habría imaginado que tú eras un chico con alma de viajero.

—Básicamente ni yo lo sabía, pero quiero recorrer un poco el mundo, unos meses lejos de Nueva York no le sienta mal a nadie...

—Sobre todo cuando el dinero no te impide viajar —rió.

—Exacto, aprovecharé para darme un pequeño gusto con la herencia que mi abuelo me dejó, y disfrutare un poco la vida.

—Aún me debes una apuesta —la rubia tenía esa típica sonrisa coqueta —No creas que porque te vayas de Nueva York voy a olvidarme de eso.

Hice una mueca, tratando de asentir aunque mi nerviosismo por el tema se disparó un poco, sin embargo mi prioridad era encontrar a mi ángel, lo demás no me importaba en absoluto.

—Cuando regrese, hablaremos de eso, Alix... Sólo no te prometo que será en corto tiempo, no tengo bien definido cuando regresaré.

Terminé de acomodar mis cosas en la caja, miré a la rubia detenidamente.

—Bueno, es hora de que me vaya —un matiz de tristeza se apodero de mi voz.

—¡Odio que te vayas, en serio, odio no poder verte más por aquí! —la rubia caminó rápidamente hacía a mí, para envolverme en un abrazo cálido y fuerte —¡Prométeme que me llamarás, que no te olvidarás de mí, por favor! —su voz comenzaba a entre cortarse, y las lágrimas empezaban a mojar mi camiseta blanca.

Pasé saliva para deshacer el nudo que se había formado en mi garganta.

—Te llamaré, lo prometo, y no me será posible olvidarme de ti, Alix, eres importante para mí, lo sabes —la abracé fuerte.

—Demián... Demián, no imaginas como te echaré de menos —su llanto fue más notorio.

—¡Hey! —tomé su barbilla con mi mano derecha —No llores, por favor, volveré pronto, lo prometo —pasé el pulgar de mi mano izquierda para limpiar algunas lágrimas de sus mejillas.

Estuvimos abrazados por unos minutos más hasta que la rubia me soltó.

—Es mejor que te vayas, sino, no podré dejarte ir nunca —sonrió, sus ojos estaban rojizos por las lágrimas acumuladas.

—¡Alix... Te quiero, siempre será así! —guiñe un ojo —Cuídate mucho, cualquier cosa que necesites, tienes mi número, y Frank estará encantado de cuidar de ti y ayudarte en lo que quieras —sonreí.

—¡Gracias Demián, sabes que yo también te quiero muchísimo! —besó mi mejilla —Trataré de no molestar mucho a Frank —su mirada era muy tierna.

—Entonces, me marcho —la abracé rápidamente de nuevo y besé su mejilla.

—¡Adiós Demián!

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