Dos.

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La bielorrusia, se despertó decidida a confrontar a su padre, para que la dejará ir a la guerra. Ya que sabía que si podía.

Padre... - dijo la bielorrusa entrando a su oficina sin aviso previo. -

¿Qué dije de entrar sin tocar? - levantó la vista de aquel libro. -

No importa, quiero decirte algo. - dijo, dándole la cara. -

Hija, no hay un fantasma en el armario. - suspiro. -

Déjame ir a la guerra. - dijo, sin avisar. -

No. - respondió sin algún tipo de expresión. -

¡Quiero ir! - grito enojada. -

Si es por Rusia, no vas a ir, si es por la patria, menos. - la miró con seriedad, mientras apretó el libro. -

Y así es, la menor, estaba rogando, para que le dejasen ir a la guerra. Cualquier trabajó, ella estaría dispuesta a hacerlo, con tal, de saber que su hermano está bien en tiempos de guerra. No toleraría que su mismo padre no la dejará, entendía su punto de preocupación. Y más con 14 años, ya 15.

Así que ella, se dispuso a decir que podría pertenecer a la parte médica y ayudar a los enfermos, cosa que, a decirse verdad, a URSS no le gustó. Estaría expuesta a enfermedades graves, y más, que ella le corría a la sangre y a los cuerpos.

La chica algo indignada, se fue azotando la puerta, cosa que a URSS le colmaría la poca paciencia que tenía para ese entonces.

¿Para qué te quieres unir? - dijo el kazajo. - Es inútil.

Inútil tus palabras, quiero ir, porque sé que me necesitan. - Respondió. -

Nadie te necesitará. - respondió la ucraniana sin leves ganas. -

¡Rusia! - dijo ella. -

A Rusia no le da tiempo. - río el kazajo. -

Ese comentario, le hervió la sangre. Y simplemente suspiro, sabía que su hermano no tenía mucho tiempo, como para estar pendiente a ellos. Cosa que algunos les molestaba y a otros, les daba con sinceridad, igual.

Rusia pocas veces venía a la casa a comer, o a dormir, la pasaba en gran parte, en el despacho del trabajo, o en la oficina de URSS en el "palacio" de ese entonces. No era nada raro, verlo ahí, pues, tenía el permiso de su padre.

¿Por qué ya quería unirse?, quería poder estar con su hermano, era buena manejando el tema de medicina, y podría ayudar, como lo hacía cuando era más niña.

¡Ugh!, ¡Rusia! - grito la menor, viendo a la puerta. -

Buena tarde. - dijo sin alguna expresión. -

Hola, Rusia. - dijo Estonia, pasando por aquel lugar. -

¡Te extrañe! - abrazo al ruso, poco después, ver su abrazo correspondido. -

Yo también, pequeña. - sonrió levemente, mientras la abrazo. -

Y así es, el ruso, estaba en cantado de ver a su hermana, esta vez, ya que nunca la veía, y le hacía bastante falta en el trabajo, ya que ella era la "chispa" de todo, cosa que él admiraba de ella desde pequeños.

Él odiaba a su alrededor, y a quienes molestarán a su hermana, después de todo, las burlas llegaban, y él las evitaba. Como un héroe con una ciudad, o con una mujer en peligro. No tenía mucho que decir, cuando vio a su hermana, ya estaba las alta, pero aún seguía, siendo bajita, cosa que le daba risa a muchos, y a ella la ponía de malhumor.

Aunque todos, la querían por su buena forma de ser.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora