Cuarenta y cinco.

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Ya te dije. No necesito. - dijo el ruso. -

Ni te la crees. - respondió el americano. -

¿Qué te hace pensar eso? - pregunto. -

Porque es verdad, se nota. - hablo con sinceridad. -

"¿Se nota?", se preguntó el ruso. Mientras se quedó callado, tras la llegada de su padre. Los miro con enojo, simplemente soltó un suspiro frustrado, escuchando a su padre hablarle al americano que estaba ahí.

Siéndote sincero, búscale un psicólogo a tu hijo. - dijo. -

Lo haré cuando al menos quiera recibir a alguien sin obligación. - respondió. -

Ah... Cuando haga eso, simplemente obligalo más. - propuso. -

Rusia no es tan fácil de llevar, además es algo... Especial. - suspiro. -

Ah, verdad. - rió. - Igual, trata de hacerlo.

Era común que le dijeran que consiguiera ayuda para Rusia, pero, incluso URSS no tenía las palabras para decir que su hijo no quería hablar con nadie, simplemente hacia ligeros ruidos para indicar que quería algo.

Técnicamente, era como, si hacia algo, era por obligación, y cuando tenía que hablar con alguien que no sea de su familia, emitía ruidos para que captarán lo que quería, más no se disponía hablar con alguien más, y menos. En recibir ayuda psicológica o médica, pues, había dicho a su familia que no la necesitaba.

Estonia había demostrado más afecto a su hermano, aunque este a veces lo rechazará ya que mencionaba que recordaba a Bielorrusia en cierto punto, cosa que a veces molestaba al resto de los hermanos. Ya que querían olvidarla, y seguir con sus vidas, pero, Rusia la mantenía recordando, cosa que hizo que en muchas ocasiones tuviera discusiones con sus hermanos y su padre.

Acaso, ¿Te importa mi hijo? - sonrió viendo al americano. -

¿Me estas llamando gay? - pregunto. -

Tienes pinta. - asintió. -

No soy gay. - hablo. -

Pareces, pareces. - suspiro. -

Pues, respondiendo a la pregunta anterior. Sí. - pauso. - Sea lo que sea paso en ese campo, y por la muerte de su hermana, delante de él. No lo dejo nada bien.

Tienes razón, pero se dice asimismo y a nosotros que está bien, y no tenemos de otra que creerle. - miro de reojo a Rusia. -

Es normal, no ha logrado aceptar las cosas. - lo miro. - Sólo dale tiempo.

Tiempo es lo que ha tenido. - respondió. -

¿Traumas pasados? - pregunto. -

Ni yo sé. - dijo. - Capaz.

El americano sólo soltó un quejido, mientras tenía ganas de golpear a su contrario. Pues, el hecho de que no supiera que traumas o no, tenía Rusia, le provocaba aún más, ganas de pegarle. Pero se mantuvo, mientras continuaba la conversa con él.

USA por dentro si sentía lastima por aquel chico, y por la situación que estaba pasando, pero no se atrevía a hablar ya que lo tomarían como un "gay", cosa que era falsa, y aunque fuera de joda. Le molestaba.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora