Ocho.

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Hermano, estaremos juntos. - dijo sonriente. -

Pero, no. No quiero verte aquí. - dijo el ruso. -

Nuestro sueño... - fue interrumpida de golpe. -

¡Nuestro sueño ya no cuenta!, ¡Esto es más peligroso de lo que pensábamos! - dijo el ruso a gritos. - ¡Y el menos lugar que quería verte era aquí!

Yo estaré bien. - dijo la chica. - Me se defender.

No es defender, no es eso. - dijo ya devastado. -

La bielorrusa entendía el punto de su hermano, mancharse las manos de sangre inocente. Y siendo inocentes. Pero, eso no le importaba, ni en lo mínimo. Ya estaba con su hermano, y era lo menos que podía pedir. Claro.

Ambos hermanos estaban viéndose fijamente sin soltar una sola palabra de su boca. No era normal este hecho, ya que cuando estos dos estaban juntos, hablaban hasta los codos. Pero, esa vez. No.

El ruso más que una mirada, decía "vete ya de aquí", pero Bielorrusia no haría caso, ya ir le costó estar aquí, y tenía que hacer bien su trabajo. Si mirada de mujer intimidante, no afectaba a Rusia. Simplemente, soltó un suspiro.

Mañana iremos a Leningrado. Prepárate. - dijo el ruso. -

Sí. - respondió. -

Primera vez que se unía, y ya se iba a manchar de sangre, cosa que dejaba más intranquilo a Rusia. Por más serio que estuviera, sus nerviosos lo mataban, lentamente.

Tenía miedo, y con razón. Tu ser querido, pertenecería a una guerra, no quería eso, no.
No sabía que hacer, ya no estaba en puntos que hacer, o decir, que ya no formaría parte de la guerra, cosa que la dejaría mal, y es lo menos deseado que se tiene, tanto por su padre como por otros.

¿Polonia está bien? - dijo la chica, mientras ayudaba a su hermano a limpiar un tanque. -

A la perfección, no sé. - dijo aquél ruso, sin siquiera tener amor en su voz. -

Ya no sabía que más decir, para sacar un tema de conversación, pues, sabía que su hermano estaba exactamente enojado. Uh.

¿Y México? - soltó. -

Bien. - dijo. - ¿Por qué?

Por nada, ¿Te gusta alguien? - pregunto dándole una mirada juzgadora. -

No. - respondió. - ¿Tu?

No sé. - dijo con una sonrisa. - Deberías conseguir novia.

Suena agotador. - dijo. -

Lo es. - respondió. -

Y así, estuvieron hablando de parejas durante un buen tiempo. Por más que intentara escuchar un "Sí, si tengo pareja" de Rusia, diría todo. Y con todo, es molestarlo con esa persona. Pero, al parecer, no decía nada.

No te dejes creer de los enemigos. - dijo el ruso. - No te apiades de ellos.

Pero... Son inocentes. - dijo. -

Darían todo incluso por su patria. Aman a Reich, y eso lo sabes. - dijo mientras suspiro. -

Amar a Reich, era como alabar a un demonio o al mismísimo Satanás. Pero, él tenía sus formas de manipular inhumanamente a las personas. Y luego dejarlas tiradas por ahí.

La pobre Bielorrusia, estaba decidida, pero no sabía que se encontraría con un posible trauma, que le costaría, posiblemente la vida. Pero, a Rusia, lo dejaría llorando, de verdad.

¡Hoy es el gran día!, ¡Mi primera vez en Leningrado! - dijo. -

No te apresures, niña. - dijo un soldado. -

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora