Treinta y cuatro.

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Reich ya se había rendido. Ya no tenía más que hacer en el mundo, había roto las relaciones con otros aliados externos, que también habían rendido. Los aliados ya habían liberado una gran cantidad de naciones de Europa.

Al contrario, Imperio Japonés estaba resistiéndose a rendirse ante todo. Pero, por más que no quería, tendría que hacerlo.

El trato en donde estaba firmados por todos, incluso por Reich. Dónde afirmaba la rendición de ellos.

Vamos, mierda. Sólo... Firma. - dijo el americano. -

Tsk.. - respondió. - ¿Bolígrafo?

Toma. - el inglés le pasó un bolígrafo el cual tomo. -

Nunca perdimos. - dijo y firmo. -

Ese papel dice que ya se tendieron. - Interfirió URSS. -

¡Ayuda! - entro gritando al parecer un alemán menor. -

¿Ale? - dijo el imperio. - ¿Qué haces aquí?

Mi padre... Mi padre... - dijo entre lágrimas. -

Recordar aquella escena para el hijo de Reich, era un poco dolorosa. Ya que a pesar de no haber compartido mucho tiempo con él. Sabía que lo quería, y le era doloroso verlo como se disparaba.

Prácticamente era difícil decirlo como tal, pero mostraba el miedo en su cara.

Dime que es una broma, Alemania. - pregunto el japonés. -

No.. No. Lo vi. - dijo asustado. -

El alemán fue abrazado por el japonés, mientras sentía las lágrimas recorder por las mejillas del contrario.

La imagen mantenía en la cabeza de Alemania, pues, fue presente de como su mismo padre se disparaba, mientras él no tenía conocimiento de nada.

|| Neaaaa, primera vez le doy protagonismo a Alemania, lol.

Por el lado de Rusia, se sintió feliz, al escuchar sobre la rendición de Reich y los del Eje. Pues, por fin y será libre. Al notar como muchos salían de aquellos campos, él también salió, pero... La sorpresa era increíble.

Las calles estaban hechas un caos, miles de personas corriendo de un lado a otro con la cruz roja. Así que de nuevo, fue al hospital donde estaba su hermana.

Lo dejaron entrar, a cambio de que no se preocupara con la situación de su hermana, a lo que accedió. Sin saber, que la escena era brutal. Su hermana estaba por morirse, ya que algo le había cerrado sus pobres pulmones, y su piel se colocaba roja con cualquier tacto físico que tuviera.

Bielo... - dijo el ruso. -

Me alegro de que aún sigas viva... - dijo el mismo. -

Su hermana tenía dificultad para respirar. Así que no respondía, ya por un tubo que conectaba con su boca, garganta y pulmones. El ruso se le rompió por así decirlo, el corazón, al ver a su hermana así.

Yo... Perdón. - dijo acercándose a la camilla. -

Sintió como su hermana sonreía, mientras lo veía.

Nos vamos de aquí. - dijo. - Ahora mismo.

Se negó a la decisión de su hermano, mientras veía como él la cargaba, incluso con la máquina que tenía conectado.

Si yo me voy, también te vas. - dijo el ruso. - Porque estaremos unidos, como cuando éramos niños.

N-No... - saco el tubo de su boca, y dijo con dificultad y luego colocarse de nuevo el tubo. -

El ruso no hizo caso, mientras salió por una puerta trasera, y comenzó a correr en dirección a una frontera cercana. A la de Polonia.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora