Veintiséis.

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Los hermanos ya no podrían seguir, ni saben del porque van a estar libre después de todo. Las cosas han sido complicadas, queriendo decir. De que la enfermedad de Bielorrusia ha empeorado, y ha demostrado que es más agresiva de lo que se cree. Rusia no tiene ni idea de lo que hacer, su amigo Armin, tiene poca experiencia en temas de medicina, contando sobre su trabajo.

Debemos decirle a alguien de rango mayor. - dijo la chica acostada. -

Le importas una mierda a ellos. - dijo el ruso. -

Deberíamos intentarlo. Por favor. - pidió. -

No. Buscaré otra forma de que no te mueras y  salgas de esa. - hablo. -

La bielorrusa tenía ganas de darle un golpe a su hermano, sólo que el dolor no le permitía levantarse de aquella cama de la celda. Pero aún así, lo llamaba siempre "terco como papá", ya que se negaba a buscar ayuda para tratar la enfermedad de su hermana.

Aunque era notorio, ya no tendría más que hacer o decir, sentía que su hermana ya moriría, porque nadie se salva de aquellas enfermedades que daban en tiempos de guerra. Lo único que harían, sería atrasar su muerte, eso es lo que es.

Los aliados ya estaban llevando sus planes para terminar la guerra, ya tenían cada una de las zonas en que estarían, y cometería su acto para ponerle un fin. Pues, habían tenido que asumir el hecho de que nuevamente, el territorio francés había sido invadido por los alemanes, bajo el mando italiano.

No hace falta seguir ocultándolo. - respondió. -

¡Claro que sí! - dijo Reich. -

Es una mala idea, pero, hay que seguir. - procedió. - Aunque puede que sea en vano.

Lo sé, eso es lo que me gusta. - sonrió. -

El contrario que estaba hablando con aquel nazi, afirmó que era mala idea seguir ocultandolé al pueblo lo que pasa, contando de que hay más de un periodista que se mete a las guerras, para grabar todo lo sucede y las muertes de inocentes.

Eso no le importaba a Reich, después de todo, tenía poder, y su mismo pueblo mostraba amor y afecto por él, tanto, que la diferencia sería la mínima de si se rendía o no. No sabía los planes de los soviéticos, pero se mantenía en pie, con sus pocos aliados para ese entonces.

¿Atacando a tu propio "padre"? - pregunto URSS. -

Sí. Lo hubiera conseguido. - respondió. - Eres solamente un idiota.

Soy más que eso, admiro tu buen cumplido. Hija. - sonrió, mientras tenía al parecer un látigo. - ¿No te enseñe a no traicionar a quienes te brindan ayuda?

Al parecer no. Porque nunca te traicione. - dijo. -

¿No?, ¿Reich?, ¿Japón?, ¿Italia? - empezó. - ¿No te suenan familiares?

Hice lo mismo que Finlandia. - dijo. - No quiero tener que seguir contigo más.

Finlandia no es una rata como tú. - y así, le soltó un latigazo. - No compares a alguien como él, con alguien tan mierda como tú.

¿Mierda?, ¿Querer defenderme es una mierda? - pregunto enojada. - ¡Y tú siempre vas a ser un idiota!

Cuida tus palabras. - volvió a darle un latigazo. - Existen otras formas de defenderte. No aliarte con el enemigo. - volvió a pegarle. -

¿Ahora te importo? - pregunto. - Después de todo.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora