Cuarenta y ocho.

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El ruso estaba llorando, sentado al frente de aquella tumba, mientras veía con detenimiento el nombre de lo que vendría siendo "Bielorrusia" tallado en la tumba.

Oh, Rusia... - dijo la bielorrusa. - Todo está bien.

¿Eh?, ¿Bielo?, ¿Eres un fantasma?, ¿Estoy drogado?, ¿Me morí? - pregunto viendo a su hermana al frente de él. -

Si, si, no, no. - respondió. - Simplemente estoy aquí.

Todo es un poco anormal después que te fuiste. - dijo el ruso. -

"Seré un maldito loco aquí, pero al menos la estoy viendo". Pensó el ruso, mientras sostenía unas leves lágrimas.

Lo sé... También los extraño. - hablo. -

No puedo dejar de culparme a mi mismo. - dijo. - Fue mi culpa.

No fue tu culpa, simplemente estabas desesperado por llegar y desconfiado por quien ver. - sonrió. - Mis medicamentos ya casi no hacían tanto efecto como antes.

¿Quiere decir? - pregunto. -

Quiere decir que prácticamente moriría en cualquier momento en aquel hospital. - pauso. - Yo tenía mis días contados. En el campo comenzaron a contarse. - respondió. -

¿Tenías aquella enfermedad antes de estar mal? - hizo otra pregunta. -

Exactamente, una señora me dijo que la tenía, ya por tener contacto físico con otras personas que la poseían. - fue interrumpida. -

¿Por qué no me dijiste? - la miro. -

Te conozco Rusia, dirías que no o simplemente te desesperarías. - suspiro. - Además, la deje avanzar, porque no tenía ganas de vivir el aquel campo, y los días se me hacían eternos e insoportables.

¿Paso algo más aparte de lo que vimos? - pregunto mientras jugaba con la tierra. -

Muchas cosas. - dijo. -

¿Cómo cuales? - preguntó. -

Cosas. - dijo. - Cosas que no te diré.

Mala como siempre. - sonrió. -

Rehace tu vida. - hablo. - No he deprimas por mi muerte.

Es algo que me es imposible. Te echo de menos, así que no sé como. - le respondió. -

Yo sé que tú puedes, recuerda lo que alguna vez me dijiste en la prisión. - pauso. - «No te detengas a pesar de que estés en la peor situación. Sólo sigue con tu vida, aunque te afecte.»

No puedo intentar seguir, y más si no estás. - dijo. - Es casi imposible hacerlo.

Casi.. - sonrió. - Así que continúa.

No... No puedo. - dijo. -

El ruso al verla, no podía permitirse que se fuera de nuevo, tampoco quería que seguir y no verla a ella ahí mismo. Así que una parte de sí, se negaba y otra accedía. Pero esta confundido en ese momento.

"¿Yo solo la puedo ver?", se preguntó, mientras la veía...

¿Puedo tomarte una foto? - pregunto. -

Rusia, no saldré en la foto. - dijo. - Soy un fantasma. - rió. -

Ahh... - pensó. - ¿Fantasma?

Sí, sé que le tienes un miedo terrible a los fantasmas, pero hasta ahora no has corrido de mi. - dudo. -

Porque no quiero. - sonrió. -

El ruso estaba feliz con al menos ver el espíritu de su hermana, tenía ganas de hablarle de muchas cosas que habían pasado.

Una vez, papá le echo azúcar al huevo, y sal al café.. - Rió. - Oh, y en otra, Estonia se le olvidó hablar en ruso y se quedó nerviosa con aquellas personas.

Lo sé, estuve ahí. - sonrió. -

Espera... ¿Qué? - dijo. -

Estoy con ustedes siempre, sólo que no me ven y ya. - hablo. - No es para tanto.

O sea, ¿Me has visto llorar? - pregunto. -

Exactamente. - dijo. - Y me duele verte así. - Miro hacia atrás. - Ya me tengo que ir.

¿De verdad?, ¿Mañana te puedo ver? - pregunto. -

No lo sé. - dijo. - Pero recuerda lo que te dije Rusia. No te rindas.

No lo sé. - dijo, viendo como su hermana le daba un abrazo, cosa que sintió un escalofrío. -

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora