Treinta y uno.

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Reich quedó perplejo ante la confesión de aquella chica. Pues, no pudo sentir lastima, pena, o culpa, ya que se negaba ello. Pero, si veía el sufrimiento en su rostro.

Lleven a Rusia al hospital donde está su hermana. Durante media hora. - ordenó. -

Señor... ¿Por qué muestra afecto a ellos? - pregunto un general. -

No muestro afecto, simplemente él tiene derecho a verla. - hablo. -

El general llevo la noticia al campo, mientras Rusia estaba cargando varios metales a la vez. Tosió un poco, mientras continuó.

Al ver que llegaron varios soldados donde él, pensó que habría hecho algo malo, y lo iban a cobrar dándole un tiro. Por lo fijo. Lo tomaron del brazo y se lo llevaron, sin saber a dónde iba, acepto su muerte, sin nada que decir.

Bien, tienes media hora. Muévete rápido. - dijo el solado. -

Pero... - respondió. -

No escucho los comentarios de los soldados, mientras entro corriendo a la habitación de su hermana, viéndola tendida.

La bielorrusa se alegró al ver que Reich había accedido a su petición con traer a su hermano. El ruso soltó una que otra lágrima mientras abrazaba a su hermana con fuerza.

Mierda... Gracias. - dijo abrazándola. -

De nada, hermanito. - rió. -

¿Ya te sientes mejor? - espero una respuesta de su hermana. -

Al parecer, no. Había avanzado, y probablemente moriría en cuestión de días. Ya tiene sus días contados, eso es lo peor. Cosa que el ruso tenía miedo.

Al menos Reich accedió. - respondió la bielorrusa. -

¿Fue él? - dijo. -

Claro, pero, al parecer no es un mal hombre. - hablo. -

El ruso sentía enojo pero a la vez felicidad, pues, no iba a perdonar el hecho de que con sus estúpidos aliados lo golpeaban. Hasta que cambiaron de lugar, pero aún se sentía feliz de que haya hecho algo bueno por ellos. Claro.

Aunque no sabían que su querido padre, ya estaba por dar finalizada aquella guerra. Los aliados estaban llevando la victoria, pero, ¿A qué costo?, si se cobraba la vida de los demás por culpa de una enfermedad.

Ya saldré de aquí... - dijo la bielorrusa. - Tenlo por seguro.

Lo tengo seguro. - aseguró. -

Prometo recuperarme rápido, e ir contigo de nuevo. - sonrió. -

Prometo esperarte. - le devolvió la sonrisa. -

Bueno, niños. Ya su charla termino, Rusia nos vamos. - dijo el soldado. -

Adiós Rusia. - siguió sonriendo. -

Ah... Adiós, hermanita. - acarició su cabeza y se levantó. - Vamos.

Aquella vio como su hermano salía de la habitación con los soldados, mientras cayó nuevamente rendida a la cama, comenzó a toser un poco, sintiendo dolor intenso en su cuerpo. Nuevamente la fiebre, cosa que tampoco era muy buena. Pues, tenían que estar más pendiente a ella, a pesar de tener más trabajo con heridos, enfermos e incluso muertos.

El ruso ya estaba en aquel carro, mientras tenía su mirada perdida, escuchando como lo insultaban, eso lo hacía sentirse mal, pero no para colocarse a llorar ahí mismo, o gritar que paren. Cuando, no podía opinar.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora