Treinta y nueve.

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El soviético al enterarse, simplemente se sentó a llorar junto con su hijo. Pues, esa noticia era la que menos esperaba.

Pues, la quería de la familia, había muerto, era desesperante. Y más para Rusia, quién creó un lazo con ella muy fuerte, cosa que no lo iba a dejar bien, después de todo, ambos estuvieron juntos ante todo.

Rusia no había mencionado nada después de haberle avisado, tampoco había comido nada, estaba encerrado en lo que era su habitación. O la que compartiría con su hermana.

URSS notaba esto, y lo ponía mal, también estaba en el trance del dolor de la perdida de su hija, en la calle mostraban respeto y condolencias a los afectados de la muerte, incluso en territorio bielorruso. Se dejó una imagen de la chica la cual estaba con su hermano, y habían hecho una especie de altar tanto en ese territorio, como en el territorio de su hermano.

Lamentó esto. - dijo el estadounidense. -

Yo también, señor. - dijo la francesa. -

Gracias. - respondió URSS. - ¿Y mi hijo?

No ha querido salir de su habitación. - respondió el inglés. - Tampoco responde.

El soviético rápidamente fue hacia el cuarto de su hijo, porque tenía miedo de que posiblemente haya cometido el mismo acto de Reich.

Entro a la habitación de golpe, encontrándose con su hijo en una esquina de la cama, llorando, abrazo del peluche que él le había regalado a su hermana.

Rusia... Tienes que salir. - dijo. - No puedes quedarte aquí..

Mierda, sólo déjame en paz. - respondió. -

Soy tu padre, y te estoy diciendo algo que es bueno. - respondió. -

Por favor, vete. - lo miro. - No quiero ver a nadie.

El soviético simplemente se negó, y tomo del brazo con fuerza al ruso, mientras lo saco de la cama, y lo arrastró hasta abajo.

Tienes que ver gente. - dijo. - Haz un intento.

Los intentos ya los hice, espero es el resultado. - dijo. -

El ruso se intentó ir, pero en eso llegó Francia a pedirle perdón y claro, a ver cómo estaba, notando su falta de peso, aunque eso era notorio y su mal físico que tenía esta vez.

Uhh, Rusia. Me alegro verte. - dijo el estadounidense. -

Yo también. - respondió. -

Y dime. ¿Cómo son esos campos? - pregunto?

Estados Unidos, por favor. Vete a otro lugar.  - dijo Letonia. - ¿No ves que está mal?

Sólo quiero saber. - dijo. - Por cierto Rusia, perdón por lo sucedido.

Da igual. - hablo. - Gracias Letonia.

No hay de que, hermano. - dijo dándole una caricia en su cabeza. -

El ruso sonrió, mientras noto como estaba lleno de gente. Cosa que no le agrado mucho. Pregunto sobre el cadáver de su hermana, pero le dijeron que estaba en una habitación, pero no se podría entrar, ni con permisos o sobornos.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora