Cuarenta.

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Ya habían pasado algunos días después de lo sucedido, el funeral había pasado, y después de eso, muchas personas ya no estaban bien, sobre todos Rusia, él demostraba una profunda tristeza por la perdida de su hermana.

URSS por un lado, trataba de no pensar en eso, pero terminaba llorando en su oficina, sus hijos uno que otro lloraba y otros tenían su seriedad. Los aliados demostraban pena y tristeza por la familia soviética, dándoles así de regalo a cada uno. Un animal, bueno, un peluche.

Todo es tu culpa Rusia. - dijo para él. - Pudiste haberle dado sus medicamentos, o dejarla ahí. - mencionó. - Pero eres un idiota y la trajiste, sin medicamentos.

El ruso se culpaba asimismo por el acto de la muerte de su hermana, todavía no comía, ni dormía, su físico comenzaba a debilitarse. Y de nuevo, saliendo aquella enfermedad que había tenido por un tiempo en Alemania.

No le importa si moría ya, o si seguía vivo, pues, quería ver a su hermana una última vez. Aunque después de todo, lo habían cambiado de cuarto.

En varias ocasiones pillo a su padre en la habitación que era de él y bielorrusia, pero, se le notaba la tristeza en su rostro, mientras veía con detalle todo. Eso al ruso lo dejo sin peor.

Y la culpa recaía aún más en él, decidió no contarle nada a nadie, sobre lo que vivió y paso allí en Alemania, ya que de verdad, si lo iba a culpar por la muerte de su hermana.

Padre. - dijo entrando a la habitación. -

Oh, Rusia. ¿Pasa algo? - dijo. -

¿Qué haces aquí? - pregunto. -

Recordando. - soltó. - ¿Por qué?

Porque es raro verte aquí, demostrando afecto. - hablo. - Nunca tuviste un buen de tiempo para nosotros.

Ah, eso... Aún así, Rusia. Tú sabes que de igual manera los quiero a todos. - respondió. -

Si, pero es raro. - dijo entrando a la habitación. -

¿Qué fue lo que exactamente paso allá? - pregunto. -

Nada, lo mismo que se hace en un campo de concentración, a diferencia de ser un prisionero. - respondió. - Lo raro era Reich.

¿Por qué? - volvió a preguntar. -

Porque esta vez... Cuando Bielo estaba en el hospital, dejo que nos viéramos. Claro, a petición de ella. - dijo. - Y otras, es que... Bueno, conmigo mostraba desprecio, pero de todos modos me ayudaba.

¿En qué? - dijo. -

Ayudar, ya sabes... Cuando tenía problemas con otros. - respondió. -

¿No paso nada más? - pregunto. -

No sé. Pasaron muchas cosas. - respondió. - Cosas importantes como las que te dije, y cosas sin importar alguna.

Hubo un poco de silencio incómodo en aquella habitación, mientras ambos veían cosas de su hermana.

El soviético captó la atención del ruso, haciendo un ligero ruido notorio.

Rusia... - metió una mano en su bolsillo. - Mira.

¿Qué es eso? - pregunto. -

Un broche de Bielorrusia. Me lo trajeron cuando ustedes fueron secuestrados. - dijo, dándole el broche. -

Ah... - lo tomo. - Gracias..

De nuevo se hizo un silencio incómodo... Rusia tenía su mirada en aquel broche, mientras se perdía en sí.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora