Veintisiete.

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El ruso estaba por sus extremos, su hermana seguía con su salud de mal en peor y no sabía como poder sacarla de ahí. Necesitaba un medicamento que se conseguía en el exterior, y él no podía salir, se negaba a comentarlo con alguien que no fuera Armin. Aunque el casi no podía prestarles atención.

El ruso le pedía con la mayor fuerza de todas, que no se rindiera, y que sugiera viviendo así de enferma, que saldrán lo más rápido posible de esta tortura de campo. Bielorrusia accedía, pero, se rendía en el acto. ¿Cómo así?, creía pero a la vez ya no creía que la guerra terminaría.

Sólo existía con ella el arrepentimiento de haberle dicho a su padre y haber presionado a USA para que la unieran a una guerra como está. Ahora, tenía que pagar el precio de sus deseos, cosa que decía que no era lo mejor.

Muchos de la zonas estaban enfermos, Bielorrusia constantemente se fijaba si su hermano estaba bien, era evidente que no, pero no lo demostraba. No estaba bien, psicológicamente, y físicamente.

Yo, quiero pedirte perdón... - dijo con fuerzas pocas. -

No pidas perdón, nada fue tu culpa. - respondió. -

Claro que sí. ¡Si yo no hubiera insistido en estar en la guerra, no estaríamos aquí! - dijo. -

¿Y qué?, eso ya es pasado. - dijo. -

La bielorrusa no pudo evitar abrazar a su hermano con dolor. Pues, este correspondió en seguida, y luego la acomodo en la cama, para irse claramente a trabajar. Porque era literalmente así.

Su hermana se quedaba escondida, con dolor, donde Armin y Rusia sabían donde estaba. Cosa que era un lugar a la vez fácil y a la vez difícil.

La bielorrusa pensaba que iba a morirse, pero mantenía la fé, gracias a su hermano, sus ánimos la ayudaban, sabiendo que él estaba por darse por vencido, aunque su enfermedad avanzará de forma leve.

El no saber nada de su padre, la colocaba un poco mal, pero conservaba la fé de salir de aquel campo, dejándole ver de nuevo la libertad, y el final de la guerra. No sabía que pasaba con su familia, no tenía conocimiento más allá de las celdas. Pero, podía afirmar que lo que estaba pasando afuera, era una completa mierda, que causaba miedo estar ahí.

El ruso no mostraba preocupación por no saber nada de su familia, o del exterior. Simplemente le importaba más a su hermana, que otra cosa, ni su vida le importaba en estos momentos. Sólo era consciente del mes, día, y año, de resto no se le permitía saber más. Cosa que a veces le molestaba.

Sólo los soldados tenían derecho a saber más allá, y eso enojaba. Ya que el pueblo también contaba, en este caso, los prisioneros debían saber que estaba pasando, y sobre lo que pasaba en Alemania entera, y en Europa.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora