Cuarenta y siete.

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Dos meses... Dos meses que se sumaban a la muerte de su hermana. Cada día que avanzaba se sentía peor.

Se sentía solo... Loco... Muerto. No veía todo normal desde entonces, y odiaba que hablaran de temas así... O mejor dicho, mencionarán a su hermana para una burla u ofensa, también que le recordará la basura que vivió durante su estancia en el campo de concentración.

Muchas ocasiones llegó a ser grosero con periodistas, ya que mencionaban algo por el estilo, haciendo enojar a Rusia. Por parte de la familia, tuvo varias discusiones con sus hermanos, ya que preguntaban "¿Cómo es el campo?", "¿Es bueno?", "¿Qué paso ahí?", cosa que hacía molestar al ruso. Por ende, los insultaba o los regañaba.

Con su padre y otros países más, mantenía la cordura, y disciplina. Así llevándolo a verlo como era antes, o eso él creía, ya que tanto como su padre, USA, como UK y China sospechaban de lo que estaba pasando con Rusia.

Él muchas veces se rehusaba a ver a un médico / psicólogo, para saber buen detenidamente lo que él piensa, quiere, o siente. Así que eso complicaba más las cosas. China mantenía preguntándole por su ánimo y otras cosas más, cosa que el respondía con "Bien", llevando así más las sospechas.

Había hablado con Alemania, donde él se disculpó por lo que había hecho su padre, pero era Rusia, así que se negó rotundamente a aceptar sus disculpas. Ya que él decía que no era su culpa lo que pasaba.

¿Se dirige a..? - pregunto el chófer. -

Sólo llévame a la plaza y vete de ahí. - dijo. - Yo te llamo cualquier cosa.

Esta bien, joven.  - dijo, empezando a conducir. -

El chófer no soltó alguna palabra, y el ruso menos. ¿Y si no hacía caso sobre la orden que él dio?, aunque era notorio que capaz la iba a seguir o no. Pues, no se sabía claramente las intenciones de Rusia con ir a la plaza. Aunque se creía que era a comprar o a visitar.

Estaba perdido en sus pensamientos, sin sentir que ya habían llegado, el chófer llamo su atención, cosa que hizo que Rusia se alterará un poco, pero aún así, bajo del auto, le agradeció primeramente.

Se adentro más a lo que vendría siendo la plaza, viendo que el chófer arrancaba. Así que sólo se dispuso a saludar a unos cuantos que también lo saludaba, y se sorprendían al verlo por esas zonas.

El ruso inmediatamente se fue de la plaza, caminando en dirección al cementerio, tuvo cuidado de que no pasará algo por el camino, o que lo conocieran, aunque era evidente quién era. Su piel lo decía absolutamente todo.

" Hermanos Especiales."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora