Capítulo 89

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Tan pronto me despedí de Draco me apresuré para ir en busca de mis amigos, a los cuales por cierto no veía desde hacía bastante tiempo. Corría tan rápido que apenas podía respirar y cada vez que inhalaba sentía mis pulmones arder por lo que viendo que no podía más me pare a tomar un pequeño descanso.

Apoyé la espalda contra la pared y puse las manos en las rodillas, haciendo grandes esfuerzos por que el aire finalmente entrara a mis pulmones. Esa era la misma sensación que tenía al pasar por un ataque de pánico, por lo que, muy preparada empecé a tomar respiraciones lentas pero profundas que había aprendido de Hermione y a decir verdad funcionaban bastante bien. Poco a poco fui recuperando la respiración así que me incorporé, decidida a seguir con la búsqueda de mis amigos, o esperaba por lo menos servir de algo.

Emprendí mi camino dando vueltas por pasillos y subiendo escaleras que daban a más pasillos que sorprendentemente conocía a la perfección. Sabía exactamente a donde iría si giraba hacia la izquierda y de igual forma si lo hacía a la derecha por lo que después de analizar mis opciones un par de segundos opté por girar a la izquierda y seguir corriendo como una loca.

¿Pero dónde carajos se habrán metido?

Habían pasado casi veinte minutos y para ese punto ya había recorrido tres cuartas partes del colegio y ya no tenía idea de a dónde más ir. Había buscado en todas las aulas habidas y por haber, había entrado a todos los baños que conocía, había subido y bajado por las escaleras todas, me había metido hasta en los rincones más oscuros y nada, no había rastro de ellos. Estaba preocupada, no había necesidad de negarlo. No saber nada de ellos, aunque fuera por media hora me estresaba, las circunstancias en las que estábamos no eran las mejores y por cualquier cosa, por mínima que fuera había que hacer saltar las alarmas aunque después resultara estar todo bien. No quería darme por vencida en esa búsqueda pero sabía que no los iba a encontrar así que me di la media vuelta y empecé a caminar de regreso, todavía con Draco metido en mi cabeza.

¿Cómo era posible que pudiera tener tanta influencia sobre mis emociones?

Sí, después de llevar casi cuatro años de novios aún no entendía el porqué de mis nervios al estar con el, o como podía una simple caricia hacerme perder los estribos; supongo que es el amor pero nunca pensé que podía llegar a tanto, esa es una de las muchas cosas que nadie nos enseña, de esas que tenemos que experimentar para poder darnos cuenta, y eso era algo que me causaba miedo y emoción al mismo tiempo. Miedo de no saber que pasará y emoción al saber que estoy a su lado, me...

¡BUM!

Del susto que el ruido me dio pegué un brinco que hizo que me cayera al suelo lo cual en otras circunstancias me causaría gracia pero no ahora, no cuando sabía que esa era la señal. Me levanté con la misma rapidez con la que caí y empecé a correr en dirección a la Sala de los Menesteres. Claro que tenía pensado ir hacia los mortífagos para enfrentarlos pero no podía irme sin avisar avisar al resto del peligro. Ignoré el hecho de que apenas entraba aire a mis pulmones y que en cualquier momento tendría un ataque de ansiedad y seguí corriendo velozmente.

Llegué a la Sala y esperé a que apareciera para luego entrar corriendo, sorprendiendo así a mis compañeros. No podía hablar así que para recuperar el aliento me dejé caer en una butaca que se encontraba cerca de mi y cerré los ojos.
-¿Olivia estás bien?- preguntó Ginny preocupada

No podía articular palabra, era como si mis cuerdas vocales se hubieran enredado unas con otras. Seguía sin poder respirar y en verdad trataba de controlarme para no caer rendida a mitad de la Sala, ya bastante vergüenza me causaba estar como una loca de remate. Tomé varias respiraciones antes de sentir que el aire fluía por mis pulmones por lo que abrí los ojos nuevamente y tomé aire.
-Ya han llegado- dije casi en un susurro -Los mortífagos ya están aquí-

El caos comenzó y todos empezaron a hablar rápidamente en voz alta, presos del pánico mientras que yo los observaba al borde de un colapso mental. Los únicos seres de la habitación que no corrían ni gritaban como dementes eran Ginny, Neville, Alex, Louis y Adam, los cuales se encontraban sentados en sitios distintos con preocupación evidente en sus rostros pero ellos por lo menos mantenían la calma. Tanto Ginny como Neville estaban sentados junto a mí y me miraban de vez en cuando, cosa que ignoraba categóricamente.
-Olivia- me llamó Ginny
-¿Mhm?- pregunté volteado a verla
-No los encontraste, ¿Verdad?-
-Los busqué por todo el maldito castillo y nada- mascullé preocupada
-No se donde se pudieron haber metido pero no los encuentro- dije al borde del colapso
-Escucha, Ron y Hermione están juntos y solos, lo que significa que probablemente regresen más felices que de costumbre y por otro lado está Harry que sabe perfectamente como defenderse así que no te preocupes Olivia, todo va a estar bien-
-Gracias- murmuré -Me tengo que ir-

Salí del lugar apresuradamente y no me detuve hasta llegar a unas escaleras algo escondidas. Me senté en uno de los escalones y pegué mis rodillas al pecho, abrazándolas con fuerza y aguantando las ganas de llorar sin razón alguna, o bueno eso me parecía a mi ya que realmente tenía bastantes razones para hacerlo. De cualquier forma no quería llorar porque sabía que no iba a acabar bien y que terminaría en un terrible ataque de pánico que sería difícil controlar. En lugar de eso me levanté con determinación y empecé a caminar hacia la batalla, sabiendo que la guerra acababa de empezar y que probablemente no acabaría bien y que sería difícil, muy pero muy difícil, solo esperaba que las cosas no fueran como me las imaginab y que finalmente pudiéramos vencer a Lord Voldemort.

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora