Capítulo 68

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Ya tenía diecisiete años, finalmente era mayor de edad y podía hacer con mi vida lo que me diera la gana y sin embargo no se sentía como tal había algo que no se sentía bien, algo que no terminaba de convencerme y no sabía que era. No voy a negar que ese hecho me causaba felicidad aunque no la misma con la que meses antes esperaba la llegada de aquél día. 

Al día siguiente de la fiesta se celebraría la boda de Bill y Fleur en la casa por lo que me levanté más temprano de lo usual para que me diera tiempo suficiente para arreglarme y verme preciosa. Cuando se lo había dicho a Hermione se había reído de mi a más no poder, pero eso a mi no me importaba, no iba a dejar que nadie me criticara. Mentira, la verdad creo que si exageré un poco, eran las cuatro y media de la mañana cuando me desperté; el sol ni siquiera había empezado a salir y yo ya estaba más que despierta. Decidí esperar a que por lo menos hubiera algo de luz así que con mucho cuidado abrí la puerta y salí de la habitación con pasos lentos y mirando bien donde pisaba ya que si despertaba a alguien seguramente me matarían antes de la boda. 

Empecé por las escaleras de madera las cuales crujían un poco por lo que con cada paso que daba tenía que quedarme quieta para no producir tanto ruido.  Llegué a la planta de abajo así que me senté en el sofá y prendí mi varita en busca de algo que hacer. Miré alrededor analizando todo lo que había y en eso se oyó un ruido el cual casi hizo que me dieran cuatro infartos juntos. Haber, el ruido tampoco había sido como para tanto pero al ser las cuatro y cacho y todos estar dormidos no era así muy normal escuchar un ruido, aunque como yo era muy miedosa no me sorprendía para nada mi reacción. 

Al no tener nada que hacer en ese momento decidí ir a investigar la casa a ver si había algo extraño. Digo, la casa en si ya era algo extraña pero intentaría encontrar algo fuera de lo común.

Con la varita iluminada en alto empecé a caminar por la cocina y la sala de estar volteando con el menor ruido por si alguien venía o por si tiraba algo por accidente. Miré y miré y no había nada que hubiera podido haber hecho aquél sonido pero al final me di por vencida y decidí volver al sofá a sentarme. Revisé el reloj y Dios, ya eran las cinco y media de la mañana. Ya deberían estar más que despiertos allá arriba y no quería parecer una inútil por lo que me apresuré a subir las escaleras hasta la habitación en la que estaba quedándome junto con Hermione y Ginny. 

Abrí la puerta y sorprendentemente seguían dormidísimas, es más hasta babeaban. Me quedé contemplándolas por un buen rato hasta que regresé de mi ensimismamiento y empecé a rebuscar a tientas en mi armario pero claro, sin la varita encendida no iba a encontrar nada hasta dentro de tres meses y no quería eso así que la saqué del bolsillo de la bata la encendí y la apunté hacia la ropa. Ahí estaba lo que buscaba: un bonito vestido lila corto el cual me quedaba como un guante y que había comprado con mis ahorros. Lo saqué con todo y percha y le di un vistazo de cerca. Se veía tan bonito y suave que incluso dormiría con el puesto.
-¿Qué hora es?- preguntó Ginny adormilada
-Mierda- mascullé quitándome el susto de encima -Las cinco y media-
-Nunca antes me había levantado tan temprano- masculló frotándose los ojos y bostezando
-Cuando compartes cuarto con ella te acostumbras a acostarte tarde y levantarte temprano- dijo Hermione desde su cama
-Para que negarlo- respondí sonriente 

Nos quedamos platicando por un rato hasta que entró la Señora Weasley y nos ordenó que nos vistiéramos rápido como si faltaran cinco minutos para la boda aunque realmente faltaban como cuatro o cinco horas mínimo. Aún así la obedecimos sin rechistar y cada quien agarró su ropa y accesorios. 

Me puse mi vestido y los tacones y empecé a maquillarme. Al terminar me peiné y listo, ya estaba arreglada, pan comido. Sin embargo ni Hermione ni Ginny habían terminado de alistarse aún por lo que decidí ir con ellas para ver si había algo que pudiera hacer por ellas. Al final terminé maquillándolas y peinándolas a ambas y a decir verdad quedaron divinas con el outfit completo. Bajamos a reunirnos con los demás en la sala mientras esperábamos a que el tiempo pasara y la boda comenzara, aunque todavía faltaban una hora o dos para que eso ocurriera y según nos había dicho la Señora Weasley el tiempo se pasaba volando y dentro de nada estaríamos viendo bailar a Bill y Fleur. Por mucha verdad que tuviera esa frase aún faltaba un rato para el evento y ya estaba empezando a desesperarme. Empecé a caminar de arriba a abajo como si realmente fuera yo la que estuviera a punto de casarse hasta el punto de que ya todos los que estaban allí me miraban feo.
-¿Quieres parar ya?- espetó Harry impaciente mientras el resto asentían en señal de estar de acuerdo
-Vale vale- mascullé deteniéndome en seco ante la actitud de todos

Finalmente pasó el tiempo y el momento de la boda llegó. Los invitados empezaron a llegar, todos arreglados para la ocasión. El jardín de la casa, donde se celebraría la boda estaba bellamente adornado con globos, mariposas y pequeños confetis que volaban por doquier.

Cada quien ocupó su respectivo lugar mientras esperábamos el momento de entrada de los novios y del resto de los invitados. Hermione, Harry, Ron y yo estábamos sentados en la segunda fila detrás de el Señor y la Señora Weasley, la Señora Delacour, Fred, George, Charlie y el asiento vacío del Señor Delacour, el padre de Fleur. Ginny y Gabrielle, la hermana de la novia irían de damas de honor, entrando junto con la novia y su padre, a los cuales esperábamos con ansias. Bill llevaba cerca de quince minutos de pie frente a la multitud de invitados y de vez en cuando uno que otro volteaba la cabeza en busca de Fleur, que al final apareció. Iba vestida con un bonito vestido blanco del brazo de su padre seguida por las damas de honor las cuales llevaban puesto vestidos dorados. 

Los novios se casaron y pronto todos estaban bailando animadamente en medio de la pista mientras que otros platicaban o comían. En fin, la estábamos pasando muy bien cuando de repente una luz azul inundó el lugar haciendo que todos nos detuviéramos en seco. Era un patronus, pero no uno normal.
«El ministerio ha caído. Scrimgeour ha muerto. Vienen hacia aquí»

Era Kingsley Scklebolt el que había enviado el patronus, pero ya nadie pensaba en eso sino que pensábamos en lo que pasaría. El caos se había desatado y todos corrían en distintas direcciones llenos de pánico y nadie sabía que hacer. Había gritos y voces agitadas por todos lados y la multitud no me permitía encontrar ni a Harry, ni a Hermione ni a Ron. Empecé a buscarlos desesperadamente entre la gente y al final di con ellos, y justo a tiempo. Me cogí del brazo de Ron y todo se volvió oscuro y empezó a dar vueltas. 

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora