Capítulo 30

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Era una lluviosa mañana de un Sábado de Octubre y los pasillos y espacios comunes estaban abarrotados de estudiantes que no podían salir por la lluvia. Los chicos y yo ya habíamos terminado las tareas hacía ya un buen rato, así que nos estábamos divirtiendo mientras escuchábamos unos chistes de Fred y George, los hermanos de Ron.

Nos la estábamos pasando bien, reíamos a carcajadas mientras que los gemelos hacían chistes o bromas, la verdad tenían un talento para hacer reír a la gente y me parecía increíble. Después de esta ahí unas cuantas horas la cabeza había empezado a dolerme de nuevo, así que intenté concentrarme en lo que ellos decían, haciendo un gran intento para alejar el dolor. Por más que lo intentaba con todas mis fuerzas el dolor se hacía cada vez más y más intenso hasta que sentía como si mi cabeza fuera una bomba a punto de estallar en cualquier momento.
-Ahora vengo chicos- murmuré mientras me alejaba rápidamente en dirección a los dormitorios.

Llegué a mi habitación y cerré la puerta tras de mi, al mismo tiempo que me tumbaba en la cama. Estuve así un rato y al ver que el dolor no disminuía pensé en que podía hacer para detenerlo. Hacía grandes esfuerzos para concentrarme y poder pensar, pero el dolor inmenso que sentía en aquél momento nublaba mis pensamientos. Pasaron los minutos y yo seguía ahí tumbada pensando en algo que hacer, no sabía si llamar a los chicos, si buscar algo en el libro de hechizos, si meter la cabeza en el inodoro o si ahorcarme con las cortinas de la cama.

Pasó otro largo rato y decidí ir a buscar a Draco; sabía que el no me iba a quitar el dolor, pero por lo menos iba a estar pendiente de mi e iba a intentar ayudarme. Me levanté de la cama y como pude caminé hacia la puerta, luego a las escaleras, por la sala común hasta llegar al pasillo de la biblioteca. Ya era bastante tarde, serían como las once y ya no quedaba nadie en los pasillos. Yo avanzaba lentamente como si fuera un zombi, bueno, y seguramente también tenía el aspecto de un zombi. Cuando me hallé frente a las grandes puertas de la biblioteca me senté con cuidado en el suelo a esperar a Draco. Ya le había pedido si podíamos vernos así que esperaba que si hubiera visto la moneda y que ya estuviera en camino para verme.

Esperé y esperé y esperé hasta que finalmente lo vi llegar. Se sentó a mi lado y me miró preocupado.
-¿Qué tienes?- preguntó
-Nada- respondí intentando poner una mejor cara
-Olivia- dijo el -Estás pálida y parece como si fueras a explotar-
-Me siento mal- contesté
-¿Quieres que llame a Dumbledore?- preguntó poniéndose de pie
-No, no le digas, el ya tiene demasiados problemas y además ya dijo que no sabía que tenía, así que de nada sirve decirle- dije
-Está bien, si tu lo dices- murmuró

Estuvimos sentados un largo rato, y el incómodo silencio solo se interrumpía con pequeñas frases o palabras. Seguía doliéndome horrible la cabeza, así que estaba muy bien aquél silencio, ya que de alguna forma me mantenía calmada. Estaba recostada en las piernas de Draco mientras que el me pasaba la mano por el pelo.

El dolor se me estaba pasando lentamente, y me sentía cada vez mejor, así que me incorporé y recargué la cabeza en el hombro de Draco.
-Te quiero- susurré
-Y yo a ti- me contestó

De un momento a otro me empecé a sentir cada vez peor y todo se volvía más y más borroso hasta que me desvanecí por completo.

Desperté en mi cama rodeada por Draco, Harry, Hermione y Ron, que al darse cuenta de que estaba despierta corrieron a sentarse al lado mío.
-Olivia, ¿Estás bien?- preguntó Harry
-¿Qué pasó?- murmuré
-¿Tantas veces que ha pasado y aún no sabes que es?- preguntó Hermione
-Me he desmayado, eso si lo pillo- dije -¿Pero después que ha pasado?- pregunté
-Ha venido cargándote Draco y te hemos traído- dijo Harry
-Gracias- dije mirando a Draco que se limitó a sonreír

En el transcurso del día entraron y salieron personas que venían a ver como me encontraba, y yo la verdad ya estaba harta de que tanta gente entrara y saliera del dormitorio. El único que no salía era Draco, que mientras la gente entraba se mantenía sentado en un rincón de la habitación casi oculto en la oscuridad. Ya todos se habían ido y Draco se encontraba acostado en la cama conmigo mientras estábamos en silencio mirando el techo.
-Muchas gracias- dije
-¿Gracias por qué?- preguntó mirándome confundido
-Por traerme- dije esbozando media sonrisa
-Era eso o dejarte ahí tirada mientras me iba a dormir- respondió riendo
-Me hubieras dejado- dije sarcásticamente
-A la próxima seguro que lo hago- contestó sonriendo
-Cuando me despierte a mitad del pasillo ya sabré porque- dije riendo
-Pues claro, mientras tu duermes en el frío y duro suelo yo estaré como un rey en mi cama suave y acogedora- añadió

Ambos nos reímos. Nos pasamos el resto de la tarde riendo y bromeando sobre mil y una cosas, y cuando nos dimos cuenta ya era hora de bajar a cenar. Los chicos entraron y pusieron una pequeña mueca al ver a Draco, pero la borraron casi al instante de ver mi mirada amenazante. Ellos insistieron en que me quedara en la cama, así que mientras esperaba a que Draco regresara con mi cena me puse a leer uno de los libros que Hermione me había traído.
-Llegó la cena- dijo una voz cantarina proveniente de la escalera. En eso apareció volando una bandeja y detrás de ella Draco con cara de concentración mientras movía delicadamente su varita para evitar que se callera.
-Deberías dedicarte a esto- dije
-¿Dedicarme a qué?- preguntó posando la bandeja en mis piernas
-Pues a traerle la comida a la gente- respondí
-Ay que graciosa- dijo entornando los ojos -Sigue así que verás como se te acaban las cenitas en la cama-
-Perdón- dije riendo

Cenamos mientras platicábamos y al ver la hora me mandó a dormir, así que me acosté bien en la cama, me tapó y apagó la luz. Sentí como se acostaba al lado mío y me masajeaba la cabeza lenta y suavemente.
-Te quiero mucho- dijo el
-Yo no- respondí mientras el paraba de hacerme el masaje -Yo te amo- susurré
-Yo también te amo princesa- contestó y al terminar de decirlo se acercó a mi y me besó tiernamente.

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora