Capítulo 26

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Fue una noche asombrosa, me la pasé muy bien con Draco, y al salir el sol nos despedimos y cada quien se fue a su dormitorio. Llegué al mío y me tumbé en la cama mientras sonreía estúpidamente. ¿Cómo alguien podía ser tan jodidamente perfecto? Digo, había conocido a mucha gente atractiva en mi vida, pero nunca a alguien como él, alguien tan perfecto, inteligente, respetuoso, guapo, en fin, alguien como mi Draco. En muchas ocasiones pensé en si no me habría hechizado o algo parecido, estaba loca por el, no era normal, ¿O si?.

Me metí a bañar y al terminar de arreglarme baje corriendo a desayunar. No quería llegar tarde a clase, otra vez. Ya había llegado tarde 2 veces en lo que iba de curso escolar, ¡Y sólo llevábamos unas cuantas semanas! Tenía que trabajar en mi puntualidad, si seguía llegando tarde no lograría nada, así que me había propuesto ser más puntual, era como mi propósito anual o algo así. Entré en el Gran Comedor y me senté junto a mis amigos mientras empezaba a comer un plato de avena. Terminamos de desayunar y nos apresuramos a ir a nuestra primera clase: Transformaciones. Entramos todos al aula de la Profesora McGonnagall y tomamos asiento. La clase transcurrió con normalidad; Neville siendo un desastre en los hechizos, Hermione haciéndolo todo a la perfección y Harry, Ron y yo intentábamos hacerlo lo mejor posible, y a decir verdad íbamos bastante bien. La clase terminó y salimos juntos para ir a la siguiente clase, que no sabía cual era, ya que estaba algo dispersa, como siempre. 

En un abrir y cerrar de ojos estábamos entrando al aula de Historia de la Magia con el Profesor Binns, y me apresuré a tomar asiento junto a Hermione, que era la que siempre prestaba atención. El Profesor comenzó a hablar y su voz tuvo un efecto en mi que hizo que me diera más sueño del que ya tenía. Siempre tenía sueño, o bueno, la mayoría del tiempo, ya que al desvelarme para estar con Draco no me quedaba mucho tiempo de sueño, así que tenía que conformarme con unas cuantas horas. Volteé a ver a uno de los lados y vi a Harry y a Ron jugar entre ellos a no se que cosa y a Neville murmurando algo en voz baja. Mientras tanto yo estaba perdida dentro de mis más profundos pensamientos.

La clase duró lo que pareció un siglo, y cuando finalmente pudimos salir me alegré mucho, ya estaba harta de estar ahí. Tenía que empezar a pensar una forma de estar descansada sin dormir mucho, así que probablemente en la biblioteca encontraría algo que me pudiera ayudar. Como teníamos un rato libre decidí ir a mirar a la biblioteca, así que me despedí de ellos y fui para allá.

Caminé hasta llegar a las puertas de la biblioteca y entré. Rebusqué entre las estanterías en busca de algo que pudiera quitar el sueño, prácticamente busqué por todos lados, pero no lo pude encontrar. Me acerqué a la Señora Pince, la bibliotecaria para solicitar su ayuda. 
-¿Señora Pince?- pregunté
-¿Si Potter?- preguntó ella
-¿Sabe dónde puedo encontrar algo que me ayude a dormir?- pregunté
-Sí claro. ven conmigo- dijo mientras me hacía ademán de que la siguiera

Cuando llegamos a uno de los estantes le di las gracias y me puse a buscar algo que fuera útil. Finalmente encontré un libro que me pareció interesante lo tomé, lo guardé en mi mochila y salí corriendo a la siguiente clase. Llegué a tiempo y entré al salón, donde ya estaban Harry, Ron y Hermione sentados platicando. 
-Hola- dije sentándome a su lado
-Hola- respondieron al unísono
-¡Silencio!- dijo la Profesora Sprout 

En la tarde después de clases decidimos ir a ver a Hagrid a su cabaña. Nos metimos debajo de la capa invisible y empezamos a caminar en dirección al bosque prohibido. Llegamos ahí y tocamos la puerta. Hagrid nos abrió la puerta y nos invitó a pasar a la cabaña, nos ofreció unos pastelitos y charlamos alegremente sobre muchas cosas.
-Oh por dios, miren la hora que es- dijo Hagrid -Deben irse ya, no pueden estar aquí a estas horas-
-Bueno...- respondió Harry
-Nos vemos Hagrid- dije 
-Adiós chicos- contestó él mientras cerraba la puerta

Llegamos  al colegio y subimos rápidamente a la Sala Común, donde nos deshicimos de la capa invisible y bajamos a cenar. Los pasillos estaban vacíos ya que todos, o bueno, casi todos se encontraban en el Gran Comedor cenando. Entramos y nos sentamos los cuatro juntos, mientras la comida aparecía enfrente nuestro. Ron, que comía rápidamente apenas participó en la conversación, y cuando lo hacía se atragantaba con toda la comida que tenía en la boca. 

La cena resultó bastante divertida. Estuve escuchando la charla de unos estudiantes más pequeños que estaban al lado nuestro, que hablaban de no sé que de una calabaza, o algo así me pareció escuchar. De vez en cuando intervenía en la conversación que tenían Harry y Hermione, ya que estos se quedaban mirándome en busca de alguna respuesta. Cuando me cansé les dije que ya tenía mucho sueño, así que subí corriendo hacia mi dormitorio, pero en vez de dormir saqué el libro que me había llevado de la biblioteca aquella mañana. Lo hojeé mientras buscaba un hechizo o poción que me quitara el sueño, y después de mucho buscar finalmente lo encontré.
-Bingo- dije en voz baja mientras leía la descripción de aquél hechizo

No recuerdo su nombre pero era bastante fácil de ejecutar, solo era un leve movimiento de varita. Lo intenté contra objetos, pero al ver que no tenía efecto alguno decidí probarlo con Crookshanks, el gato de Hermione que dormitaba en un rincón del dormitorio. En el momento en que el hechizo golpeó en su pelaje el gato se levantó ágilmente y no volvió a dormir. Perfecto, ya tenía el hechizo perfecto para quitarme el sueño, ahora solo faltaba saber cuanto duraría. Leí y releí la página una y otra vez en busca de la duración del hechizo, pero no la encontré. -Que raro- pensé. 

Estuve leyendo por horas, y cuando escuché a las chicas en la escalera apagué todas las luces y fingí estar dormida. 
-Puff que cansada estoy- dijo Hermione echándose sobre su cama
-Ha sido un día larguísimo- añadió Lavender
-Buenas noches chicas- les dijo Hermione tapándose con las mantas
-Buenas noches- respondieron las demás

Estuve un largo rato tumbada de lado mientras esperaba el momento ideal para poder salir de ahí. Pasó lo que parecía un siglo, pero finalmente y después de una larga espera me fui. Caminé de puntitas por los oscuros corredores, en busca de algún sonido. Cuando di la vuelta en una de las esquinas una alta figura se quedó frente a mi. Lancé un grito ahogado mientras me sentaba en el suelo para recuperar el aliento.
-Eres un estúpido- le dije a Draco cuando el se sentó junto a mi
-¿Pues yo que sabía que ibas a aparecer por ahí?- preguntó 
-¡Pues yo que sé!- espeté
-Tranquilízate, fue sin querer- dijo
Respiré profundo unas cuantas veces intentando calmarme, aún sentía como el corazón latía fuertemente en mi pecho.
-Okey- dije -Perdón por enfadarme-
-Está bien princesa- dijo él dándome un beso en la frente
-Ye quiero- susurré
-Y yo a ti- contestó el, se inclinó hacia el frente y me besó en los labios

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora