Capítulo 64

12 4 0
                                    

Faltaban sólo cuatro días para que cumpliera diecisiete y la emoción empezaba a crecer y sabía muy bien a que se debía: podría marcharme y ser libre al fin, aunque sin Draco el ser mayor de edad no tenía mucho sentido a decir verdad.

Ya hacía un par de horas que me había despertado y al ver mi desorden se me quitaron las ganas de hacer cualquier cosa. Sabía que tenía que empezar a ordenar ya si quería irme el mismo día de mi cumpleaños así que fui a la cocina por unas cuantas bolsas de basura y le pedí la escoba, el recogedor y el trapeador prestados a Tía Petunia, la cual accedió a regañadientes. Subí de mala gana las escaleras hasta llegar a mi cuarto, el cual cerré con llave para que nadie llegara a molestar mientras limpiaba. Sabía que eso iba a costarme bastante y me iba a tomar algo de tiempo, pero dejando de lado aquello no había ningún otro obstáculo. 

Me amarré un trapo a la cabeza como había visto en algunas películas, me coloqué unos guantes de goma y puse manos a la obra. Lo primero que hice fue empezar a separar las cosas como basura y lo que me quedaría y una vez así ya podría continuar. 

Llevaba cerca de dos horas limpiando y mi habitación volvía a parecerse a lo que alguna vez había sido, cosa de la que me sentía bastante orgullosa. Estaba sentada en un rincón del cuarto y miraba con felicidad lo limpio que se veía a pesar de no haber terminado de acomodar. Solo esperaba que no me diera otro de mis "ataques" que me hiciera destruir todo de nuevo porque sino estaba segura de que me metería la varita por las orejas. 
-¡Olivia!- gritó Tía Petunia desde la escalera -¿Piensas bajar a comer?-
-¡Que ya voy!- grité mientras me ponía de pie

Ya me habían llamado más de tres veces y aunque estaba casi cien porciento segura de que ya habían empezado a comer seguían y seguían llamando como si realmente disfrutaran de mi compañía. Bajé las escaleras vagamente y al llegar a la mesa me senté en mi lugar junto a Harry en el que había un plato con unas aceitunas en el. Las miré llena de asco y empecé a juguetear con el contenido sin disimular la mueca de desagrado que había en mi rostro. DETESTABA las aceitunas, cosa que tanto mi tía como mi tío sabían perfectamente así que me molestó bastante que simplemente para divertirse quisieran fastidiarme. Bueno, no me iba a dejar dominar por el odio que sentía hacia ellos en aquél momento por lo que inhale y exhalé rápidamente y escondí mi enojo.
-¿No vas a comer?- preguntó mi primo Dudley desde el otro lado de la mesa
-No- dije con firmeza -¿Me puedo levantar ya?-
-No- respondió Tía Petunia sin siquiera pensarlo

Después de que todos hubieran terminado de comer y Tía Petunia y yo de recoger la cocina al fin regresé a mi habitación la cual seguía igual de como la había dejado minutos atrás. Pasé el resto de la tarde limpiando y acomodando hasta que al final por allá de las ocho y media el cuarto estaba impecablemente limpio. Sonreí de oreja a oreja al ver el estupendo resultado y estando muy orgullosa del trabajo que había hecho. Mientras admiraba con alegría mi gran trabajo llamaron a la puerta por lo que abrí.
-Pasa- le dije a Harry apartándome para que pudiera pasar
-Wow- exclamó sorprendido -Te esmeraste mucho-
-Pues ya ves- respondí orgullosa
-Pues creo que cuando tenga que ordenar mi habitación te llamaré a ti- añadió riendo
-Te va a costar algo de dinero- contesté maliciosamente
-Ni porque soy tu hermano me harías ese favor- dijo con aire dramático
-Todo cuesta- dije encogiéndome de hombros

Al final terminamos sentados en el suelo en la mitad de la habitación jugando una partida de Ajedrez mágico la cual orgullosamente gané, como la mayoría de partidas que jugaba contra Harry o Hermione, los cuales eran considerablemente malos. Cuando íbamos por la segunda la puerta se abrió de golpe y Tío Vernon apareció tras ella. 
-¿Qué quieres?- pregunté desafiante
-Queremos hablar con ustedes- dijo con frialdad
-Vale ahora bajamos- respondí 

Nuestro tío desapareció por la puerta y Harry y yo nos pusimos en pie para seguirlo hacia la sala de estar, donde supuse que también estarían Dudley y Tía Petunia. De muy mala gana empezamos a bajar por la escalera que en comparación de la habitación estaba completamente iluminada. Entramos en el salón y nos sentamos en uno de los sillones que estaban vacíos.
-¿Bien?- espetó Harry -¿Qué quieren hablar?-
-Hemos cambiado de idea- dijo con frialdad 
-Que novedoso- repliqué
-No les creo ni una palabra- añadió haciendo que su gran bigote temblara de rabia -Nadie se va a mover de aquí-
-¿Y se puede saber por qué?- preguntó Harry cansado
-Dicen que estamos amenazados por un tal Lord Voldemort, ¿Cierto?- dijo mi tío
-Cierto- afirmé 
-Pues bien lo hemos discutido y hemos llegado a la conclusión de que todo lo que dicen es puro cuento para poder quedarse con la casa- añadió rojo del enojo
-¿Pero qué dices?- exclamé estupefacta -¿Nosotros queriendo quedarnos con la casa? ¿Estamos locos o qué?-
-¿Para que querríamos nosotros la casa eh?- preguntó Harry arqueando la ceja
-Quizá- comenzó a decir como quien está explicando algo a un niño pequeño -Lo convierten en un cuartel para los "suyos"-
-Mira, yo creo que estás empezando a imaginar cosas- respondí ante tal conjetura -Si sigues así tendré que llamar al psiquiátrico, aunque la verdad dudo mucho que puedan hacer algo por ti-
-¡No le hables así!- saltó Tía Petunia desde su lugar
-Mira- la interrumpió Harry -Ya te lo hemos explicado un montón de veces pero si no quieres entender allá tu, solo te digo que no acabarás muy bien-
Nadie dijo nada.
-Por si no te acuerdas tanto Dumbledore, como Kingsley y el Señor Weasley ya te lo explicaron y esta va a ser la última vez que lo hagamos- añadí exasperada por su actitud -El encantamiento que nos protege tanto a Harry y a mi como a ustedes se romperá el día que cumplamos diecisiete años por lo que a los mortífagos y a Voldemort les será demasiado fácil encontrarlos y torturarlos para saber donde estamos y no creo que quieran eso, ¿O sí?-
-No- gruñó mi tío 
-Bien, pues prepárense- dije dando por acabada la conversación

Después de un rato llegaron dos magos los cuales se encargaron de llevarse a los Dursley dejando completamente sola la casa, bueno a excepción de Harry que estaba en su dormitorio intentando acomodar todo. También nos habían dicho que nos iríamos aquella misma noche por lo que haber ordenado todo había sido de gran ayuda. Estaba muy nerviosa por lo que empecé a tronarme los dedos y a arañarme el brazo con las uñas. Usualmente hacía eso cuando estaba muy nerviosa como en aquél momento. Ya había guardado todo lo que llevaría en una pequeña mochila a la cual le había hecho un encantamiento para que cupieran más cosas de lo que normalmente podría llevar.

Estaba en medio de una crisis nerviosa cuando de repente el estruendo de una motocicleta hizo que me sobresaltara pero al recordar que vendrían por nosotros me relajé un poco. Bajé la cocina con la varita en la mano y justo en ese momento Harry abrió la puerta y unos cuantos miembros de la orden entraron por la puerta. 
-Eh hola- dije aún nerviosa cuando Hermione y Ron llegaron a abrazarme 
-Pensamos que llegarían un par de días después- comentó Harry al verlos entrar a todos
-Pues bien- dijo Ojoloco Moody -Ha habido un cambio de planes-
-¿Y se puede saber por qué...?- pregunté tímidamente
-¡A eso iba!- gruñó Moody -Pues bien el ministerio ha impedido que conectemos esta casa a la Red Flu, que viajemos por medio de un trasladador o por Aparición por lo que como podrán adivinar esto va a ser difícil, sin embargo utilizaremos medios de transporte que no puedan ser vigilados: escobas, thestrals y la motocicleta de Hagrid- 
-¿Y cómo vamos a lograr que no nos vean?- pregunté con curiosidad
-Bien pues siete de ustedes se tomarán una poción multijugos que los transformará en Harry...- explicó
-¡De ninguna manera!- gritó Harry haciendo que me sobresaltara
-No te estamos preguntando Harry- dijo Hermione -Todos somos mayores de edad y podemos decidir por nuestra cuenta-
-Pues no podrán hacerlo si no coopero- replicó Harry 
-Si no cooperas te obligaremos a hacerlo haremos por la fuerza- añadió Fred 
-Así que tu decides, o cooperas o te obligamos- dijo George sonriendo maliciosamente
-Vale vale- se rindió mi hermano

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora