Capítulo 70

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Pasó el tiempo y ya habíamos cambiado de escondite más de cinco veces por distintas causas. Unas veces porque se acababa la semana y llegaba el tiempo de irse, otras porque veíamos mortífagos por la zona, otras más por no encontrar comida, algunas más por el clima, en fin teníamos una revuelta enorme.

Mientras tanto seguíamos sin saber nada del resto de miembros de la Orden. Semanas antes el Señor Weasley nos había enviado un patronus diciéndonos que todos estaban bien a pesar de estar vigilados. Eso había sido las últimas noticias que habíamos recibido de ellos y cada día nos preocupábamos más y más, sobre todo Ron, el cual estaba paliducho, casi no comía y se pasaba los días callado, respondiendo indiferentemente de vez en cuando a nuestros comentarios.

Estaba harta de esconderme. Sabía que no había otra opción pero aún así me era difícil contenerme y no salir corriendo cada vez que tenía oportunidad y aparte para sumar más problemas seguía sin saber de Draco...

Con cada día que pasaba mi preocupación hacia el incrementaba notablemente y había veces en las que incluso lloraba por muy exagerado que suene. Los nervios me consumían, simplemente era mucho de lo que preocuparse para alguien como yo, tan débil y sensible, todo me afectaba de un modo preocupante, simplemente no era normal y no sabía porque pasaba así.

Sin embargo no tenía mucho tiempo para pensar en todo aquello y en lugar de seguir sacando conclusiones ilógicas salí de la tienda para montar guardia un rato. Los malestares que habían empezado en el verano habían resurgido y esto disminuía notablemente mis capacidades tanto físicas como mentales ya que la mayor parte del tiempo me la pasaba recostada en algún sillón más pálida que nunca. Seguía sin saber de que trataba todo aquello pero como dije antes, al no tener mucho tiempo para pensar en ello decidí apartarlo de mí mente como cualquier persona normal haría.

Agarré un libro de la estantería y con una cobija y una almohada salí hacia el frío bosque sin alejarme de los límites de protección del escondite. Me senté sobre la mullida almohada, me cubrí con la suave manta y abrí el libro en la primera página. El tiempo siempre pasaba más rápido en compañía de un buen libro que algo de comida claro, pero al encontrarnos en la difícil situación de encontrar comida no podíamos desperdiciarla de tal manera, por lo que muy a mi pesar tuve que alejar el dolor de tripas que tenía.

Y como dije antes, el tiempo pasa rápido al tener un buen libro por lo que al cabo de lo que parecieron minutos ya era hora de cambiar de guardia y está vez sería Harry el que saldría a vigilar los alrededores. Me senté en un sofá junto con Hermione la cual miraba a la nada con una expresión de suma concentración mientras que se acariciaba la barbilla inconscientemente.
-¿Qué haces?- pregunté rompiendo el silencio que envolvía el lugar
-Pensando- respondió volviendo al mundo real
-Debe ser importante- añadí
-Lo és- puntualizó seriamente
-¿Y?- pregunté esperando una respuesta
-¿Y qué?- preguntó confundida
-¿En qué pensabas?- pregunté ansiosa
-En formas de destruir el relicario- respondió absorta en sus pensamientos
-O vale- murmuré pensando

Hermione me había puesto a pensar por lo que el resto de la tarde me la pasé pensando y repasando las maneras que se me ocurrían para acabar con la existencia del relicario, pero por más empeño que le puse no salió nada bueno de ahí. La hora de la cena llegó y como en la mañana habíamos salido a explorar teníamos bastante comida la cual compensó el hecho de no haber comido bien durante la semana anterior.
-COMIDA- gritó Ron tan pronto se sentó en la mesa
-Dios que primitivo eres Ron- murmuró Hermione avergonzada
-Pareces un animal- añadí resueltamente
-A veces tienes cada ocurrencia- dijo Harry rodando los ojos -Que no se si reír o llorar-
-Mejor ríe que ya habrá tiempo suficiente para llorar- contesté
-Cada día te pareces más a Fred y a George-

La cena estuvo bastante entretenida y luego de un rato de discusión entre Hermione y yo por quien haría guardia todo quedó en que saldría yo. Volví a agarrar mi libro, mi varita, la almohada y la cobija y salí hacia la fría oscuridad, la cual consumía todo a mi alrededor.

Luego de un rato notaba como me pesaban los párpados más y más hasta el punto de casi dormirme, por lo que en un intento de no hacerlo decidí ponerme de pie. Hacía un frío de los cojones por lo que me envolví con la cobija varias veces antes de dar un paso sobre la blanca nieve, la cual parecía brillar entre tanta oscuridad. No podía moverme mucho ya que el espacio entre la carpa y los límites de los sortilegios no era mucha y temía que nos encontraran por mi culpa.

El dolor de estómago comenzó a hacerse notar tanto que tuve que sentarme de nuevo y flexionar mis rodillas contra mi pecho em un intento de aliviarlo pero nada, no había manera, como si me hubieran hechizado lo cual era imposible ya que solo había estado con Harry, Ron y Hermione y confiaba en que ninguno de ellos lo habría hecho. Pero daba igual lo que lo hubiera causado, fuera lo que fuera se hacía más intenso y difícil de sobrellevar, por lo que acabas te dida en la nieve con la cara tensa y el cuerpo compacto.
-¿Y a ti qué te pasa?- preguntó Ron al salir
-N-nada- logré decir
-No te ves bien- añadió analizándome más de cerca
-No es nada- me apresuré a decir
-Espera que ya vuelvo- dijo desapareciendo dentro de la carpa

Me quedé ahí tumbada como una inútil esperando a que vinieran a ayudarme, ya que en ese preciso instante no me sentía capaz de levantarme yo solita.
-¿Qué pasó?- preguntó Hermione al salir
-No me siento bien- respondí aún acurrucada
-Levántate y te ayudo a entrar- dijo la chica ofreciéndome su mano
-No me doy movido Hermione- murmuré apenada

Al final entre todos me ayudaron a entrar y terminé acostada en mi cama, como una inútil otra vez y lo peor de todo, los dolores aumentaban.

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora