Capítulo 6

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La mañana siguiente me levanté muy apurada, el tren salía en menos de media hora. Salí corriendo a la ducha, me bañé lo más rápido posible y al terminar de alistarme y agarrar mis cosas bajé a la sala común y ahí estaban Harry y Ron. Cuando me vieron se acercaron a mi.
-¿Por qué tardaste tanto en bajar?- preguntó Harry
-Me quedé dormida- dije con una tímida sonrisa
-Bueno- dijo Ron -Tenemos que apurarnos, el tren sale en 15 minutos, todavía nos queda algo de tiempo para agarrar algo de comer-
-¡No hay tiempo para comer!- grité -¡Vamos a llegar tarde Ron!-
-Pero...-  intentó decir
-Nada, mi hermana tiene razón, si no salimos ahora no llegaremos a la estación-

Ron me miró e hizo una mueca de desagrado, yo lo ignoré y seguimos caminando.

Llegamos a la estación a pocos minutos de la partida del tren. Subimos y nos sentamos. Había un silencio incómodo que yo aproveché para pensar en todo lo sucedido. Pensaba en Draco, en las clases, en el equipo de Quidditch, del cual era parte gracias a un incidente que le sucedió a uno de los anteriores miembros. De verdad me gustaba jugar, cuando estaba ahí todas mis preocupaciones se iban, solo tenía que pensar en algo: La Snitch Dorada, una pequeña dorada pelota con alas que vagaba por el campo rápidamente. 

Volví a acordarme de Draco, de como nos habíamos despedido ayer y en ese momento un par lágrimas brotaron de mis ojos y cayeron por mis mejillas.

Esperaba que ninguno de los chicos lo hubiera notado, no quería explicar nada. Oculté mi cara con un libro y al poco tiempo me quedé dormida. Me desperté con las voces emocionadas de Ron y Harry, abrí los ojos lentamente y me incorporé en mi asiento. Miré por la ventana y vi que el tren se detenía lentamente y mientras agarrábamos nuestro equipaje se detuvo completamente.

Bajamos apresuradamente y a unos pocos metros vimos a la Señora Weasley. Llegamos a donde estaba ella y nos besó a cada uno en la mejilla. 

Cuando llegamos a la Madriguera de los Weasley estaba exhausta, así que me desplomé en un sillón casi deshecho, -Debe tener ya muchos años- pensé.

La Señora Weasley nos ofreció a Harry y a mi unas galletas, y como estaba tan hambrienta las acepté, me acababa de dar cuenta de que no había comido nada en el trayecto a la estación. Ron nos llevó escaleras arriba y nos mandó entrar en su cuarto. Estaba igual a como lo recordaba: Posters de los Chudley Cannons, un popular equipo de Quidditch del que todos éramos fans. Su cuarto era todo o la mayoría de color naranja. En una esquina descansaba Scabbers, una rata marrón que era propiedad de Ron, y que antes había sido de Percy, su hermano mayor. 

A las 9:00 se sirvió la cena, todos charlaban animadamente mientras yo estaba sumida en mis pensamientos. Al parecer la Señora Weasley se dio cuenta y me preguntó.
-Querida, ¿Te encuentras bien?-
-¿Eh?- dije yo, regresando al mundo real
-Que si te encuentras bien querida- dijo con una dulce voz
-Eh si estoy bien- mentí -Es sólo que no tengo hambre, aparte estoy algo cansada, creo que voy a ir a dormir- sonreí levemente
-¿Segura estás bien? Te ves muy pálida- dijo Ginny 
-Si estoy perfectamente- respondí en un tono convincente

Me levanté de la mesa y fui al cuarto de Ron. Harry y yo nos íbamos a quedar con él mientras estuviéramos aquí. Abrí mi saco de dormir me metí dentro y me quedé dormida. 

Yo estaba durmiendo profundamente cuando Hedwig entró con una carta en las patas. Me picoteó la cara suavemente hasta que finalmente me desperté. Le quité la carta de las patas, le di las gracias y salió volando. Abrí la carta y vi que era de Draco. Salí del cuarto con la carta debajo de la ropa y me encerré en el baño. La saqué del sobre y la empecé a leer:

Querida mini-Potter:

Hola, ¿Cómo estás? Espero que muy bien, yo estoy en casa con mis padres, y es de lo más aburrido. He estado esperando una carta tuya, pero supongo que apenas llegaste a la casa de los Weasley. Te extraño demasiado, pienso en ti todo el tiempo y no puedo esperar para volver a vernos. Espero que tu te lo estés tomando mejor, pero no te preocupes, el tiempo se pasará muy rápido, y mientras nos mandaremos cartas. Me tengo que ir porque mis padres no saben nada. Te quiere y te manda besos:

Draco.

Terminé de leer la carta con los ojos llenos de lágrimas y en eso sentí girar el pomo de la puerta. Se abrió rápidamente y vi la cara enrojecida de Ginny.
-Hola- dijo ella entusiasmada -¿Estás bien?-
-H-hola- dije secándome las lágrimas y con la voz temblorosa -Buenos días-
-¿Qué tienes? ¿Estás bien?- preguntó ella preocupada
-Estoy perfectamente- dije yo con una falsa sonrisa
-No te creo- respondió -Te vi llorando, dime que te pasa, prometo no decirle a nadie-

La miré unos segundos intentando decidir que hacer. Decidí inventar una excusa, había hecho una promesa con Draco de no decirle a nadie y tenía pensado mantenerla lo más posible.
-Es solo que me duele algo el estómago- mentí, esperando que se lo creyera
-Vamos- dijo ella extendiéndome la mano -Mi mamá te dará algo para el dolor-

Bajamos y ella le explicó a la Señora Weasley, que me dio una infusión. Yo me la tomé despacio, y cuando la terminé le di las gracias y le dije que ya me encontraba bien. 

Llegué al cuarto de Ron y me senté en el suelo. Saqué uno de los muchos libros que traía en mi mochila y empecé a leerlo rápidamente. No me lo podía creer, había estado a punto de revelar mi relación con Draco. Desde ese momento supe que tenía que tener más cuidado con lo que hacía o con los que estaban por ahí.


Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora