Capítulo 48

14 4 0
                                    

-¿Entonces tu padre no ha venido?- pregunté
-No- suspiró -Me ha estado un montón de cartas donde me dice que no lo hubiera esperado de mi y cosas así- 
-Sabes que él no quiere decir eso- murmuré -Ha de estar muy pero que muy enfadado-
-Es que siempre es así- respondió volteando para el otro lado
-Lo que me extraña es que no se haya pasado por aquí- dije
-No ha tenido tiempo, es eso- respondió -En cuanto se desocupe vendrá, ya lo verás-
-No te preocupes amor- dije poniendo mi mano en su espalda -Todo se va a solucionar, ya verás-
-Eso espero princesa, eso espero- murmuró

Seguimos platicando un rato más y luego nos pusimos a caminar lentamente en dirección a mi Sala Común. Nos detuvimos frente al retrato de la entrada, nos dimos un beso y el se fue a las mazmorras. Esperé a que desapareciera por uno de los pasillos para pasar por el retrato hacia la Sala Común, la cual estaba totalmente vacía. Me senté en una de las butacas que estaba junto al fuego, el cual se consumía lentamente con el paso del tiempo. Poco a poco el fuego se fue apagando hasta que no hubo nada, por lo que la habitación dejó de estar igual de caliente que antes. 

Estaba a punto de quedarme dormida, por lo que me levanté de muy mala gana y subí las escaleras con pesadumbre, sintiendo como si el cuerpo me pesara treinta kilos más. Abrí la puerta del dormitorio y al llegar a mi cama sin siquiera abrirla ni ponerme el pijama ya que caí dormida casi al instante.

Me desperté al día siguiente a las siete y media de la mañana, me bañé y vestí, arreglé mi parte del dormitorio, tomé un par de libros, pergaminos, plumas y tinteros y salí de la habitación con cuidado de no despertar a las demás chicas. Me senté en la misma butaca del día anterior y saqué las redacciones que había dejado a medias. 
-Puff, no acabo ni para el año que viene- murmuré
-Te entiendo-
-¡Fred!- grité aún espantada
-Lo sentimos- dijo George
-¿Qué no pueden venir como la gente normal?- pregunté indignada -La gente normal por si no lo saben se aclaran la garganta antes de hablar para no asustar a la gente-
-Vale vale- respondió Fred -La próxima vez intentaremos hacer más ruido-
-Gracias- contesté 
-¿Nos podemos sentar?- preguntaron al unísono
-Si si, siéntense- dije apartando un par de cosas de una de las butacas

Fred y George también se sentaron para hacer algo de tareas, que a simple vista se veían algo complicadas, sin embargo y por la facilidad con la que anotaban y buscaban supuse que en realidad era pan comido. Terminé una redacción para Slughorn y seguí con una que me faltaba del Profesor  Snape, la cual había dejado a medias desde el otro día.
-¿Qué haces?- preguntó George inclinándose para ver mi redacción
-Redacción para Defensa Contra Las Artes Oscuras- respondí mientras anotaba un par de cosas
-Snape podría empezar a ser más original- murmuró Fred
-Ya lo creo- respondí -Aunque lleva un montón de años haciendo lo mismo, dudo mucho que lo cambie ni un poquito-
-Si- suspiraron

Seguimos haciendo la tarea en silencio y poco a poco la Sala Común se fue llenando poco a poco hasta que la mayoría de los estudiantes estaban allí reunidos. Al poco rato apareció Hermione con un tocho de libros bajo el brazo y en el otro un montón de pergaminos, un tintero y una pluma. 
-Hola- dije 
-Hola- respondió dejando su carga en una mesa próxima
-¡Mira, te falta muy poco!- dijo Hermione señalando la lista de pendientes que tenía a un lado mío
-Es cierto- respondí -No me había fijado-

Al ver que todos bajaban de sus cuartos a la Sala Común decidí dejar la tarea para más tarde, así que llevé mis cosas arriba y las metí rápidamente en el baúl para ir a reunirme con mis compañeros. Después de haber recogido nuestras cosas nos dirigimos todos hacia el Gran Comedor después de que Ron dijera que si no se alimentaba moriría. Llegamos y cogimos unos buenos sitios en el centro de la mesa, nos quedamos platicando mientras esperábamos a que apareciera el desayuno en las usuales bandejas de oro relucientes.
-¿Aún no les ha puesto un castigo Snape?- preguntó Ron con la boca llena
-No- respondí tragándome lo que tenía en la boca -Supongo que está esperando para ver si hay algo que pueda fastidiarnos-
-Probablemente- respondió Harry sirviéndose otro vaso de jugo de calabaza
-O también podría estar juntando todas sus sesiones de detención para hacerlas una sola y pasar cuatro días encerrados en las mazmorras cumpliendo el castigo- propuso Ron
-No creo Ron- contestó Hermione
-Ya sabes que con Snape todo es posible- respondí
-Bueno pero quien sabe si es detención, ¿No?- dijo Hermione intentando animarme
-Si, a lo mejor es algo mucho peor, como no sé...- dijo Neville -No se me ocurre nada...-
-Bueno pues quizás es suspensión, ¿No?- sugirió Ron
-No creo, si fuera suspensión ya nos habrían suspendido- respondí pensando
-Bueno quizás les remueven alguna actividad- propuso Hermione -A lo mejor los dejan sin salidas a Hogsmeade o los partidos de Quidditch
-Ojalá y no- murmuré
-Pues sólo queda esperar, aunque al paso que vamos quien sabe cuando los llame- repuso Harry

Al terminar el desayuno salimos del Gran Comedor para ir hacia nuestra primera clase, la cual era Transformaciones. Llegamos al aula y tomamos asiento en unos de los primeros pupitres del lugar. Abrí mi libro y empecé a leer el capítulo de la clase pasada, en la que tratábamos sobre unos cuantos hechizos que aún no dominaba totalmente y que tampoco había podido terminar gracias al escaso tiempo con el que contaba. 

Al cabo de un minuto o dos la Profesora McGonnagall entró al aula y se acercó a mi pupitre. Por un momento creí que me regañaría o algo por el estilo.
-Potter, Snape te espera en su oficina- dijo 
-Está bien- respondí mientras guardaba el libro en la mochila, me la ponía al hombro y salía del aula

Supuse que a Draco también lo habían llamado como el otro día, así que pasé por donde se suponía que estaba tomando clase y me asomé disimuladamente. Al ver que a él también lo habían citado me aparté de la puerta para que pasara y caminamos juntos hasta la oficina del Profesor Snape. 

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora