Capítulo 3

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En los días que siguieron Malfoy se seguía comportando de manera extraña, si nos encontrábamos por los pasillos se cruzaba en mi camino, como si intentara decirme algo, pero nunca decía nada, también lo había atrapado mirándome en las clases que compartíamos y acechaba en los corredores del castillo. Intenté no pensar en él y en sus actitudes extrañas, parecía... como decirlo.... más.... amable y agradable.  

Las noches las pasaba pesando en Malfoy, no entendía porque, simplemente él venía a mis pensamientos. Cada vez se volvía más el tiempo en el que se paseaba por mi mente. Empezaba a preocuparme, a nadie le gustaría saber esto, y mucho menos a Harry, él y Draco eran enemigos desde nuestro primer año en Hogwarts, no se como reaccionaría al escuchar que Draco Malfoy vivía en mis pensamientos. Intentaba mantenerme ocupada leyendo libros de la biblioteca o saliendo a visitar a Hagrid. Aún así, en las noches me era inevitable imaginarlo, cada día eran distintos mis pensamientos, algunos días Draco dormía, otras corría y otras más tenía aquella sonrisa traviesa con la que me miraba. Nunca me había molestado en tratar de comprenderlo, para mi el era un sujeto desagradable, burlón, presumido, patán y fanfarrón. Pero hacía unas semanas había empezado a dudar, a dudar de lo que pensaba de el, mi mente me hacía pasar muy malos ratos, no sé lo que me pasa, he intentado varias veces recurrir a Hermione, pero cada vez que intento preguntarle algo me detiene, mi instinto me dice que lo mejor era mantenerlo escondido por el mayor tiempo posible.

Un tarde de un sábado, ya harta de no saber que me pasaba me dirigí hacia la biblioteca y empecé a buscar entre las estanterías, buscando algo que me pudiera ayudar. Ahí estaba, un tomo bastante gordo, cubierto de cuero rojo, con letras doradas,  lo abrí y lo empecé a leer, los minutos se convirtieron en horas, y cuando me di cuenta era hora de la cena. Me aproximé hacia el escritorio de Irma Pince, la bibliotecaria del colegio, pedí el libro y regresé a mi dormitorio, estaba dispuesta a seguir leyendo después del banquete, lo escondí bajo la cama y fui al Gran Comedor. 

Cuando llegué vi a los demás se veían preocupados, me apuré y me senté a su lado, me miraron y suspiraron aliviados.
-Hola chicos- dije con una sonrisa, esperando aligerar el ambiente, los demás me miraron y no dijeron palabra, así estuvieron unos minutos hasta que Harry decidió hablar.
-¿ESTÁS LOCA? Te buscamos toda la tarde, ¿Dónde te habías metido?-
-Yo.... eh.... yo- tartamudeé -Yo estaba en la biblioteca leyendo- dije al fin
-¿En la biblioteca?¿Leyendo?- Intervino Ron -Ni que fueras Hermione-
Hermione le dirigió una mirada de pocos amigos a Ron, este la ignoró y siguió comiendo
-Está bien- prosiguió Harry -Sólo que la próxima vez dinos que vas a estar allí toda la tarde - 
-Muy bien- dije -lo intentaré-

El resto de la noche transcurrió normal, charlamos y comimos como todos los días. Terminó el banquete y ya era hora de ir a dormir. Los 4 nos reunimos con Neville, Dean y Seamus en la entrada de la sala común. Entramos y Hermione y yo nos separamos del resto para irnos a nuestro dormitorio. Tan pronto las demás se quedaron dormidas me puse una bata, cogí el libro y mi varita y muy sigilosamente bajé. No sabía a donde iba exactamente, lo único que quería era un lugar tranquilo en el cual leer mi libro. 

Salí de la sala común a través del cuadro de la señora gorda, silenciosamente vagué por los pasillos, siendo sincera, ya no sabía a donde ir. Doblé la esquina en uno de los pasillos y allí sentado, mirando a través de la ventana estaba él: Draco Malfoy. En ese momento comprendí lo que me pasaba, algo que ningún libro iba a poder decirme, estaba enamorada del enemigo de mi hermano, era mi perdición. Intenté pasar a su lado como normalmente lo hacía, nada más que esta vez sentí una opresión en el pecho y un ardor en las mejillas. Me detuve a su lado, lo contemplé por unos segundos y reaccioné
-Hola Draco-  dije tímidamente
-Eh h-hola- dijo él
Me armé de valor y dije -¿Qué haces aquí tan tarde?-
-Necesitaba venir a despejarme- dijo el con indiferencia algo fingida -¿Y tú mini-Potter?-
-No podría dormir así que vine a dar un paseo para relajarme-

Por primera vez no me había molestado que Draco me dijera mini-Potter, usualmente me llamaba así para molestarme, pero para mi sorpresa y la de Malfoy, no me había importado, pero lo que él no sabía era que me había gustado. Seguimos platicando durante horas, hasta que nos dimos cuenta de que empezaba a amanecer. Me despedí de Malfoy y fui corriendo hacia la torre de Griffindor, esperaba que nadie se hubiera levantado aún. Abrí la puerta de la habitación y vi que todas estaban durmiendo, entré al baño, me duché y me alisté para las clases. Cuando salí Hermione ya estaba despierta mientras y mientras ordenábamos empezamos a platicar. Salimos temprano, así que decidimos ir a la biblioteca. Hermione encontró un libro interesante que leer, y mientras ella estaba embobada en la lectura yo salí y me asomé a la puerta.

De pie junto a la puerta estaba Draco, sentiste como se te encendían las mejillas y te temblaba el cuerpo. 
-H-hola Ma-Malfoy- dije torpemente
-Hola mini-Potter, ¿leyendo?- pregunto él con una atractiva sonrisa
-En efecto, acompañé a Hermione, yo no vengo a leer, no hoy- respondí 
-¿Sabes? Me la pasé bien contigo ayer- dijo y pude ver como apartaba la mirada, era evidente que estaba apenado
-Y-Yo igual me la pasé bien contigo Malfoy- dije sonrojándome
En ese momento salió Hermione, me dirigió una sonrisa volteó y al ver a Malfoy una mueca de desprecio se dibujó en su cara. Él también hizo la misma mueca. 
-Adiós Potter- dijo bruscamente y se fue
-Adiós Malfoy- murmuré
-¿Qué hacía Draco Malfoy aquí?- preguntó mirándome 
-No sé, seguramente esperaba a alguien- dije distraídamente
-No hay nadie más dentro- 
-Entonces quien sabe- realmente si sabía, estaba ahí por mi, la pregunta era por qué.

Salimos apresuradamente de la biblioteca y corrimos hacia el aula de Transformaciones, dada por la Profesora McGonagall, quien también era la jefa de nuestra casa: Griffindor

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora