Capítulo 20

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Pasaron semanas y seguía sin encontrar algún lugar en el que quedarme. Generalmente pasaba las noches en bancos de parques o en callejones desiertos. No siempre encontraba comida y mi estado físico empezaba a deteriorarse; estaba cada vez más delgada, estaba muy pálida, tenía ojeras, a pesar de dormir y tomar baños me veía andrajosa y débil. Me pasaba los días sentada en un parque que había encontrado hacía unos cuantos días. Cuando me entraban ganas de caminar recorría el pequeño parque y luego de un rato regresaba a mi lugar habitual, donde también dormía. 

Estaba empezando a enfermar, y dado que no podía hacer magia aún tenía que apañármelas para buscar comida por mi cuenta, a decir verdad todo se estaba complicando. No esperaba que escapar sería tan difícil, pero ya lo había comprobado. Llevaba días recibiendo búhos con cartas de diferentes personas: Dumbledore, La Profesora McGonnagall, Harry, Ron, Hermione, Los Señores Weasley y muchas personas más que imaginé que también estarían buscándome. 

La fecha de los TIMOS se acercaba muchísimo, y dudaba que para esos tiempos estuviera devuelta en Hogwarts, y la verdad era que no me importaba volver, seguía manteniendo firme mi opinión: Yo era tan solo un maldito estorbo, alguien inservible y sin utilidad alguna. Algunas noches, mientras los recuerdos felices con mis amigos venían a mi memoria derramaba silenciosas lágrimas hasta quedarme dormida. Los extrañaba demasiado a todos, sobre todo a Draco, del que no me había podido despedir. Lo extrañaba un montón, deseaba tanto poder ir a buscarlo y escaparme solamente con él, pero no podía volver. 

Una fría noche de verano mientras ocupaba mi lugar habitual en el banco del parque las luces del vecindario se apagaron y me encontré en completa oscuridad. Me senté algo extrañada por lo que acababa de pasar, aunque la explicación más lógica a aquél fenómeno era que se había ido la luz, aunque tenía un muy mal presentimiento. Saqué mi varita del bolsillo y en ese mismo instante un rayo de luz apareció en la oscuridad, y casi en el momento mi vista se nubló y caí de espaldas. A partir de ahí no recuerdo nada más. 

-Miren, está despertando- dijo una voz
-Olivia- susurró otra voz -Olivia-
Mientras abría los ojos lentamente varias figuras humanas aparecieron frente a mi. Todavía no veía con claridad, todo estaba borroso y la luz lastimaba mis ojos.
-¿Olivia estás bien?- susurró otra voz más

Todas las personas en la habitación comenzaron a hablar ruidosamente, mientras que yo no podía distinguir los rostros ni las voces. Sentía como si me acabara de levantar de una larga siesta en la que no había descansado; me dolía todo el cuerpo, estaba algo irritada y también desorientada. 
-¿Olivia?- preguntó una dulce voz

En ese momento mis ojos comenzaron a acostumbrarse a la luz, y cuando pude ver por completo me di cuenta de que me hallaba en la enfermería de Hogwarts rodeada de mis amigos y profesores.
-¿Eh?- pregunté
-Ay Olivia, santo cielo, cuanto me alegra que estés bien, nos hemos preocupado mucho por ti querida, no sabíamos en donde te habías metido y te hemos buscado por todos lados- dijo La Señora Weasley mientras se secaba las lágrimas
-Molly querida, déjala descansar, debe estar muy cansada y adolorida- la tranquilizó el Señor Weasley
-Está bien, todos fuera, anda fuera, la señorita Olivia necesita descansar, vamos fuera- dijo la Señora Pomfrey empujando a todos fuera de la habitación. 
-Poppy, déjame un momento a solas con Olivia, por favor- dijo Dumbledore con su habitual tono de voz
-Pero necesita descansar- replicó ella
-Solo serán unos minutos- respondió el
Escuché los pasos de la Señora Pomfrey alejarse y luego de unos segundos la puerta se cerró.
-Hola Olivia- saludó Dumbledore
-Hola- respondí mientras hacía grandes esfuerzos por sentarme en la cama
-¿Por qué has escapado Olivia?- preguntó él
-Ha habido una pelea- respondí algo apenada
-Con la señorita Granger, ¿Me equivoco?- preguntó nuevamente. Yo asentí con la cabeza
-No te molestes en contarme los detalles, la señorita Granger ya me los ha dicho- dijo antes de que yo pudiera abrir la boca
-¿Qué me ha pasado? ¿Cómo me encontraron?- pregunté confundida
-Has sido alcanzada por un encantamiento aturdidor- respondió el con su habitual calma -Te hemos encontrado hace unas semanas tirada en un parque en Londres-
-¡¿Unas semanas?!- pregunté estupefacta mientras que el asentía con la cabeza -¿Un hechizo aturdidor puede tener efecto por más de un mes?- pregunté
-No sólo influye el hechizo, sino también las condiciones de la persona y lo que pase después, y a decir verdad tu no estabas en muy buenas condiciones- respondió
-Eso ya lo sé- murmuré -¿Y quién me ha encontrado?- pregunté con curiosidad
-El Señor Malfoy te ha encontrado y nos ha dado aviso de tu paradero- contestó
-¿Draco?- pregunté
-Exactamente- dijo
-¿Y saben quién me ha lanzado el hechizo?- volví a preguntar
-No todavía, aunque estamos haciendo lo posible por encontrar al culpable- me dijo
-Gracias... muchas muchas gracias por haberme buscado- murmuré
-Bah no tienes que agradecer- dijo el sonriendo -Y ahora creo que tienes que descansar, ya seguiremos hablando después Olivia, hasta pronto- 
-Adiós Profesor Dumbledore, y gracias otra vez- dije mientras la Señora Pomfrey regresaba a mi lado

Pasó una semana y ya me veía mejor que antes, así que me dieron de alta y pude regresar a mis clases. Los TIMOS estaba a una semana y apenas había tenido tiempo de estudiar, aunque gracias a Hermione había estado repasando mientras me hallaba enferma. No habíamos vuelto a hablar sobre la pelea, ya que siempre estaba alguien con nosotras, ya fuera mi hermano, Ron, Neville o cualquier otro que quisiera ir a verme, así que el tiempo entre nosotras dos era escaso. De vez en cuando mientras la Señora Pomfrey descansaba Draco iba a visitarme y nos pasábamos horas y horas hablando, y yo no paraba de agradecerle todo lo que había hecho por mi, mientras que el solo decía que no tenía nada que agradecerle, ya que era mi novio y cosas así. Por eso lo quería tanto, porque era comprensivo, bueno y por otros motivos también.

El primer día de los exámenes yo estaba muy nerviosa, y a pesar de haberme pasando la noche estudiando sentía la mente totalmente en blanco. La primera clase, historia de la magia fue un desastre. Sentí que había reprobado, ya que esa materia nunca había sido mi fuerte, así que cuando salí de allí estaba algo tensa.

Tuvimos muchos exámenes durante aquella semana, y fue todo un suplicio el tener que aguantar a Hermione quejarse constantemente de ellos o de que nos obligara a estudiar. Finalmente terminamos los exámenes y todavía quedaba un poco de tiempo antes de que el año escolar terminara, así que lo aproveché al máximo para pasar todo el tiempo posible con mis amigos. Jugamos a ajedrez mágico, hicimos fiestas sin parar, bailamos y cantamos y nos divertimos muchísimo. 

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora