NOVENTA Y DOS.

4.5K 722 240
                                    

Siento sus pisadas detrás de mi, mi corazón va tan rápido que pronto mi respiración también se acelera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Siento sus pisadas detrás de mi, mi corazón va tan rápido que pronto mi respiración también se acelera. Estoy enojado y sé que quiero llorar y gritarle miles de cosas, pero me contengo.
Abro la puerta trasera que va al patio, y la cierro de un empujón ignorando el hecho de que podría golpearlo con ella.

Termino sentándome en el césped, Sirius me hace compañía mientras el frío invierno nos envuelve. Hay neblina y el frío comienza a lastimar mi nariz al inhalar.

—Jisung, vuelve a la casa.

—Necesito un tiempo solo, gracias.

—No voy a dejarte aquí mientras tu ex loco intenta matarte.

—¡No es mi...!

Respira.

Respira.

Respira.

—Púdrete Minho. Me meteré en la maldita casa cuando me dé la gana.

Mi corazón palpita rápido, fuerte. Duele como la mierda pero evito mirarlo, me concentro en ver los árboles a lo lejos.

—Debes terminar tu comida.

—No tengo hambre.

Debí suponer que alguien como él no tendría lugar para mí en esa cosa que llama corazón. Minho...Minho está demasiado cegado con mantener las reglas firmes y...

...yo solo soy un estorbo, una distracción.

—Jisung.

Sé que no se detendrá. Me pongo de pie una vez más. Suspira cuando paso a su lado, cree que al fin voy a obedecer. Lo único que hago es subir las escaleras.

—Jisung espera.

Cierro la puerta detrás de mi, seguramente golpeando su cara, no tengo tiempo de reír porque aún estoy enojado. Estoy seguro de que se ha quedado del otro lado de la puerta intentando pensar alguna forma de disculparse.

Lo sé, porque puedo escucharlo.

«Lo siento ¿está bien?»

«¿Por qué quieres saber eso?»

«Sabes que no puedo hacer eso»

Me armo de valor, sintiendo mi corazón intentar salirse de mi pecho. Junto todas las emociones que tengo y abro la puerta, él me mira con su ceño fruncido en cuanto me ve con la almohada.

—¿La elegiste a ella por ser mujer?

Su ceño se frunce aún más.

—¿De qué hablas?

—De que lo sé. —mi corazón da un brinco.—Lo sé, sé que estuviste con ella... Sé que... que estuvo aquí, se sentó en tus piernas y la elegiste, porque es mujer y en ésta ciudad es más fácil vivir así.

IN YOUR MIND [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora