CIENTO TRECE

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«¿Dónde está?»

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«¿Dónde está?»

Su pensamiento es desesperado. Está agitado, como mi puto corazón.

«Hannie...»

«Jisung...»

—¡Minho!—Golpeo la puerta del sótano con la esperanza de ser escuchado.

Tiemblo, el ruido del otro lado hace que me sienta aún más ansioso, subo las escaleras esperando que la puerta se abra y en cuanto lo hace salto a sus brazos.
Me aferro con fuerza a su cuerpo, dejando salir mis lágrimas y escuchando su respiración agitada mientras su corazón golpea también mi pecho.
Me toma tan fuerte que por primera vez siento que Minho realmente estuvo asustado.

«Estás bien...»

«Estás bien...»

Sus manos acarician mi cabello, siento como me aprieta con algo de fuerza.

—¿Có-...?

—Hay que ir a casa. —Se apresura a decir, tomando mi mano y mirando por todas las ventanas para verificar que no hay nadie esperando afuera.

Veo la billetera, Changbin la ha dejado sobre el sofá a propósito.
Por supuesto que sí.
La tomo sin pensarlo mucho, Minho está demasiado ocupado mirando alrededor como para percatarse de eso. Cuando creemos que todo está seguro él simplemente me jala hacia el exterior de la casa.
Su mano fría se sujeta a la mía con algo de fuerza, como si tuviera miedo de que me suelte y perderme.
Una extraña sensación se posa en mi pecho por verlo así. Está completamente sudado, lleva la misma ropa con la que estaba en casa hace apenas una hora atrás.

Él vino aquí por mi...

... Está asustado...

La casa es un desastre, hay signos de que Bin ha peleado hasta el final y no sé si debería sentirme orgulloso de eso.

Mi corazón...

...duele.

Volvemos a casa en su moto. Hace tiempo no la usa, permanecemos en silencio durante todo el camino mientras mi corazón no da aviso de querer calmarse.

—Debo salvarlos—Me apresuro a decir—debo ir por ellos...

Me siento en el sofá. Veo como él parece tan apenado por mi aspecto que ni siquiera lo disimula. Se pone en cuclillas, poniendo una de sus manos en mi mejilla y seca mis lágrimas con uno de sus dedos.
Tengo un horrible nudo en mi garganta, ni siquiera puedo respirar con normalidad.

—De-debo...

—No hay nada que debas hacer. —Su respuesta me parece de lo más fría en una situación así, aunque su expresión es de compasión, no puedo entenderlo.

¿Es que acaso no tiene miedo?

¿Acaso no tiene corazón?

Estoy negado. Este no puede ser el final, tengo que hacer algo, tengo el deber de hacerlo.

IN YOUR MIND [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora