CIENTO DIECISIETE

3.4K 604 80
                                    

Papá se había obsesionado tanto con mi condición que mamá enloquecía cada vez que veía su rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Papá se había obsesionado tanto con mi condición que mamá enloquecía cada vez que veía su rostro.
Ella me amaba, lo sé porque se encargó de demostrarlo incluso cuando sabía que yo no era más que un monstruo. Porque sí, papá se lo de recordaba muchas veces y mamá insistía en que yo solo era un niño.
Pero no era un niño normal, porque ¿qué niño normal podría revivir de todas sus muertes?

Yo, solo yo.

Papá había experimentado todo este tiempo conmigo, creyendo que haciendo transfusión de sangre podría sacar alguna ventaja de todo eso. Pero la verdad era que no, no había forma de sacar provecho de eso y lo supo.
Supongo que ese fue su propósito desde el principio, úsarme para crear más como yo, pero no pudo y enloqueció. ¿Qué haría conmigo entonces?
Me mató, lo hizo ciento de veces, quien sabe para qué. Pero aquello solo ponía aún más triste a mamá.

La ví tomar sus cosas en silencio, con lágrimas en sus ojos y rogándome que guardara silencio mientras la noche caía. Jamás olvidaré esa oscura mirada, ella lloraba tanto que no lo entendí.
Ese día papá tenía doble turno en su trabajo, por lo que llegaría tarde.
Mamá quería huir, quería una vida normal, sana y llena de amor junto a mi.
Por eso cuando desperté en la mañana me sorprendió no verla y solo creí que se había ido sin mi...
Ella me amaba, ella no podía dejarme atrás sin más...

Lo sospeché en el momento en que los ojos de papá me miraron, llenos de culpa y totalmente asustado.
Sus palabras fueron como bañarme en agua fría, pero no le creí.

Mamá no se había ido.

Él la había matado.

No hice nada, le tenía demasiado miedo como para revelarme contra él.
Una profunda depresión lo invadió tiempo después, ni siquiera eso impidió que me metiera en el servicio de seguridad.
Dijo que si había nacido para algo, era para hacerlo sentir orgulloso, y lo hice, supongo que lo hice...
Los años pasaban y él seguía envejeciendo.

Yo me quedé a su lado, porque creí que así debía ser, creí que por ser mi padre, ser de mi sangre debía quedarme ahí.

Cuando el pueblo finalmente abrió sus puertas a nuevas familias, todo se fue a la mierda.
Las reglas eran tontas y absurdas pero ¿qué me importaba eso a mí?

Yo era intocable en ese lugar...

... Nadie podía conmigo...

... Nadie se enfrentaba a mí...

... Nadie podría sobrevivir a mi...

No hubo amor, no hubo besos de buenas noches, ni siquiera un abrazo. Era evidente que mi padre no me quería, quizás nunca quiso tener hijos, pero el repentino embarazo de mi madre solo le había abierto las puertas para hacer lo que quisiera conmigo y por supuesto que lo hizo.
Me castigaba cada vez que podía, y yo no me quejaba, era un dolor que comenzaba a ser costumbre.

Crecí con él, recordándome a todas horas, todos los días, la bestia que era. Lo anormal que había resultado.
Yo crecí creyendo que era un monstruo.

Tal vez lo soy...

Él no murió.
Él sólo envejeció y quedó postrado en una maldita silla de ruedas que lo ayudaba a recorrer el lugar como si aquello lo hiciera feliz.
Así que hice lo que tenía que hacer.

Tomar el maldito mando de la familia.

Papá murió un tiempo despues, me encargue de que muriera lenta y dolorosamente, quizás por venganza, o quien sabe, rencor. Pero ni siquiera haciendo eso podía tener el mando del pueblo, después de todo, papá solo era una pequeña parte de él.
Y eso me convirtió en su reemplazo.

No me costó adaptarme, era fácil, sencillo y nadie desobedecía ...

Hasta que mi corazón comenzó a hacerlo...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
IN YOUR MIND [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora