IN YOUR MIND [BORRADOR]

CIENTO QUINCE

Sentí el miedo en todo mi cuerpo, no tengo tiempo que perder pero en estos momentos me encuentro en desventaja.
Debería pensar en algo más, en alguna forma de esconderme.

Solo que ya es demasiado tarde.

—Vine a buscarlos—Susurro. Por un instante creo que no me ha escuchado.

—Una decisión muy estúpida, claro que si. —Mi cuerpo se congela. Veo como saca su respectiva arma de su cintura y me apunta con ella.

Mi dios.

Va a matarme.

Él no dudará en hacerlo, él me matará si así lo quiere.

—Baja esa navaja y sigue mis órdenes. —ordena.

No quiero obedecerlo, no quiero bajar el único objeto que tengo para defenderme, para protegerme de él. Pero estoy en desventaja, así que a duras penas bajo el cuchillo al piso.
Él aún me apunta, sin quitarme los ojos de encima y con una sonrisa triunfante en su rostro.

Te odio.

Maldito estúpido.

Él se acerca, apoyando la boca de fuego en mi nuca, de algún modo advirtiendome que puede dispararme en caso de que quiera hacer algo estúpido.
Así que camino rendido, sabiendo que quizás todo esto no ha servido para nada.

Tonto.

Tonto.

Estúpido.

Como es de esperarse, me terminé encontrando con la sala repleta de sillas que no iba a ningún lado. No son más que paredes blancas, una de ellas tiene un enorme espejo que nos refleja a ambos.

Es lo que dijo Bin.

... Es la puerta...

...él espejo es la puerta.

Wooyoung abre aquella puerta con la famosa pequeña llave que ya había visto antes. Seguramente todos los de seguridad llevan una y tengo la sospecha de que solamente basta una de ellas para abrir absolutamente todo aquí dentro.

Me quedo estático, es una enorme sala que cualquiera podría pensar que se trata de un hospital.

Bin

Bin dijo eso...

Hay cortinas que dividen en partes el lugar para que las personas dentro eviten mirarse entre ellas.

Mi corazón se ha detenido, he dejado de escuchar, viendo la cantidad de sangre que hay en el piso y las paredes.
Me pregunto a cuanta gente han matado aquí. La piel se me eriza.
Wooyoung me da un recorrido por el lugar, como si de un museo se tratara a la vez que muestra su mejor sonrisa.

Me da asco.

Quiero matarlo.

Quiero llorar y lo hago, hay muchas personas aquí dentro, tantas que perdí la cuenta.