Capítulo 12

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Han pasado diez días y aquí estamos esperando los resultados de la prueba de ADN.

Hoy se sabrá la verdad.

Hoy sabrá Adrien que mis hijos son realmente sus hijos, se va a repetir haber dudado y creído a esa mujer.

Pero eso sí, ya tengo todo listo para irnos hoy mismo.

Hoy mismo nos regresamos a México.

Ya tengo listo los boletos, me llevo a mis niños conmigo. Lo único que me preocupa es que los niños no querrán irse. Ellos aman a si padre y quieren estar estás vacaciones con él.

—Bien aquí están los resultados—dice el doctor.
—Por fin se sabrá la verdad y todos se darán cuenta que esos niños no son hijos de MI prometido—dice escupiendo su veneno Ericka.
—Adrien, calmas a tu prometida o no respondo—le advierto.

Esta mujer ya me está cansando y si no la controla Adrien, YO no respondo.

—Ericka, por favor, no hagas un escándalo—le dice Adrien a su prometida. Espero que le haya quedado muy en claro que conmigo no va a poder.

No me me pienso dejar y menos de una mujer como ella. Es idéntica a Salomé, las dos son unas víboras venenosas.

—Pues yo solo digo la verdad—se defiende—en cuanto veas los resultados, te darás cuenta que esos niños no son tuyos y que esta mujer solo los está usando para sacarte dinero.

Ya me está cansando la paciencia. No voy a soportar otro estúpido comentario así. Estoy apunto de estirarla de los pelos, no me importa que estemos en un hospital.

—Bueno, pues vamos a leer los resultados para sacarnos de dudas—dice el doctor.

Que bueno que ya los vaya a leer y se lleven una sorpresa.

Lo bueno es que mis niños no están aquí. No los traje, los dejé con sus abuelos paternos. Pero después de que sepa que son sus hijos y que cometió un error al haber dudo. Yo me llevo mis niños de vuelta a México y no volveremos aquí.

—Diga el resultado—le contesto al doctor.
—Si doctor, desenmascare a esta mujer—dice con una sonrisa Ericka.

<<Ya quiero ver tu cara cuando sepas que si son hijos de Adrien>>digo en mi mente con una sonrisa de victoria.

—Bien—dice el doctor y lee los resultados—aquí dice que los niños efectivamente son hijos de Adrien Fournier.

Ericka no puede creerlo.

<<En tu cara perra>>digo en mi mente.

—Bien, ya saben que mis hijos si son de Adrien, yo me voy, compermiso—sonrío victoriosa y salgo del consultorio.

Estoy lista para llevarme a mis hijos.

—¡Leticia!—me llama Adrien.
—Lo siento pero me tengo que ir con mi hijos, tenemos un vuelo que tomar, sale en unas horas—le contesto y sigo caminando.
—No te vas a llevar a mis hijos—me advierte.
—¿Ahora sí son tus hijos?—le pregunto furiosa.
—Leticia—me mira.
—Te jodes, YO me llevo a mis hijos conmigo y se acabó.

Detengo un taxi y subo lo más rápido que puedo.

—¡Leticia, no te atrevas!—me grita Adrien. Quiere tratar de evitar que me vaya.
—Jodete—le enseño el dedo de enmedio.

Lo dejo con la palabra en la boca. El taxi arranca.Me voy con mis hijos y no pienso volver.

Mi teléfono suena, es él. No voy a contestar.

Llegó a casa de los papás de Adrien. Le digo al taxi que me espere y bajo. Entro cuanto antes a la casa.

—Leticia—dicen Cristina, Anne-Marie y Solet.
—Hola, vengo por mis hijos, nos vamos ahora mismo, ¿Dónde están?—les pregunto.
—Están en el jardín, ¿Pasa algo?—me preguntan confundidas.
—No, solo que tenemos que volver a México, me surgió un problema allá—les miento. No les puedo decir que es porque estoy molesta con Adrien.
—Pero...podrían irse mañana—dice la señora Fournier.
—No, lo lamento, pero nos tenemos que ir ya—le digo apenada. Siento hacer esto, pero es lo mejor.

Camino y salgo al jardín y ahí están mis angelitos.

—Mami—dicen en cuanto me ven y vienen hacia mí a abrazarme.
—Mis amores—los abrazo—mis amores tenemos que irnos ya—les digo. Aunque ya sé que no querrán.
—Otro ratito mami—me suplican.
—No mis amores, lo lamento, pero tenemos que volver a México, mami tiene que arreglar unos asuntos.
—Mami, no—me dicen tristes. Lamento ser la mala en este momento, pero tenemos que irnos.
—Lo lamento mis amores, ahora vámonos.

Los tomo de la mano y caminamos. Quiero irme antes de que llegue Adrien e intente detenerme.

—Bueno, nosotros nos vamos, mis amores despidanse de la abuela, de la tía y de Anne-Marie—les digo a mis niños.
—Adiós—les dicen algo tristes.
—Leticia, estoy preocupada, ¿Pasa algo?—me pregunta preocupada Cristina.
—Sabes que puedes confiar en nosotras—contesta Solet.
—Estoy bien, no se preocupen—sonrío.

Me despido de ellas y subimos al taxi. Le pido que nos lleve inmediatamente al hotel para ir lo más pronto posible por las maletas.

—Mami, ¿Estás bien?—me pregunta mi niño.
—Si mi vida, mami está bien—le contesto.

Mi teléfono no para de sonar. Es Adrien quien está insistiendo. Pero se jode, yo no pienso contestarle.

—¿No le vas a contestar a papi?—me pregunta mi princesa.
—No mi vida, mami ahora no quiere hablar con papi—le contesto. Estoy nerviosa. Lo único que quiero es llegar al aeropuerto cuanto antes e irme de aquí.

Cometí un error al venir aquí. Pero bueno lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás. Ahora lo importante es irme cuánto antes de aquí y no volver nunca.

Llegamos al hotel y rápido bajamos las maletas. No quiero darle tiempo a Adrien de detenernos. El teléfono suena y suena. No lo pienso contestar.

Que se joda. Eso se merece por dudar que son sus hijos y creer que YO sería capaz de usar a mis propios hijos para sacarle dinero.

Subimos al taxi y vamos directamente al aeropuerto.

Veo por la ventana. Lo único que quiero es que Adrien no nos alcance en el aeropuerto.

—Mami, ¿Por qué estás nerviosa?—me preguntan los niños.
—No estoy nerviosa, mis amores, mami está bien—sonrío. No quiero que lo noten.
—Mientes, estás moviendo tus manos, mami—me dice mi niña.
—Adriana, tiene razón, estás mintiendo, mami—dice Adrián.

Son tan inteligentes estos niños. No les puedo mentir.

—Ok, si, si estoy nerviosa, pero no sé preocupen, todo está bien—me rindo. Pero no quiero que esto les preocupe.
—Ok mami—me contestan.

Llegamos al aeropuerto. Bajamos. El taxista me ayuda a bajar las maletas y le pago.

Entramos al aeropuerto.

—Mami, no nos queremos ir—insisten mis niños.
—Mis amores, les prometo que volveremos pronto—les miento.
—¿Qué pasará con papi?—me preguntan.
—Papi podrá visitarlos cuando el quiera—les contesto.
—Está bien mami.

Odio hacer esto. Pero Adrien se lo merece, si realmente le importan sus hijos, él irá a verlos a México.

Nos sentamos a esperar nuestro vuelo. El teléfono sigue sonando.

Yo pido porque ya subamos al avión e irnos de aquí.

Dulce Tentación De Vuelta a Mi ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora