Capítulo 1

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–¿QUÉ QUIERES?.–

Grité ofuscado, mientras pasaba cambios acelerando en plena autopista.

–Vuelve aquí inmediatamente y arregla toda la mierda que has hecho.-

Gritaba mi madre al otro lado del teléfono que sostenía con mi mano izquierda.

Rompí a reír con ironía, al tiempo que mi pie se hundía con más fuerza en el acelerador, provocando que a mi derecha, Bastian se sostuviera con firmeza al asiento.

Lo ignoré y seguí pendiente de la conversación con la mujer que me dió la vida.

–No puedo creer lo cínica que eres, ¿te estás escuchando?. ERES UNA MALDITA LADRONA, ¿Y YO TENGO QUE ARREGLARLO?.-Grité alejando el aparato de mi oreja y hablándole de frente.-¿Te das cuenta del pésimo ejemplo que eres como persona y, más aún, como madre?.-

–Eres demasiado joven para entender cómo funciona el mundo real, Gabriel. Vuelve aquí y dile a todos que se ha tratado de una rabieta tuya todo lo que has dicho, o te juro que cuando te vea me olvidaré de que eres mi hijo.–

–No pienso regresar, antes de volver a verte la cara de ladrona prefiero estrellar el auto contra un árbol, ¿me oyes?.–

–Gabriel...–

Susurró mi hermano y vi el terror en sus ojos, negué con la cabeza para que supiera que no hablaba en serio y volví la vista al frente.

–Gabriel, ¿estás con Bastian?.–

Preguntó mi madre con voz temblorosa y dejando de lado su enojo por un momento.

–Si, estoy con él, ahora empieza a importarte que estrelle el auto, ¿verdad?.–

–Gabriel, deja de ser tan estúpido por una vez, y vuelve aquí. DIME COMO MIERDA PAGAREMOS LAS CUENTAS LUEGO DE LO QUE HAS HECHO, MALDITO IDIOTA.–

–LAS CUENTAS DEBERÍAS PAGARLAS CON TU DINERO, NO CON EL DE LOS CIUDADANOS, Y SI TE FALTA DINERO VENDE ALGUNA DE ESAS CARTERAS DE MIERDA QUE SALEN MÁS CARAS QUE EL INGRESO MENSUAL DE CUALQUIER PERSONA NORMAL.–

Bajó el tono al volver a hablarme, pero sonó cargada de odio.

–Maldito imbécil, qué fácil sería todo si estrellaras ese auto y te murieras.–

–¿Qué has dicho?. Puedo hacerlo con total facilidad, tengo arboles para elegir aquí.–

Ya había abandonado la autopista y me encontraba en una ruta vacía y recta que me daba la posibilidad de no bajar la velocidad.

–Deja bajar a tu hermano primero.–

–Eso es lo único que te importa, ¿verdad?. No, no dejaré bajar a tu hijo favorito.-

Aceleré aún más para provocarla.

La razón había desaparecido y me sentía sumergido en el odio y en el dolor de saber que mi propia madre me deseaba muerto.

Mis ojos ardieron y me prohibí internamente dejar caer una lágrima.

–Te odio, Gabriel.–

Susurró ella y no pude evitarlo más, mis mejillas se humedecieron casi por completo.

Los árboles pasaban por mi lado y casi no fui capaz de verlos por la velocidad y el estado de mis ojos.

–Gabriel, frena el auto.–

Rogó Bastian, y su voz me trajo a la realidad de lo que estaba haciendo, y el terrible peligro en el que nos estaba poniendo.

Levanté el pie del acelerador y el coche de pronto se sacudió deslizándose por el asfalto fuera de control.

Suéñame despierta.(Completa ✔️) (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora