Capítulo 34

532 117 19
                                    


Se detuvo en seco y miró la taza con seriedad, ¿era aquello posible?

-Eh, no. Fue una casualidad, ya tenía este viaje planeado con mi padre desde la última vez y me pareció buena idea ver cómo estabas, aprovechando que estoy aquí.-

No pude evitar sonreír, ella mentía muy mal y me pareció encantadora su desesperación por sonar convincente.

¿Que posibilidad había de que ella hubiera hecho aquel viaje relámpago para verme a mi?

Las posibilidades eran pocas, y seguro habría otro motivo, pero la ilusión me dio años de vida.

-Gracias.-

Hubo algunas miradas incómodas y me sentí nervioso. Como hacía años no lo hacía.

Sus uñas perfectamente cuidadas golpeaban la mesa y luché con el impulso de tomar su mano para detener aquel acto de ansiedad.

-¿Y tú cómo estás?.-

-¿Yo?.-

-Si, siempre hablamos de mi y casi nunca de ti.-

Mordió la piel de sus mejillas y parecía no saber qué responder.

-Yo estoy ocupada, ya sabes, la universidad es dificil y estoy yendo al psicólogo.-

-¿En serio? no lo sabía.-

-Si, creo que lo necesito, bueno eso dice Laura.-

Sonrió nerviosa.

-¿Y sientes que te ha ayudado?.-

-No lo sé, empecé hace muy poquito pero ella tiene las expectativas altas conmigo, y dice que es bueno que tú me cuentes tu experiencia en la cárcel.-

-¿Hablas de mi con ella?.-

Se detuvo a mirarme un tanto contrariada, y seria.

-Claro que hablo de ti, y de todo lo que pasamos. Fueron los peores años de mi vida, Gabriel.-

-Tienes razon, soy un idiota. ¿Y qué dice?.-

-Que estoy bloqueada, y por eso no me permito sentir.-

-¿No te permites sentir?.-

-Ella cree que de a poco lo conseguiré, pero yo no estoy tan segura. Es más, no estoy segura de querer recuperarme.-

-¿Qué dices?.-

-La vida es más fácil así, ¿sabes lo liberador que resulta saber que nada te va a hacer daño? No sé si quiero volver a ser débil.-

-En eso tienes razón. Pienso que podría ser útil en algunos momentos.-

Ella me sonrió y supe que mi respuesta la sorprendió.

-Absolutamente.-

-Pero hay emociones que nos llenan de vida, como la molestia en el estómago cuando vas a ver a la persona que te gusta.-

-Era horrible esa molestia, y no la extraño. Solo conseguía ponerme nerviosa y decir estupideces.-

Rompí a reír con el gesto de asco que hizo.

-A mi me parecía encantador cuando te ponías nerviosa y tus mejillas se ponían coloradas.-

-Yo lo odiaba, Gabriel. Ese calor horrible que subía por el cuello sin poder detenerlo. Uf, ¿quien en su sano juicio podría extrañar eso?.-

No podía fingir que no me dolía saber que no le provocaba nada tenerme en frente, pero creo que pude disimularlo.

-Yo lo extraño.-

Suéñame despierta.(Completa ✔️) (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora