Capítulo 40

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La encontré con la espalda apoyada en la pared, junto a la puerta de acceso al hotel.

-Pensé que me habías dejado.-

-Aún estoy aquí.-

Su humor no había mejorado, al contrario.

-¿Se puede saber qué te sucede?.-

-Necesito desayunar.-

Se puso en marcha rumbo al centro de la ciudad y la seguí.

Intentamos tomar asiento en una cafetería, pero estaba explotada de gente así que no nos quedó otra opción que el "take away".

-¿Qué quieres tomar?.-

-Puedo hacer mi propio pedido.-

-Ok, intentaba ser un caballero.-

-Pues no lo eres. Un cappuccino y un muffin de vainilla, por favor.-

Hizo ademán de sacar la billetera, pero la detuve.

-Ni en broma te atrevas a intentar pagar.-

Se giró molesta y esperó su pedido alejada de mí.

No supe qué demonios había hecho para que estuviera con aquel humor, pero algo me decía que iba a ser difícil arreglarlo.

Salimos cinco minutos después con ambas manos ocupadas y cruzamos a un parque que a aquella hora, un miércoles, se encontraba casi vacío.

Tomamos asiento en un banco sin respaldo y comenzamos a desayunar en silencio.

Hasta que no aguanté más y hablé.

-¿Qué he hecho mal?. ¿por qué estás enojada?.-

Se giró a verme como si fuera una pregunta estúpida, y volvió a mirar en otra dirección.

-¿No tienes idea?.-

-No estaría preguntándotelo si lo supiera.-

El mal humor comenzaba a resultar contagioso.

-¿Por qué has dormido en el suelo?.-

-Para darte espacio, tenía miedo de...-

Se giró interesada, y cargó toda la intensidad de su mirada en mi.

-¿De qué?.-

-De acercarme demasiado mientras dormíamos, de... de abrazarte o tocarte estando dormidos, quiero decir, que quizás dormido podría hacer algo que te incomodara o que no quisieras y, bueno, no sé, quería que... tú no te sintieras obligada a despertar... en mis brazos.-

Terminé de hablar y quise azotarme un golpe, aquello había sonado tan estúpido, tan poco claro, y tan infantil. Pero sus ojazos me miraban tan fijos que no ayudaban a aclarar mi mente y mucho menos mi vocabulario.

Giró el cuerpo en mi dirección y tomó un trago de café.

-Así que lo has hecho por mí.-

-Por supuesto, y también por mi.-

Parecía desconcertada cuando frunció el entrecejo.

-¿Temías que fuera a atacarte dormido?.-

Sonrió y sentí paz.

-La verdad es que si, y estando dormido no hubiese podido contenerme.-

-Despierto tampoco te has logrado contener.-

-JA-JA. Ya lo sé, graciosa.-

Rei avergonzado por mi "accidente".

-¿Por qué intentas contenerte?.-

Suéñame despierta.(Completa ✔️) (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora