Capítulo 20

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Subimos a su coche y sentí mi voluntad partida en pedazos, algo dentro mío me decía que no estaba tomando la decisión correcta al alejarme de aquel río, y otra parte sentía el relajo de saber que iba a vivir un poco más. Quizás lo suficiente para no ser el motivo de futuros traumas de aquella chica que maniobraba el volante y los cambios con experta seguridad.

La nube volvió a mí cuando descubrí que estábamos cerca de la casa de Ulises, la despedida era inminente y mis piernas temblaron y no de frío.

Hice uso de mi voluntad cuándo Azul me pidió que no volviera a intentar atentar contra mi vida, procurando sonar positivo y gracioso y a pesar de la duda en su expresión, pareció creerme.

Me sonrió con dulzura y mi cuerpo vibró, despertándose.

Ella me hizo querer vivir un poquito más.

Tomé su mano y dejé un beso en ella, quise mostrarle mi respeto y sobre todo mi agradecimiento por lo que hizo por mí.

Fueron sus ojos los que me despegaron del mismísimo mundo, junto con el roce de su piel en mis labios.

Y tuve miedo, mi cuerpo no parecía mío, todo se sintió diferente y necesité espacio.

De alguna manera ella me anclaba a querer vivir, haciéndome olvidar de todo lo demás solo con una mirada.

–Te prometo que esta noche no volveré a intentarlo. Puedes irte tranquila. -

Liberé su mano de entre las mías, y llené mis pulmones de oxígeno, mientras apretaba mis ojos con fuerza abriendo la puerta del coche.

Quería quedarme en ese auto por siempre, no quería irme.

Uf, no quería irme...

Mis pies tocaron el suelo y el hechizo pareció desaparecer, volví a ser el chico odiado y despreciado por el mundo.

Di un paso tras otro y llegué a la puerta de la casa, los pies pesaban y solo quería volver.

–Detente, espera.–

Pidió Azul y me giré.

Caminaba rápido y se detuvo a pocos centímetros de mí, me miró de forma extraña y rompió la distancia entre nosotros tomando mi rostro entre sus manos y dejando un pequeño beso en mis labios. Todo sucedió tan deprisa que no pude disfrutarlo como hubiese querido, ella solo se alejó de mí y casi corrió al coche antes de que pudiera hacer o decir algo.

La vi alejarse y fui consciente de lo que acababa de suceder. Mi estómago se revolvió cuando mis dedos acariciaron la zona donde ella me había besado.

El corazón comenzó a palpitar con furia y tuve miedo. Miedo de lo que acababa de sentir con tan poco.

¿Qué sería de mí a partir de ahora?

Si con el simple roce de sus labios me encontraba casi temblando y con el pecho batallando como si hubiera corrido una maratón.

Me tomó varios minutos reaccionar y moverme, el frío de la noche no me afectaba, ella acaba de besarme.

ELLA ACABABA DE BESARME Y MIERDA QUE HABÍA SENTIDO...

Me giré en dirección a la entrada, pero no podía estar allí. Mis pies se movieron en dirección al único lugar donde nadie me juzgaba porque a nadie de allí le importaba.

El basural de la entrada estaba exactamente igual que la última vez y los mismos tipos borrachos empinaban sus botellas casi vacías, mientras intentaban mantenerse sentados, casi cayendo uno sobre otro.

Suéñame despierta.(Completa ✔️) (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora